Telecomunicaciones

La plantilla de Vodafone teme que la «errática» gestión del negocio amenace las prejubilaciones en curso

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Sede de Vodafone.

El mensaje de la dirección de Vodafone de que sigue contemplando alternativas de consolidación ante las negociaciones que mantienen Orange y MásMóvil de cara a una fusión -lo que deja en un segundo plano a la operadora británica en el mercado español- está generando cierta preocupación en la plantilla, que no acaba de ver materializados los planes de liderar el proceso de concentración del sector anticipados por el consejero delegado del grupo, Nick Read, a principios de febrero, cuando confirmó conversaciones con sus rivales.

Fuentes sindicales advierten de que los empleados temen que si se deteriora más el negocio, cuya gestión por parte de la cúpula actual califican de «errática», las subidas salariales serán menores o quizá «no se puedan afrontar temas como las prejubilaciones» en curso.

Actualmente, se está cumpliendo el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que se firmó a finales de 2021 -el cuarto en ocho años- para 400 empleados, con lo que 73 de ellos ya se han acogido al plan de prejubilación de forma voluntaria, evitando así  despidos forzosos. En concreto, se trata de trabajadores que cumplen 55 años en 2022.

La plantilla está a la expectativa de cuál será el siguiente movimiento de Vodafone después de la sorpresa causada por el anuncio el 8 de marzo de las negociaciones exclusivas entre Orange y MásMóvil, cuando «se extendió la sensación de que el objetivo que se había marcado la dirección del grupo no se había conseguido», señalan fuentes sindicales. «En ese momento, la gente se puso un poco nerviosa. Decían: ¿qué va a pasar?», apuntan fuentes distintas de los sindicatos.

Ese revés vino precedido de mucho ruido en la prensa después de que trascendiera que KKRCinven y Providence, los fondos que controlan el capital de la operadora de telecomunicaciones española MásMóvil, mantenían un diálogo abierto con Vodafone para integrarse con su filial española, intentona que terminó sin resultado.

Ahora, ante el renovado mantra transmitido por la dirección de que se están estudiando otras opciones, los empleados están intranquilos porque quieren «tener confianza en que esas posibilidades existen», añaden. Hay inquietud por saber cómo se va a posicionar la operadora en el mercado español para combatir con «dos monstruos» como Telefónica y el grupo formado entre Orange y MásMóvil, que será líder en número de clientes en el país, subrayan, mientras Vodafone quedará relegado a un tercer puesto más lejano, notando el aliento cada vez más próximo del operador de bajo coste Digi.

«El ambiente es de resignación ante la realidad y cierta esperanza de que en algún momento dado la compañía dé con la tecla», describen las mismas fuentes. «Se puede sobrevivir así, pero no permite demasiadas alegrías», indican.

Vodafone lleva años acusando su pérdida de competitividad en España y, por tanto, de clientes. En 2018, la operadora tomó la crucial decisión de dejar de acudir a la subasta por los derechos del fútbol, un contenido premium pero también caro. En el último ejercicio fiscal, la compañía ingresó por servicio un 2% menos con respecto al anterior, con una caída del 4,5% en el último trimestre como consecuencia de la feroz guerra de precios, lo que provocó un descenso del Ebitda después de arrendamientos del 8,3% en España. Los clientes de banda ancha bajaron en 164.000 hasta los 3 millones, y la base de clientes de televisión en 88.000, hasta 1,5 millones.

Salida de España

Las fuentes consultadas por este periódico admiten la posibilidad de que Vodafone «en un momento dado dé un giro copernicano y decida salir de España». Pero esa derivada no le asusta la plantilla, confiesan. «El Gobierno no iba a permitir que Vodafone se cierre porque tiene muchos servicios y frecuencias y eso podría llevar a que nos vendan. Nos cambiaría la dirección. Tal como nos ha ido últimamente, la gente no iba a estar demasiado triste porque de repente los directivos que nos han llevado a esta situación desaparezcan de la vista», afirman.

Otras fuentes sindicales opinan que la incertidumbre que vive la plantilla no responde solo a la situación concreta de Vodafone, sino también a que «el sector es muy complicado desde hace tiempo», forzando a ERE en otras compañías, incluida Telefónica, el operador dominante hasta ahora, en medio de la agresiva batalla comercial que está provocando reducciones en las tarifas y menores márgenes.

«Siguen bajando y bajando los precios y la inversión sigue siendo muy fuerte», sobre todo con el despliegue del 5G, alertan.

A pesar de todo, Vodafone sigue siendo una de las grandes empresas para trabajar en este país, aseguran las fuentes sindicales. «Sus condiciones son buenas comparadas con la media del mercado español», dicen, y eso que la plantilla, muy ajustada por las reestructuraciones de los últimos años, ha tenido que curarse de espanto ante la implacable espada de Damocles de los ERE. «Si hay algo que ha salvado a Vodafone, es la profesionalidad de la gente, que ha dejado sus miedos en casa y ha cumplido con su trabajo», comentan.

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