La calle aguanta la represión de Marlaska en Ferraz al grito de «¡Sánchez es un delincuente!»
Cargas policiales, botes de humo y vigilancia por helicóptero tras otra noche de protestas contra el PSOE por la amnistía
El pacto PSOE-Junts aísla cada vez más a Sánchez al sumarse a la presión de la calle el rechazo de jueces, fiscales, organizaciones profesionales y asociaciones de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado
La presión de la calle no cesa contra la amnistía pactada por el PSOE de Pedro Sánchez con los independentistas. Pese al fuerte despliegue policial ordenada por Marlaska, que anticipaba las cargas que finalmente se registraron, este sábado miles de personas han vuelto a concentrarse ante la sede central de los socialistas, en la madrileña calle de Ferraz. «¡Pedro Sánchez a prisión!» y «¡No es un presidente, es un delincuente!» son algunas de las consignas gritadas por los manifestantes. Ya van diez días de movilizaciones ciudadanas y la de este sábado es el anticipo de la gran manifestación convocada por el PP para este domingo en todas las capitales de provincia, que se prevé que sea masiva en Madrid.
La escena se ha repetido en la calle Ferraz este sábado al caer la tarde: un gran dispositivo policial desplegado por el Ministerio del Interior para mantener a los manifestantes lo más lejos posible de la sede del PSOE, y una marea de ciudadanos que se han congregado nada más caer la tarde para sumarse a esta nueva movilización ciudadana.
Entre los gritos lanzados no ha faltado el ya clásico «¡Sánchez traidor!». También el lema «¡España no se vende, España se defiende!», junto a proclamas a favor de la unidad de la nación -consagrada en la Constitución-, vivas a España y a la Guardia Civil. Esto último después de que cinco asociaciones profesionales de la Benemérita se unieran este sábado en un manifiesto conjunto para plantar cara a las advertencias lanzadas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, contra agentes que han recordado que están obligados a defender la Constitución.
Un día más, la protesta acabó con cargas policiales ordenadas por la cúpula del Ministerio del Interior, que dirige el socialistas Fernando Grande-Marlaska. El argumento de la actuación policial fue la aparición de un pequeño grupo de radicales en primera línea, que fueron reprobados por la multitud que se manifestaba pacíficamente.
Los agentes, que lanzaron botes de humo y pelotas de goma, arremetieron contra manifestantes mientras el despliegue policial era reforzado desde el aire por un helicóptero.
Posteriormente, un nutrido grupo de manifestantes que portaban banderas de España se sentaron ante una unidad de antidisturbios que aguardaban de pie frente a ellos como muestra de resistencia pacífica ante el dispositivo desplegado por Marlaska.
Los estrategas del sanchismo confiaban en que el paso de los días desinflara la contestación popular a un pacto que, como ha advertido la Judicatura en pleno, pone en jaque al Estado de derecho al suspender su eficacia a los independentistas condenados o con causas pendientes por la comisión de actos ilegales para forzar la secesión. Lejos de bajar la presión, ésta aumenta para Pedro Sánchez y un PSOE en el que, de momento, su líder mantiene prietas las filas en defensa de sus maniobras.
El PSOE, cada vez más aislado
Conforme aumenta esa presión en la calle, crece también el aislamiento social de Sánchez: a las persistentes movilizaciones ciudadanas se añade la contestación sin precedentes que está teniendo lugar desde la Judicatura en bloque, organizaciones profesionales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, un significativo sector de la Fiscalía, asociaciones de altos funcionarios y múltiples miembros de la Abogacía. Todos coinciden en que lo pactado por Sánchez con Puigdemont no tiene encaje constitucional y socava los cimientos del Estado de derecho en el que se cimienta la democracia. Sánchez, por su parte, persiste en su estrategia y opta por hablar de nuevo del «franquismo» para censurar a quienes se manfiestan contra él –de palabra o en la calle–.
En un mitin en Málaga, el líder del PSOE ha dicho que quienes le critican son «la ultraderecha más nostálgica de esa cruel dictadura que fue la dictadura franquista», «cuyo eco resuena hoy con la complicidad de una derecha tradicional ya parasitada desde el punto de vista de los contenidos de su propuesta política por la ultraderecha».
Sánchez pronunció estas palabras poco antes de que los ciudadanos volvieran a manifestarse en Ferraz y menos de 48 horas después de que el Consejo General del Poder Judicial y todas las asociaciones de jueces, al unísono y sin excepción, expresaron su frontal rechazo al pacto Sánchez-Puigdemont por vulnerar la división de poderes, atentar contra el Estado de derecho y, por tanto, erosionar la democracia constitucional.