Crónica del día

Esquerra humilla y apuntilla a Sánchez

investidura Pedro Sánchez
Montserrat Bassa, diputada de ERC. Foto: EFE

“Cualquiera con dignidad se hubiera alzado contra la humillación que Esquerra ha perpetrado contra Sánchez”. El diputado José María Mazón, el único que tienen los regionalistas cántabros en Madrid, habla así de un episodio que, por su virulencia, fue protagonista de la asombrosa intervención de la representante del independentismo de ERC. A partir de ahora el presidente electo ya sabe lo que le espera: una legislatura, probablemente corta, en la que uno de sus socios, el que le ha devuelto a La Moncloa, le ha advertido de que ellos, los secesionistas, están en otra cosa, que la gobernabilidad de España les trae por una higa. Los socialistas que ahora mismo están fuera del Parlamento, no daban crédito a semejante degradación. “Se puede pactar hasta con el diablo, pero no a costa de que el diablo se te orine en la cara”. “Si hace falta -me decía mi interlocutor- que escribas quién soy; hazlo: ya no podemos más”.

Pues algunos sí, por ejemplo, el presidente de la Comunidad de Valencia, Ximo Puig, que fue el único correligionario de Pedro Sánchez con cargo autonómico que viajó a Madrid para aplaudir al neopresidente. ¡Y cómo lo hacía! Los demás, se quedaron en casa para no visualizar un ejercicio de indecencia como el acreditado por Sánchez. Fuera del hemiciclo, en la tribuna de invitados, el jefe de Gabinete del monclovita, el mercenario Iván Redondo (así se define a sí mismo) se mataba las manos festejando las ocurrencias de su protegido. Él se siente triunfador, reconoce que es un “táctico” que se mueve, como un Simeone cualquiera, “partido a partido”.

“Yo, afirma continuamente, he conseguido dos cosas: dividir a las “tres derechas” (otro de sus ingenios) y dividir a los independentistas”. La cosa, en su opinión, le ha quedado de miedo. Sin embargo, la realidad es cruenta y lo que va a permanecer durante mucho tiempo tras esta bochornosa investidura, son, por lo menos, unas constancias que marcarán los meses del nuevo tiempo sanchista. En primer lugar, la certeza de que este político redivido y soberbio, no tiene la menor intención de defender ni a la Monarquía, ni a su actual representante Felipe VI. Después, que ya sabemos sin duda que ETA nos ha ganado, que como bien dijo Santiago Abascal: “La banda es la compañía aseguradora de este Gobierno”.

En tercer lugar, que este Gobierno contra natura puede hacer aguas a las primeras de cambio, sin inr más lejos cuando se trate de tomar posición en el brutal conflicto entre Estados Unidos e Irán. También -hay que repetirlo- es una constancia que, a partir de ahora mismo, el porvenir de Sánchez depende de lo peor de cada casa: de los proetarras de Bildu que le van a hacer una huelga general el 30 de enero, y de Esquerra que ya le ha dicho que “la legislatura depende únicamente de nosotros”. No se puede marginar además otro aviso: la coalición del Frente Popular es ya un remedo ventajoso de la que llevó a España al abismo antes de la guerra.

Pero es que, a mayor abundamiento, los citados independentistas, junto con los leninistas de Iglesias, han avanzado que se emplearan a fondo para liberar a los que ellos denominan presos políticos” ¿Se avendrá Sánchez a aceptar esta exigencia? El secretario general del PP, Teodoro García Egea, no alberga la menor duda: “naturalmente que sí”. La salida a la calle de los conmilitones de Junqueras forma parte de esa eufemística “desjudicialización” con la que ha amaga el nuevo presidente y que consiste, antes que en nada, en abortar cualquier iniciativa judicial que intente penar las actividades subversivas del independentismo.

Y todo esto se va a producir en un clima que huele a guerracivilismo. No es una broma, ni nada que pueda arrumbarse, el hecho de que tres oradores de este Parlamento desenterraran frases y términos que fueron de común uso hace ya casi un siglo. “No pasarán” nos advirtió el cómplice de ETA”; “Seréis derrotados” avisó Lastra desde su complicidad con Sánchez; “El miedo ha cambiado de bando”, recordaban los colegas de Pablo Iglesias apenas cercenadas los últimos llantos de su jefe. Son anuncios que no hay por qué desdeñar.

En este grosero ambiente, solo empieza a crecer un rumor que, más pronto que tarde, tiene que convertirse en noticia: la posibilidad de que, de una vez por todas el centro y la derecha se tomen España en serio y se apresten a combatir conjuntamente la tragedia del Frente Popular. Este rumor, desde luego, merece más concreciones. Las haremos.

Lo último en España

Últimas noticias