El gatillazo de Puigdemont: del éxtasis a la decepción en ocho segundos
Decepcionados. Así se han quedado los miles de independentistas que esta tarde siguieron en el Passeig Lluís Companys la comparecencia del president Carles Puigdemont, que prorrumpieron en aplausos y vítores cuando habló de asumir el mandato de la independencia, pero se vinieron abajo al ver suspendidos sus efectos para dialogar.
El júbilo duró poco, apenas unos segundos, y los abrazos de los concentrados cuando se vislumbraban los atisbos de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) dieron lugar a las lágrimas de algunos y la incomprensión de otros.
Una joven, de los muchos universitarios venidos a la concentración, convocada por las soberanistas ANC y Òmnium Cultural, se sentía engañada: «Menudo coitus interruptus…».
Mientras, una pareja se alejaba de la concentración dejando un mensaje de frustración: «Ha durado muy poco la independencia».
Y otros, más comprensivos pero también más veteranos, decían entender la estrategia por la necesidad de apoyo internacional y mostraban un apoyo cerrado al president «haga lo que haga y decida lo que decida».
En esa línea, había quienes se manifestaban constructivos y positivos y decían mirar al futuro con confianza.
Desde primera hora de la tarde, cientos de personas se fueron acercando al Arc de Triomf pero lo hicieron pausadamente, una vez que las columnas de Universitarios por la República fueron disueltas.
Los tractores han sido de los primeros en llegar. Cerca de una treintena se situaron bajo el Arc de Triomf, al inicio del paseo, dibujando el mismo cuadro de los últimos días: los ‘payeses’, con la independencia.
A media tarde, ya eran miles los simpatizantes independentistas que se concentraba en torno a la pantalla, con dos caras, que retransmitía, por la televisión pública catalana, la comparecencia de Puigdemont, que pese al retraso de una hora fue recibida a gritos de «president, president».
Aplausos multitudinarios al salir Puigdemont: todo estaba listo para la proclamación de «la República Catalana».
Proclamación en diferido que se convirtió en un jarro de agua fría para los asistentes al no ver recogidas sus expectativas.
Y los silbidos más sonoros, al nombrar Puigdemont al rey y al dictador Francisco Franco, así como cuando en imagen ha aparecido Xavier García Albiol, el líder del PPC.
La concentración se desarrolló entre carteles de Òmnium Cultural con el escrito «SOS Democracia» repartidos entre la gente y decenas de voluntarios de la ANC organizando el espacio y periodistas subidos en columnas y escalones para no perder detalle.
Banderas esteladas, junto a chapas, llaveros y pegatinas, han sido la tónica de la concentración, además de los gritos de ‘independencia’.
Y al final del Passeig Lluís Companys, un grupo de gente regalaba rosas rojas y amarillas a los asistentes.
También en este tramo del paseo, la izquierda independentista y anticapitalista, el sector más afín a la CUP, se reunía en uno de los accesos al parque de la Ciutadella, que ha permanecido cerrado durante todo el pleno por razones de seguridad.
Además, algunos militantes han afirmado que hacían «servicio de orden» por si a la concentración acudían militantes de fuerzas de extrema derecha que se habían citado en las inmediaciones del Parlament.
El discurso de Puigdemont no se siguió sólo en la capital catalana por pantallas gigantes, ya que muchos municipios instalaron otras tantas al aire libre en sus plazas mayores.
Y en muchos bares de Cataluña, también en las inmediaciones del Passeig Lluis Companys, televisiones y transistores transmitían la comparecencia.
Sólo varios centenares han esperado hasta el final del Pleno al entender muchos de ellos que también es importante «escuchar a los otros».