Crisis del coronavirus

Un año del vaticinio de Simón sobre el Covid: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso»

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Pelayo Barro

«España no tendrá, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado», pronosticó el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el 31 de enero de 2020. Este domingo se cumple justo un año de aquel momento. Pasados 365 días desde entonces, el país suma más de 2,5 millones de contagios, se adentra peligrosamente en una tercera ola con récord de contagios diarios y cuenta a los muertos de la pandemia por encima de los 80.000. Mientras, Simón -que ya pronostica el fin de la tercera ola- se ha desvinculado de una posible salida acompañando al ya ex ministro de Sanidad Salvador Illa.

Puede considerarse sin lugar a dudas la predicción más famosa, y también más errada, de la historia reciente de España. El 31 de enero de 2020, el director del CCAES y figura que encarna a esos expertos en los que el Gobierno ha basado gran parte de su estrategia y decisiones, dio una rueda de prensa ante las noticias que alertaban sobre la llegada de un desconocido virus desde la ciudad china de Wuhan. Un patógeno que había provocado imágenes nunca vistas hasta el momento, con 16 millones de personas confinadas, hospitales construyéndose a contrarreloj y sanitarios operando en las calles con trajes de protección biológica y mascarillas.

Aquellas escenas, sacadas de una película postapocalíptica, pronto llegarían a España. Pero aquel mismo 31 de enero, día en que la Organización Mundial de la Salud decretaba una «emergencia de salud pública de importancia internacional» en torno al coronavirus, Simón minimizó hasta el extremo la influencia que tendría el patógeno en el país: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado».

Aquellas trece palabras se harían célebres unas semanas más tarde, cuando los contagios comenzaron a crecer exponencialmente a finales de febrero. El Gobierno seguía insistiendo en que sus expertos no veían peligro alguno para la población, mientras grandes multinacionales se borraban del Mobile World Congress de Barcelona y obligaban a suspender el evento.  Los nuevos casos se iban sucediendo en España hasta alcanzar niveles preocupantes en la primera semana de marzo.

El 8-M y Simón

Mientras otros países decretaban la alerta y procedían a suspender eventos masivos por recomendación de sus epidemiólogos, que ya intuían con claridad lo que se acercaba, en España a Simón se le preguntaba sobre si debía mantenerse la celebración de las marchas del 8 de marzo, el Día de la Mujer. En la víspera del evento, Simón contradijo al resto de la comunidad epidemiológica descolgándose con un: «Si mi hijo me pregunta si puede ir (al 8-M) le diré que haga lo que quiera». Fueron más de 600.00 personas las que acudieron al medio millar de marchas que se celebraron aquel día. Unas horas después de las manifestaciones, tal y como admitió sin pudor alguno el Gobierno, se detectó un agravamiento de la situación que no se había visto hasta entonces -siempre según el Ejecutivo-.

Italia, por entonces, ya estaba confinada a cal y canto. En España no fue hasta el miércoles 11 de marzo cuando se puso sobre la mesa la posibilidad del confinamiento. Y fue OKDIARIO quién lo adelantó: cerrar la actividad del país, que en aquel momento le parecía ciencia ficción a la opinión pública, ya estaba sobre la mesa en Moncloa. En ese momento, tal y como desveló este periódico, el Ejecutivo de Pedro Sánchez valoraba confinar la Comunidad de Madrid en vista del aumento de los contagios. De la sorpresa inicial por esta información se pasó en tan sólo 48 horas a la aceptación: Sánchez comparecía en todas las televisiones del país para anunciar un confinamiento de 15 días. Luego se alargaría hasta casi los dos meses.

Llega el caos a España

Fue a partir de ese momento cuando se desató el caos en España. Empezando por el sanitario, con los hospitales viviendo lo que definirían como un escenario bélico. Unidades de Cuidados Intensivos colapsadas, hospitales con la mitad de sus profesionales de baja tras dar positivo por coronavirus, triaje para seleccionar a aquellas personas que pudiesen sobrevivir frente a las que no, uso en pacientes de respiradores que se utilizan habitualmente para experimentación con cerdos, hospitales militares de campaña y una falta absoluta de material para proteger a los sanitarios, que tuvieron que pertrecharse con mascarillas caseras e improvisadas batas elaboradas con bolsas de basura.

Unas semanas antes del caos, el Gobierno de Sánchez  se había jactado de que España tenía «mecanismos suficientes» para hacer frente a la pandemia. A partir del confinamiento, y especialmente tras éste, Moncloa cedió toda la responsabilidad de sus decisiones a los «expertos». Un grupo sin identificar que terminó siendo lo que todos sospechaban: Simón y sus ocho funcionarios del Ministerio.

De ellos, según el Gobierno, fue por ejemplo la decisión de posponer el pase de fase a la Comunidad de Madrid durante la llamada ‘desescalada’ -afectando gravemente durante varias semanas a la actividad económica de la región- o, posteriormente, la imposición de un estado de alarma sobre Madrid, mientras el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso advertía de que las medidas de sus epidemiólogos sí estaban dando frutos.

Las ‘perlas’ de Simón

Y en medio de todo el caos, Fernando Simón siguió acumulando escenas para la hemeroteca. Algunas rozando el surrealismo, como cuando vinculó con un «gran accidente de tráfico» el exceso de fallecidos que reflejaban los datos de los registros civiles respecto a los que daba su departamento diariamente. Los muertos que Sanidad ocultó entonces bajo la alfombra de sus estadísticas alcanzaban los 5.000, mientras que la DGT, como recogió OKDIARIO, sumaba tan sólo 26 accidentes mortales con la suma de 30 fallecidos.

En otras ocasiones, el límite del surrealismo en las comparecencias de Simón se superó ampliamente. En septiembre, tras anunciar un día que se habían contabilizado 4.000 nuevos casos y que España se dirigía hacia una segunda ola, Simón le susurró a un periodista «voy a meterme el dedo en la nariz». Sus palabras fueron captadas por los micrófonos que cubrían su intervención.

Antes de eso, Simón también había acumulado otras polémicas a sus espaldas, como cuando, saltándose la recomendación de viajar salvo por motivos puramente necesarios, se desplazó a la costa portuguesa a practicar surf. No fue la única actividad deportiva que disfrutó ese verano: también buceó, escaló y montó en globo con Jesús Calleja para su ‘Planeta Calleja’ monográfico.

Sus predicciones en 2021

Este 2021 tampoco ha sido un año exento de declaraciones polémicas para Simón. En este mes de enero, el ‘gurú’ del Gobierno para el coronavirus pronosticó- de nuevo en falso- que las nuevas cepas tendrían un impacto «marginal» en la tercera ola, señaló a los bares como causantes de los contagios -pese a que sólo representan el 2,4% de los brotes según Sanidad-, culpó a los españoles por haberlo «pasado mejor de lo que deberían» en una Navidad marcada por las restricciones y, por último, pronosticó el fin de la tercera ola justo cuando España batía sus récords de contagios cada 24 horas.

En todo este año ‘horribilis’ de Simón han sido muchas las peticiones de dimisión que ha recibido el director del CCAES desde los más diversos ámbitos. La oposición, empresarios, asociaciones médicas o medios de comunicación. Sin embargo, se ha mostrado impasible ante todas ellas. La última, esta misma semana cuando le preguntaron si se iría con el ministro Illa, ahora «centrado al 101%» en la campaña catalana. Simón echó balones fuera: «He conocido 7 ministros desde que estoy aquí».

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