¿Qué podemos esperar de la economía norteamericana?
Partamos de la base de que podemos hacer grandes esfuerzos analíticos para saber dónde estamos hoy, pero no sabremos exactamente dónde estaremos mañana.
Esto aplica especialmente a la economía, una ciencia, sí ciencia, que trata sobre realidades espirituales… sí, espirituales porque cada persona tiene su propios fines en la vida, su propia jerarquía de valores que condiciona sus fines últimos e intermedios, y en muchas ocasiones estos son cambiantes.
A estos fines, sean cuales fueren, se aplican medios para su consecución, medios que nos son escasos para todos. Cada cual valora más estos medios en función de la utilidad que espera de ellos, y todo esto es subjetivo porque cada persona tiene sus propios fines, y aplica estos medios a aquellos que valora más en función de la utilidad subjetiva percibida.
De este proceso nacen los intercambios y consecuentemente los precios que analizamos con toda la profundidad que podemos a nivel histórico y cualitativo (no solo cuantitativo), para ESTIMAR que puede ocurrir en el futuro en función de probabilidades y escenarios.
Esta es la base teórica que explica la realidad y cuyo fundamento está en la filosofía griega y su búsqueda de la verdad lógica (“Logos”), en el derecho romano y canónico (basados en el derecho natural y en contraposición al actual y moderno derecho positivo) y al que tanto aportó la escolástica del siglo de Oro español, especialmente la Escuela de Salamanca, tan olvidada por desgracia en la educación secundaria y universitaria actualmente.
Este legado lo recogieron en gran medida los sabios de la Escuela Austriaca, de los que tenemos grandes exponentes actualmente en España gracias a Dios.
Esta es la introducción que hago para ser honesto conmigo mismo y con cualquier lector. La realidad de la vida, y por supuesto la de los mercados financieros y la economía real nos obliga a ser humildes a la fuerza porque es la epistemología científica, la metodología contrastada y no refutada, de la que debemos partir para poder entender la ciencia económica.
Y desde este prisma, ya sabemos todos que se espera un crecimiento mundial superior al 3,5% para el año 2018 y en EEUU por encima del 3%, alcanzando medias históricas, aunque también desigual por regiones (riesgo de desaceleración en la economía china en este año según el indicador de condiciones monetarias por ejemplo, e indicadores de actividad más flojos en Japón, Reino Unido y Emergentes que en Estados Unidos y Europa).
La reforma fiscal en EEUU seguramente ayudará a extender el ciclo económico y puede retrasar el cambio de ciclo. El mayor riesgo es puede recalentar una economía muy endeudada y tener impacto sobre una economía muy endeudada también globalmente.
La reforma bajará los impuestos un 0,7% del PIB, que no es tanto como el 2% de Reagan, el 1,6% de Kennedy o el 1,4% de Bush. Aunque no afectará a familias de forma importante, si lo hará a las empresas, beneficiando más a la inversión productiva / Main Street y mejorando la productividad de forma transitoria. Ojalá en Europa tomen nota de este tipo de políticas porque nos asfixiamos a impuestos con la presión fiscal.
Si la reforma fiscal impacta más en la oferta que en la demanda será más beneficiosa a medio plazo, pero si es al revés, puede ser muy perjudicial porque ayudará a recalentar más a una economía cerca de plena capacidad como la estadounidense, aumentando salarios y precios e impactando en las tasas de interés no solo en EEUU, sino también en las economías con menos capacidad ociosa del resto del mundo, contrarrestando así tendencias deflacionistas seculares en precios (como la globalización, la tecnología, el e-commerce, la automatización, etc.).
El envejecimiento de la población, al contrario de lo que se suele pensar, reduce el ahorro y genera presión inflacionista porque los jubilados consumen por encima de lo que producen, así que no se puede considerar a largo plazo una tendencia deflacionista ni mucho menos. También la elevadísima confianza del consumidor, el dólar estadounidense más barato y el efecto base de los precios del petróleo ayudarán a más inflación este año en EEUU.