La salida a bolsa de Uber confirma el peso de la economía digital en Wall Street
Uber, la compañía de transporte, debuta en la Bolsa de Nueva York el viernes 10 de mayo. Esperado con ansia tanto por Wall Street como por Sillicon Valley, dado que muchos inversores consideran que puede ser la mayor salida a bolsa de una empresa este año.
La compañía de vehículos de alquiler con conductor que empezó como una ‘start-up’ lleva semanas preparándose para dar el salto a los mercados financieros. Uber ofrecerá hasta 207 millones de acciones de la empresa y debate fijar un precio por acción de 47 dólares o por debajo, en el punto medio del rango de entre 44 y 50 dólares por título que fijó en su solicitud de registro ante la Comisión de Mercados y Valores estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés). Uber fue fundada en 2009 y, diez años después, cuenta con operaciones en 700 ciudades de 63 países en donde atiende a 91 millones de usuarios cada mes.
La empresa estadounidense aspiraba en primeras versiones de su folleto ante la SEC a una valoración bursátil de 100.000 millones de dólares, aunque fue disminuyendo esta meta por cautela. Ahora, Uber, radicada en San Francisco (California), aspiraría a llegar a los 79.000 millones de dólares en capitalización bursátil, mientras que, en otro momento, los bancos de Wall Street han llegado a otorgarle una valoración inicial en bolsa de hasta 90.000 millones de dólares.
Podría rivalizar así con Facebook como el mayor debut de una empresa tecnológica en el parqué neoyorquino (NYSE), que tuvo una valoración de 104.000 millones de dólares. La empresa de comercio electrónico Alibaba debutó en la bolsa de Nueva York en 2014 con una valoración inicial récord de 179 millones de dólares.
Pese a las expectativas que hay hacia la salida a bolsa de la empresa y su ejemplo como empresa tecnológica unicornio, empresas que alcanzan un valor superior a 1.000 millones de dólares sin cotizar en bolsa, los resultados financieros de la empresa no reflejan ese positivismo.
Uber ingresó 11.270 millones de dólares en 2018 (un aumento de 3.800 millones de dólares en 2016), con un beneficio neto de 997 millones, pero un EBITDA que arrojaba pérdidas de 1.850 millones de dólares. Este hecho, que refleja lo avalada que están por inversores, hace preguntarse cuándo empezará a generar ganancias con el que justificar esa la alta valoración del mercado.
Otro desafío al que se enfrenta la empresa es con su mayor activo, los conductores. Días antes del entorno bursátil, los empleados de Uber fueron a la huelga en varias ciudades de EEUU esta semana pasada reclamando mejores condiciones laborales. Los conductores que prestan sus servicios a Uber son contratistas, autónomos no empleados de la empresa, por lo que no forman parte de la plantilla y muchos aseguran sentirse damnificados por el modelo de la economía digital.
«Uber no es una compañía pobre. Le pagó a sus cinco principales ejecutivos $143 millones en compensación el año pasado, incluidos $45 millones a su CEO», dijo en un tuit Bernie Sanders, candidato demócrata a la Casa Blanca. El estatus laboral de los contratistas independientes le ha supuesto a Uber varias demandas judiciales, muchas de las cuales están abiertas.
Pie de foto: El director ejecutivo de Uber, Dara Khosrowshahi, sustituyó al fundador Travis Kalanick al frente de la empresa.
La empresa que ha revolucionado el sector transporte, y que se se está diversificando hacia servicios de movilidad y transporte más amplios, busca establecer una mejor relación con los conductores a la par que continúa en un proceso de lavado de cara tras la salida de su fundador Travis Kalanick por crear una cultura de trabajo tóxico.
El director ejecutivo de la nueva era de Uber, Dara Khosrowshahi, quiere demostrar a los inversionistas que la que fue una empresa emergente ha evolucionado de esa mentalidad y ‘modus operandi’. Tanto es así que espera mantener a Kalanick en el asiento trasero el día de la salida a bolsa.
Un reto más al que se enfrenta es, según los riesgos incluidos en el registro ante la SEC, la intensa competencia que se enfrenta en el sector. Lyft, el mayor rival de Uber en Estados Unidos, salió a bolsa en marzo y se está siguiendo de cerca su desempeño para comprender cómo le irá a Uber pronto.
Su trayectoria se caracteriza por pasar de ser simplemente un servicio de transporte de pasajeros a una plataforma tecnológica para servicios que van desde la entrega de comestibles y comidas para llevar hasta la organización del transporte de carga. Mientras tanto la presencia de Uber en el mundo no se detiene, como quedó evidente en marzo cuand o compró a su riva en Oriente Medio, Careem, por 3.100 millones de dólares.
El 10 de mayo será una jornada que marcará un antes y después en la historia de la joven empresa, que ya ha sobrepasado la designación ‘start-up’ o empresa emergente. Lo que empezó como una ‘app’ para smartphone con la que basta pulsar un botón para conseguir un viaje entra en una nueva era con el paso de ser una privada a pública.
Nadie sabe con exactitud cuál será el destino final de Uber, pero el viaje se presenta movido, porque más allá de Wall Street, la empresa tiene el vehículo autónomo en mente como el futuro de su modelo de negocio.
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