Industria

Sánchez fracasa en Nissan Barcelona mientras Macron y Merkel riegan al automóvil con 10.500 millones

El Gobierno de Pedro Sánchez no ha cerrado todavía un plan de incentivos que demuestren el compromiso del país con el sector a pesar de que el destino de la planta de la Zona Franca se estaba barruntando con mucha fuerza desde hace dos años.

España lidera en enero el hundimiento de las ventas de coches en Europa por el hachazo fiscal de Sánchez
Pedro Sánchez y Angela Merkel.

El mazazo del cierre de Nissan en Barcelona, no por esperado es menos doloroso y dañino para la industria del automóvil y de los componentes en España. Pilla al país con el pie cambiado frente a competidores como Francia y Alemania, que de por sí tienen más fortaleza que España dado que  PSA y Renault son firmas francesas y Volkswagen y Daimler, alemanas. En algunos casos, como ocurre en Francia, el propio Estado es accionista de referencia.

Frente a ello, el poder de fabricación de España sólo puede defenderse, según asegura el sector, con ayudas que demuestren el compromiso español con su industria. Bien sea ayudas a la propia producción como al consumo. Pero por el momento, las ayudas no se han anunciado.

Actualmente, el secretario de Estado de Industria, Raúl Blanco, se encuentra en conversaciones con las cuatro patronales del sector -Anfac, para los fabricantes; Faconauto para concesionarios oficiales; Ganvam para concesionarios oficiales e independientes y talleres oficiales e independientes; y Anierac para componentes- para aprobar un plan de ayudas, pero no se ha aprobado aún. La ministra de Industria Reyes Maroto insiste en señalar en sus declaraciones públicas que se va aprobará, pero sin dar fechas ni cifras.

Mientras tanto, Francia ya ha anunciado 8.000 millones de euros para su sector automovilístico -1.000 de ellos, para incentivar compra de vehículos-, y Alemania está a punto de aprobar una ayuda de 2.500 millones que vendría para adquisición de vehículos nuevos y achatarramiento de viejos y se implementará en junio. 10.500 millones en total.

Con más fortaleza Emmanuel Macron, que parece apostarlo todos por el sector, y con firmeza Angela Merkel, ambos líderes europeos parecen llevar muchas cuadras de ventaja sobre España, donde Pedro Sánchez ha cosechado un rotundo fracaso en su intento por mantener Nissan en Barcelona.

Frente a esto, el plan Moves, que se puede anunciar la semana que viene, tendría una cuantía de 65 millones de euros, una cantidad irrisoria frente a las que están poniendo encima de la mesa los franceses y alemanes.

Ayudas a la compra

Al hecho de que España no tiene los centros de decisión aquí, algo que siempre lamentan los directivos de industrias como la auxiliar (donde España sí que tiene grandes empresas nacionales, como Antolín, Gestamp o CIE Automotive) se suma que en los últimos meses se ha perdido un tiempo precioso para seducir a los japoneses, y a otros fabricantes de coches con fábricas instaladas en España, de que este era un país comprometido con la industria.

Por ejemplo, muchos miembros del sector automóvil y directivos como Francisco Riberas (Gestamp) se han hartado de pedir que se apruebe un plan de ayudas para la compra de automóvil «con neutralidad tecnológica», un matiz muy importante. Es decir no penalizar a los coches de diésel o de gasolina, que son la mayoría de los que se fabrican en España. La razón: la industria española no es líder en producción vehículos eléctricos. Francia quiere construir un millón de coches eléctricos en poco tiempo. Es decir, que no tendría sentido que se mande un mensaje para subvencionar tan sólo la compra de coches eléctricos en España, que no se fabrican en el país.

Impuesto al diésel

Pero además de no establecer un programa de ayudas claro, que podría aprobarse en los próximos días ya que está en negociaciones avanzadas desde hace semanas, el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos ha coqueteado demasiado tiempo con los impuestos específicos para carburantes y concretamente para el diésel, que es precisamente el motor que más se fabrica en España. Estos mensajes no han gustado a las casas matrices, y no parecen haber ayudado tampoco para mantener a Nissan, que fabrica el Navara diésel en Barcelona.

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