Investidura de Pedro Sánchez

Sánchez presidente: reedita el Frente Popular gracias a sus pactos con Podemos, el golpismo y Bildu

Sánchez ha resultado investido como presidente con 167 votos a favor y 165 en contra

Es el margen más estrecho que un candidato ha tenido nunca en cuarenta años de democracia

Ha sido el candidato a la investidura con menos votos populares desde 1978

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Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

A la sexta fue la vencida. Pedro Sánchez ha resultado investido como presidente del Gobierno con 167 votos a favor y 165 en contra. Es el margen más estrecho que un candidato ha tenido nunca en cuarenta años de democracia. Trance que ha logrado superar gracias a la abstención pactada previamente con ERC y Bildu. El separatismo vasco y catalán ha otorgado a al líder del PSOE el salvoconducto para seguir en La Moncloa, desde hoy en plenitud de funciones.

Otros hitos jalonan esta apretada investidura. El socialista se ha convertido en el presidente con menor respaldo en las urnas desde la muerte de Franco. Sánchez consiguió 6.752.983 votos el pasado 10 de noviembre, casi 800.000 sufragios menos que en la cita de abril. Nunca antes España tuvo al frente del Ejecutivo un candidato con menos voto popular. El peor Rodríguez Zapatero consiguió 11.064.524 sufragios en 2008. Y el peor Rajoy, 7.236.965 en 2015, cuando el bipartidismo voló por los aires.

Sánchez cosechó sus votos tras una campaña en la que prometió todo lo contrario de lo que ha acabado asumiendo. Un fraude electoral, según la oposición. Presentó a Podemos como un socio de Gobierno indeseable porque ministros de Iglesias en el Consejo de Ministros no le permitirían «dormir tranquilo». Y al separatismo catalán, como responsable de un problema de convivencia que había que combatir. Haciéndose el duro, llegó a prometer en el debate televisado que recuperaría el delito de convocatoria ilegal de referéndum derogado por Zapatero.

Unos y otros le han aupado ahora a la Presidencia. El rechazo a Pablo Iglesias desapareció en 24 horas, en cuanto ambos constataron que el electorado les había castigado. Y el «problema de convivencia» en Cataluña pasó a ser un «conflicto de naturaleza política» que procedía resolver mediante un diálogo entre los Gobiernos de España y la Generalitat sin líneas rojas, con la Constitución desplazada como garantía por un tal «sistema jurídico-político» y el broche final de un referéndum negado al resto de España.

La naturaleza de la mayoría que Pedro Sánchez ha tejido para seguir como presidente es el otro hito de la investidura. Por primera vez, en torno al PSOE se han coaligado una amalgama de formaciones políticas que tienen como común denominador el cuestionamiento del pacto constitucional. Está Podemos, siempre impugnándolo («el candado del 78», según expresión acuñada por Iglesias), pero sus 35 diputados no servían de nada sin otros colaboradores necesarios. Tampoco con el PNV hubiera bastado. Ni siquiera la abstención negociada con el preso Oriol Junqueras, condenado a 13 años de cárcel por sedición y malversación de fondos públicos, habría sido suficiente una vez que la canaria Ana Oramas se inclinó por el ‘no’. Al final, que el PSOE sumara a Bildu ha terminado resultado decisivo.

Mayoría deconstituyente

Podemos, PNV, ERC, Bildu, BNG… Todos son formaciones políticas que refutan los fundamentos del orden constitucional y no ponen paños calientes a sus reivindicaciones. Algunos analistas ya han acuñado la expresión de mayoría «deconstituyente». El PNV exigió, y el PSOE le concedió, impulsar las «reformas necesarias para adecuar la estructura del Estado al reconocimiento de las identidades territoriales». «Sin atender las demandas de nuestras naciones no hay, ni habrá, Gobierno de progreso», espetó a Sánchez la portavoz de Bildu. «Si no hay mesa de diálogo no habrá legislatura», amenazó Gabriel Rufián.

«Trabajo mucho mejor bajo presión», afirmó Pedro Sánchez en un momento del debate y ha decidido cabalgar el tigre para seguir en La Moncloa. Con él, y éste es el último hito de la investidura, España empieza a recorrer hoy un camino desconocido, nunca explorado desde la 1978. Sólo tiene un precedente histórico: el Frente Popular de la II República, último Gobierno de coalición que ha conocido la democracia española hasta el que ahora formarán socialistas y podemitas con el respaldo parlamentario de los independentistas vascos, los separatistas catalanes y los bildutarras de Otegi.

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