Los espías del Kremlin expulsados de España amenazaban a ciudadanos rusos si no apoyaban a Putin
España ha expulsado a un total de 27 miembros de la diplomacia rusa que operaban en la embajada de Rusia en Madrid. Un avión ruso en misión especial se los llevó este martes 12 de abril. Entre ellos había personal dedicado a tareas de inteligencia, espías que llevaban tiempo trabajando sobre el terreno en España. Su presencia no era un secreto para la inteligencia nacional, que les seguía la pista y conocía sus actividades. Pero de un tiempo a esta parte, explican fuentes conocedoras de sus movimientos, se habían centrado en «amedrentar» a los ciudadanos rusos residentes en España «de cierto nivel» para que lanzasen mensajes de apoyo a Vladímir Putin y defendiesen la invasión de Ucrania.
Durante años, la inteligencia rusa en España se ha movido con relativa tranquilidad. Así lo explican fuentes involucradas en monitorizar las actividades de los espías rusos enviados por el Kremlin a Madrid. Lejos de la imagen más cinéfila del papel de los espías, el personal ruso dedicado a estas tareas ha estado trabajando en España principalmente en tejer una «red de influencia» a la que recurrir en momentos necesarios. A base de contactos, reuniones, jornadas y acercamientos, Moscú tenía una puerta abierta a influir en diversos sectores, incluidos los mediáticos. Pero esa red se ha ido desmoronando en los últimos dos meses, especialmente después de la invasión lanzada por tropas rusas sobre Ucrania.
«Desde el inicio de la invasión están desquiciados», aseguran funcionarios del Estado españoles sobre la situación en la que se encontraban en las últimas semanas estos espías. Incluso han ido desapareciendo de la esfera pública y de actos donde antes se dejaban ver sin problemas. La embajada, desde la invasión, se ha bunkerizado. Ahí es donde se ha intentado rentabilizar esa «red de influencia». Pero parece que sin mucho éxito.
Amenazas a rusos
Conocen, por denuncias de ciudadanos rusos, que desde mediados de febrero la embajada inició una ofensiva hacia sus propios ciudadanos residentes en España.
El objetivo han sido empresarios con negocios en el país y fortunas que residen en la Costa del Sol, a quienes se les pedía primero, y exigía tiempo después, que defendiesen públicamente al Gobierno de Vladimir Putin. Que mostrasen simpatías públicas por esa «operación especial» sobre Ucrania, siguiendo las normas estrictas del Kremlin para dejar proscrita la palabra «guerra». Algunas de esas llamadas telefónicas y mensajes, aseguran quienes las han podido conocer de cerca, se desarrollaron «en tono amenazador».
La embajada, además, ha continuado reforzando algunos de los contactos mediáticos que mantenía desde hacía tiempo, buscando rentabilizar un trabajo de influencia sembrado durante años. Sin embargo, estas fuentes del Estado aseguran que en las últimas semanas no se han detectado actividad en este sentido.
Expulsión por seguridad
El Gobierno de Pedro Sánchez comunicó a principios de abril su decisión de expulsar a 27 diplomáticos y personal de la Embajada de la federación rusa, alegado que «representan una amenaza para los intereses de seguridad» de España así como por las «terribles acciones» de los últimos días en Ucrania, en referencia a las imágenes de cuerpos ejecutados yaciendo en las calles de la localidad ucraniana de Bucha.
El anuncio oficial lo realizó el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, tras reunión del Consejo de Ministros. Entre los que serán expulsados no se encuentra el embajador, Yuri Korchagin. «Queremos mantener la figura del embajador aquí y de nuestro embajador en Moscú para no perder las vías diplomáticas», aseguró Albares.