La auto-profecía de Fernando Simón en 2008: «Una crisis mina la autoridad de los responsables sanitarios»
El portavoz de Sanidad para la crisis del coronavirus reflexionaba en un artículo, años atrás, sobre la importancia de la detección temprana para prevenir crisis sanitarias


169 muertos por coronavirus en las últimas 24 horas. Un total de 767. 17.147 contagios en España. 3.431 nuevos casos en un sólo día. Son las últimas cifras de la epidemia de coronavirus, que sigue cebándose con nuestro país. La actualización la ofrece cada día Fernando Simón, el portavoz de Sanidad para las alertas y emergencias sanitarias y al cara visible desde que comenzó la crisis. Hasta el 9 de marzo, Simón negaba riesgos, despreciaba la posiblidad de un contagio generalizado, minimizaba una pandemia que avanza imparable. Incluso consideraba que acudir a las masivas manifestaciones del 8-M no implicaría consecuencias, en línea con el mensaje del Gobierno, que autorizó y alentó esas marchas. Un artículo firmado por el propio Simón en 2008 adquiere paradójicamente ahora un sentido nuevo. En él, el experto avisaba: la detección de las nuevas amenazas «requiere de una correcta evaluación de riesgo».
Su título era ‘Amenazas para la salud y crisis sanitarias. Aproximación a la alerta y respuesta’ y el ahora portavoz de Sanidad para la crisis del coronavirus, cuestionado por su retraso en la previsión de la pandemia, daba lecciones para prevenir las crisis sanitarias derivadas de las epidemias mundiales. Simón, director del Centro Nacional de Epidemiología, avisaba además a las autoridades sanitarias: reaccionar tarde y mal a una pandemia provocaría una «merma de su autoridad».
Simón, que negaba el riesgo de contagio mientras la epidemia penetraba implacable en el país, reflexionaba en dicho artículo sobre la amenaza de las enfermedades emergentes y los mecanismos para reaccionar a tiempo a las alertas. «Su detección requiere de una correcta evaluación de riesgo», decía, quien, años después, despreciaba el riesgo de las masivas manifestaciones del 8-M en la expansión del coronavirus.
Pero la reflexión que ahora adquiere una nueva mirada llegaría después, cuando Simón hablaba de las «crisis de salud pública», es decir, «la situación que se produce cuando la urgencia en la toma de decisiones y la incertidumbre que suceden tras la aparición de una amenaza sanitaria superan la capacidad normal de respuesta de los responsables sanitarios llegando a minar su autoridad».
«Entre los factores que incrementan la percepción social de riesgo y, por tanto, favorecen las situaciones de crisis, destacan los siguientes: la detección tardía de la amenaza y el retraso en la implementación de medidas de control, la excesiva atención mediática y la incertidumbre de la información o la falta de confianza en las fuentes», avisaba el experto.
Su consejo: «El factor principal en el que debemos trabajar para reducir el riesgo de una crisis sanitaria es minimizar el tiempo entre la aparición de los riesgos o los problemas sanitarios, la detección y la notificación de éstos, y la respuesta inicial».
No es una tarea fácil, concluía: «Conseguirlo implica un importante compromiso político, una inversión inicial de cierta importancia y, quizá lo más complicado, un cambio en la implicación de los profesionales sanitarios en la vigilancia». «Es necesario el establecimiento en cada comunidad autónoma de sistemas de alerta y respuesta», aseveraba Simón, «éste es un proceso lento que produce muchos frutos, imprescindible en la actualidad».
«La respuesta ante las crisis sanitarias mejora si se realiza un análisis de amenazas existentes, catálogos de riesgos, simulaciones, preparación de gabinetes de crisis y asignación de competencias y, en especial, la evaluación de las respuestas ya realizadas ante crisis, para los ajustes y la mejora continuada», concluía.
En el texto, el experto describía los avances en los sistemas de detección temprana de las nuevas amenazas y opinaba que «el criterio de los profesionales de la salud pública cobra una importancia cada vez mayor en este contexto y el acceso oportuno a la información y su procesamiento son elementos fundamentales para responder al nuevo reto».
Simón alentaba a la conciencia de los gobiernos sobre la necesidad de notificar cuanto antes las alertas sanitarias y avisaba que el éxito dependería «del desarrollo paralelo de sistemas de información que permitan la detección precoz y el seguimiento de riesgos para la salud», la llamada «inteligencia epidémica».
¿Cómo estaba el asunto en España? El ahora portavoz de Sanidad advertía entonces que se había «iniciado» el proceso de adaptación «a un mundo en el que cada vez es más importante la detección precoz de riesgos potenciales, incluso antes de que hayan afectado a la salud de las personas». Mejorar esos sistemas permitiría, en su apreciación, «predecir situaciones de riesgo y mejorar la preparación de los servicios sanitarios para dar una respuesta rápida a los problemas de salud asociados a estos factores».
Simón era crítico con el sistema de alertas español. «Dada la estructura administrativa española, el desarrollo de estructuras centrales como ésta -el Centro de Emergencias y Alertas sanitarias del Ministerio de Sanidad, que ahora dirige- requiere una estrecha coordinación con los servicios que aseguran la detección y la comunicación las 24 h en las comunidades autónomas». «Esto debería fomentarse», avisaba.