Aznar y Rajoy coinciden en un acto y no cruzan ni la mirada

Aznar y Rajoy coinciden en un acto y no cruzan ni la mirada

Ni siquiera «nuestro único Nobel vivo» sirve para unir lo que la política ha roto. Dos presidentes. Dos del mismo partido. Pero separados por océanos de distancia. Mariano Rajoy y José María Aznar hicieron lo imposibe por no tener que disimular su relación inexistente, la frialdad de su trato. La lejanía de su diagnóstico y, sobre todo, de su receta.

Se inauguraba este martes en la casa América de Madrid el simposio ‘Vargas Llosa: cultura, ideas y libertad’ y el protocolo había reservado los lugares de honor a Rajoy y a Aznar. Pero los dos presidentes ni se miraron.

Compareció el Aznar reivindicativo de su legado, el de «las grandes decisiones»

La llegada a la sede de la cultura iberoamericana en Madrid de ambos fue fría, sin saludos, evitando en lo posible cualquier contacto. Una vez dentro del auditorio, abarrotado de periodistas, socios de la Casa, líderes de opinión y ex jefes de Estado y de Gobierno -el chileno Piñera, el colombiano Uribe-, el presidente del Gobierno en funciones fue el encargado de dar la bienvenida a los allí reunidos.

Con Rajoy ya se sabe, las sorpresas son pocas. Si ya por la mañana en la entrevista que concedió a Onda Cero hubo pocos sobresaltos, menos todavía se podía esperar de un discurso institucional y celebrativo de los 80 años de Mario Vargas Llosa, peruano y español, literato y libertario, pensador y político.

Fue Rajoy el responsable de la cita que abría este artículo, un recordatorio obvio de que Vargas Llosa es «nuestro único Nobel vivo». Fue Rajoy quien reivindicó que durante su Gobierno «Latinoamérica ha sido una prioridad». Fue Rajoy quien dijo que la obra del novelista «convierte la vida en sueño y el sueño en vida».

El líder del PP no arriesgó, reivindicó la valentía del escritor y le deseó muchos más años de «compromiso con la libertad y la palabra». Lo dicho, un texto bien leído, equilibrado, correcto. Saludado por los asistentes. Y, antes de bajar rápido a la primera fila, abrazado por el homenajeado. Por Aznar, no.

En una cosa sí coincidieron el actual presidente del Partido Popular y su antecesor en el cargo y elector para el puesto, en llamar a Vargas Llosa «héroe de la libertad». Quizá sólo en eso.

Porque José María Aznar ahondó mucho más en el concepto. De hecho, fue el Aznar asertivo y reivindicativo de su legado, el de «las difíciles decisiones» que tomó durante su etapa de Gobierno. Es más, fue un Aznar que se subió al estrado a hablar después del literato muy dispuesto a hacerse acreedor de parte de su aura.

El de Aznar fue un discurso caído a plomo, en el que nadie salió indemne, pues las interpretaciones de sus palabras, críticas «con los tiempos que nos tocan y los líderes que tenemos», viajaban de izquierda a derecha tocándose por los extremos del «populismo». Y fue al pronunciar esa palabra el momento en que hizo una pausa valorativa y advirtió: «O actuamos y nos defendemos o claudicado ante los populistas, que son la antesala de la barbarie».

Pero decíamos que los párrafos del ex presidente Aznar venían con etiqueta de destinatario. Y el primer señalado por su acerado verbo -quién decía que Aznar no tenía carisma ni discurso- fue su sucesor ‘popular’ en la Moncloa y en Génova 13. Para el presidente de honor del PP, «la libertad hoy está en riesgo» a causa de «los acomplejados» que «no saben defender sus principios y las leyes legítimas». No es la primera vez que el ex mandatario envía mensajes a Rajoy utilizando sustantivos como «inacción» o «indecisión». Aznar insistió en que «defender la libertad, como yo siempre he hecho, es incómodo, porque nos saca de casa, nos obliga a aceptar el desafío», dijo levantando la mirada hacia la primera fila, donde se sentaba Rajoy, «y a ganarlo».

Opina Aznar que hacen falta «nuevos líderes que sepan estar a la altura del reto de defender los valores democráticos», pues en su opinión «muchos siguen buscando los porqués del 11S» u otros atentados como el 11M, los de París o Bruselas. «Pero no es el porqué, sino el para qué: quieren acabar con nuestra libertad».

Mientras advertía de que si no defendemos los valores de la democracia «cueste lo que cueste», perderemos la batalla, porque «la inacción y la retórica barata son la semilla de la desazón y los complejos», el discurso del ex presidente español viró de los entornos locales a los globales.

Y sacó Aznar el zarpazo directo a la yugular que guardaba para Obama, a quien acusó de soslayo de no haber sabido leer el libro de la historia «después del 11S y la crisis de 2008».

Recordó que «desde el discurso en El Cairo», al inicio del primer mandato del actual presidente de EEUU -antes de las primaveras árabes, antes de su llamada telefónica al presidente iraní Rohani y del acuerdo nuclear, antes del ISIS, antes del llamado deshielo con Cuba, antes de que su secretario de Estado se sentará con los narcoterroristas de las FARC-, «no se han respetado las normas y cuando éstas emanan de instituciones legítima no hay que renunciar a ellas, porque el precio es nuestra libertad».

Tras loar al escritor a quien están dedicadas las jornadas, como » héroe de la libertad» y -el ex presidente no podía evitar superar la cita del presidente en funciones- como el responsable de la «hazaña de la civilizacion», los aplausos atronaron la sala.

Abrazó Vargas Llosa a Aznar. Y Rajoy no.

Lo último en España

Últimas noticias