La verdad del conflicto de la familia Alvarez

Don Pablo
Don Pablo

Al parecer al español de a pie le encantaría vivir un Falcon Crest. El episodio sufrido los pasados días por María José Álvarez de la multinacional Eulen, empresa dedicada básicamente a la seguridad, ha sido enfocada por numerosos periodistas y tertulianos del cuore como una hipotética derivada del conflicto societario que mantiene con sus hermanos. No hay nada que apasione más que construir relatos de intrigas familiares con el mundo del vino como telón de fondo. Cierto es que los últimos años se han desatado algunas guerras familiares por el control de algunas bodegas, singularmente con la familia de Alejandro Fernández y Pesquera, o el más reciente cisma que se ha creado en la Bodega Emilio Moro. También en la más prestigiosa bodega de Ribera del Duero como es Vega Sicilia.

Los hechos conocidos por fuentes policiales hablan del hecho delictivo de naturaleza común, con un desarrollo propio de un asalto e intento de robo a una empresaria en una zona acomodada en las afueras de Madrid, con un coche exclusivo y de alta gama como posible objeto de deseo criminal por parte de unos sujetos que abordaron a Álvarez. Pero de manera sorprendente, en la investigación policial, que tenía como elementos llamativos el uso de armas de fuego tanto por los agresores que pudieron haber exhibido las mismas, y por el conductor de la víctima que hacía labores de escolta para defenderse del ataque, se ha deslizado como elemento periférico el hecho de que la presidenta de esa compañía tenía un conflicto de naturaleza societaria. Como la imaginación calenturienta es libre y como muchos comentaristas buscan atizar audiencias con conspiraciones sicilianas, se ha creado una surrealista bola de nieve sobre dicho enfrentamiento entre los derechos familiares sobre dos sociedades mercantiles.

María José Alvarez, presidenta de Eulen.
María José Alvarez, presidenta de Eulen.

La realidad es desde luego muy distinta en lo que afecta a la marca española tal vez la más reputada a escala internacional. Vega Sicilia es hoy más que una Bodega de vinos por su apuesta por la excelencia, y así se ha convertido en icono de exclusividad y categoría cultural. Desde que a finales del año 2009 el padre de todos los hermanos, David Alvarez, decidiera retomar el control directo de los dos grupos empresariales fundados por él mismo junto a su primera esposa, se produjo una fractura familiar que desembocó en que cinco de sus hijos asumieron el efectivo control de la sociedad llamada El Enebro, de la que depende Vega Sicilia. Estos cinco hermanos, que hoy mantienen unida su posición, tenían la propiedad mayoritaria de las acciones de dicha mercantil por herencia directa de la fallecida madre a principio de la década de los 80 del pasado siglo XX. Desde aquel momento, los intentos de David Alvarez en primer lugar, y después juntos a sus hijos Maria José y Jesús David de desvirtuar los derechos políticos de los titulares no han tenido éxito. La posición que el padre ostentaba como usufructuario de los títulos ha chocado con la Justicia hasta el extremo del Tribunal Supremo que puso fin a un largo proceso judicial, al reconocer en mayo de 2015 la existencia del usufructo el cual no privaba a los cinco hermanos del libre ejercicio y por ello del control de la compañía.

En el mundo del vino la figura de Pablo Alvarez como auténtico ideólogo del ascenso de la emblemática empresa de vinos de Valbuena de Duero hasta su cima enológica mundial, adquiere un valor incontestable. En paralelo, según fuentes consultadas sobre la naturaleza jurídica de la cuestión, los cinco hermanos que controlan Vega Sicilia vendieron incluso las acciones que poseían en el grupo empresarial Eulen, a la matriz “El Enebro”, haciendo más vigorosa su posición accionarial. La reacción del patriarca y los dos hijos que en ese momento se alinearon con él, fueron el ejercicio de unas acciones penales que tuvieron idéntico destino que los pleitos precedentes, al ser archivadas. Al parecer, la batalla no finalizó antes estas acciones frustradas, pues tras el fallecimiento de David Alvarez, su hija María José, a la sazón presidenta de Eulen, ha continuado accionando sobre aquella venta e impugnando los diferentes acuerdos con El Enebro, con pretensiones de diversa índole. Destacan aquellas también desestimadas donde se alegaba la falta de reparto de dividendos de mucha cuantía, y en definitiva todas de naturaleza económica sobre el valor de las participaciones.

El mundo del vino hoy protagonizado por empresas cada vez más profesionalizadas, tiene los sarampiones propios de la madurez de las sociedades mercantiles. Pero este suceso que aparentemente nada tiene que ver con una Bodega hoy tan señera como Vega Sicilia, ahora en plena celebración de los cuarenta años de la propiedad de esta familia al frente de la misma, no debería afectar a su brillante futuro. El escaso rigor con el que se han abordado informaciones en caliente, y sin contrastar con las posiciones reales de los interesados y con el desarrollo empresarial de las firmas, debería ser un insólito chafardeo sin mayor recorrido. Falcon Crest además de estar lejos de Ribera del Duero no dejó de ser nada más que una pastelosa serie de televisión.

Lo último en Economía

Últimas noticias