Calvo puso su cargo a disposición de Sánchez hace mes y medio por regalar la Ley Trans a Podemos
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El máximo enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Carmen Calvo se produjo hace un mes y medio. Era el momento álgido de la pelea por la Ley Trans. Calvo, feminista plena y radical, pero de un feminismo clásico, mostró su repulsa más absoluta por el avance de las tesis feministas de Podemos: unas tesis que abogaban ya entonces por la autodefinición de un genero fluido y modulable que permitiese a cualquier persona calificarse a efectos jurídicos en cualquier momento como hombre o mujer. Calvo se opuso frontalmente. Y ya entonces Sánchez anticipó la rendición ante Podemos. La bronca fue larga y tensa entre ambos socialistas. Y acabó con un “pongo mi cargo a disposición” de la todavía vicepresidenta. Ahora, Pedro Sánchez le ha tomado la palabra. Podemos manda.
La batalla perdida por Carmen Calvo dará que hablar en el seno socialista. Porque no ha perdido sólo una clásica del PSOE. Ha perdido una bandera del Partido Socialista. De hecho, esa fue la argumentación de Calvo. Que “ceder ante Podemos, era perder el liderazgo del feminismo”; que “Irene Montero quería mucho más que una ley, quería una derrota del PSOE en un asunto decisivo en la pelea electoral, como es el feminismo”; y que la vicepresidenta no estaba dispuesta a aceptar “ese paso atrás en el feminismo”.
El resultado de aquella reunión es ahora conocido. Podemos gana. La definición legal del ‘sólo sí es sí’ y la definición a efectos jurídicos de las personas trans es la que quería Podemos. Calvo pierde y sale del Gobierno. Porque quien genera problemas a Sánchez sale de la foto.
No es descartable que Carmen Calvo acabe siendo premiada con la Presidencia del PSOE. Pero ese cargo no es un puesto de poder. El cargo ejecutivo es el de secretario general. Y ese sillón, hoy por hoy, lleva el nombre de Pedro Sánchez. Eso ha quedado demostrado incluso cuando las tesis de Sánchez se han convertido en un lastre para el PSOE. Porque en el socialismo, hoy en día, sólo manda Sánchez. Y, por delegación, quien ríe a Sánchez.
Política Vs feminismo
Carmen Calvo no dudó en rechazar las tesis de Pedro Sánchez en aquella discusión. Y es que no eran argumentos de fondo del feminismo, sino, simplemente, decisiones tácticas sobre la necesidad de aguantar de la mano de Podemos. De no incomodar a la formación morada. Porque la única meta en Moncloa en estos momentos es intentar alargar el mandato hasta 2023. Y, para ello, Sánchez necesita a Podemos.
Calvo fue rotunda: “Pongo mi cargo a disposición”. Y Sánchez desafiante: en ningún momento dio el brazo a torcer. Y hoy, Carmen Calvo, la mujer más poderosa de España, como se la llegó a calificar hace meses, sale del Gobierno con las cajas bajo el brazo. Porque, lo cierto, es que Sánchez depende de Podemos. Y del separatismo. Y de los proetarras. Y aceptará todas sus peticiones para evitar un choque frontal.
Especialmente cuando Podemos, ERC y Bildu comparten espectro ideológico con el PSOE: la izquierda. Y eso significa que, con la debilidad actual de Sánchez, unas elecciones generales podrían desangrar al PSOE en beneficio de esas marcas radicales.
«Una chapuza»
Calvo, de hecho, llegó a pensar que podría ganar la batalla del feminismo frente a Podemos. Es más, pocas semanas antes de ese encontronazo con Pedro Sánchez, Carmen Calvo confirmaba que la aprobación de la Ley Trans en el Consejo de Ministros tendría que esperar, una vez más. Porque, pese a los intentos de la ministra de Igualdad, Irene Montero por lograr la luz verde a su ley, la vicepresidenta primera del Gobierno, última responsable de los temas que llegan a la mesa del Consejo de Ministros, había impedido por aquellas fechas de marzo que el texto llegara a la reunión semanal del gabinete de Pedro Sánchez. El argumento era que, desde su departamento, consideran «una chapuza» el texto que había propuesto la número dos de Podemos.
Calvo, según fuentes de Moncloa, bloqueaba la ley por no contar con un nivel mínimo de «seguridad jurídica» y pidió al Ministerio de Igualdad que volviera a rehacer el texto normativo para dotarla de las garantías exigibles para una norma de estas características. La número dos del Gobierno quería evitar lo que ocurrió hacía justo un año con la ley del ‘sólo sí es sí’, qué Montero quiso aprobar antes del 8M y posteriormente se tuvo que corregir en su totalidad «por las prisas».
El lance fue duro de masticar para Podemos. No sólo no avanzaba su ley, sino que, además, Carmen Calvo hacía pasar por ineptos a los cuadros jurídicos de la formación morada. Desde el equipo de la titular de Igualdad no tardaron en afirmar que ya se habían corregido las incorrecciones que se les notificaron previamente. Y acusaron a la vicepresidenta y al PSOE de «bloquear» sus propuestas. Podemos preparó su venganza. Y Sánchez aceptó. Ley Trans sí. Calvo no.