Oliver Hart y Bengt Holmström, Premio Nobel de Economía 2016, analizados por Luis Garicano

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Oliver Hart, este sábado en Estocolmo (Foto: AFP).

El británico Oliver Hart y el finlandés Bengt Holmström son los ganadores del Premio Nobel de Economía 2016 por sus teorías sobre los contratos, en las que analizaban qué tipo de empleo merecía retribuciones fijas y variables o cómo debía de ser el salario de los altos ejecutivos para no dañar los intereses de los accionistas de la compañía.

Expertos españoles fueron reunidos en la Fundación Ramón Areces para explicar los estudios de estos dos economistas de talla mundial antes de que el próximo 10 de diciembre les entreguen en Estocolmo su galardón remunerado con un millón de dólares.

Juan Jimeno del Banco de España, recordó, sobre el mencionado trabajo, que todas las relaciones económicas se producen a través de acuerdos con contratos explícitos o implícitos. «Todo lo que hacemos está intermediado por acuerdos, recalcó, y por ello hay que recoger cómo se solventan los conflictos, cómo se puede contratar gente de manera más óptima o cómo se puede privatizar los servicios públicos sin que redunde en la calidad de los que lo reciben».

Inés Macho-Stadler, de la Universidad de Barcelona recordó que las partes firmantes de un contrato tienen información asimétrica y que siempre existe un riesgo moral. Es decir, el comportamiento oportunista que puede emprender una de las partes una vez firmado el acuerdo. Normalmente el contratado. El ejemplo que recuerdan los «Nobel» son aquellos trabajadores que trabajan menos o más despacio o simplemente no se esfuerzan lo suficiente. Otro ejemplo que ponen es que al coche alquilado le damos siempre un trato peor que al propio.

Para combatir esto, recuerda Macho sobre los galardonados, hay que establecer incentivos que agrupen las bonificaciones o penalizaciones en función del uso que se le de o pasando este símil al mercado laboral, hay que intentar alinear los intereses de empleados y empleadores con acciones liberadas, bonus o pagando «a tanto la pieza».

«Los mejores contratos han de buscarse en la métrica, dijo la profesora de la Universidad de Barcelona. No es lo mismo conseguir una buena cosecha con adversas condiciones meteorológicas que sin ellas. Para remunerar a ejecutivos es bueno compararse con lo que se hace en el sector y los contratos deben ser sencillos y tener lógica». Como resumen apuntó que todo contrato debe centrarse en casos concretos según las enseñanzas de Hart y Bengt.

Caruana por su parte, parafraseando a los autores dijo que si los contratos son muy complejos ya no hace falta autoridad pues en ellos mismos están recogidas todas las variables pero acto seguido apuntó, «es imposible recoger todas las contingencias futuras». Por ello debe haber un jefe y la posibilidad de renegociar las condiciones. Sobre la privatización de servicios públicos, el representante del CEMFI, recordó que sí se puede mejorar la recogida de basura pero no la gestión de cárceles o incluso de hospitales. Según los autores mencionados.

Por último, Luis Garicano afirmó que si ofreces incentivos totales puedes desvirtuar el comportamiento de los directivos e incentivarles a adoptar riesgos desmedidos. Por ello hay que buscar incentivos que estén bien balanceados entre lo que tenemos que hacer y evitar la sensación de estar mal pagado. «Se consigue lo que mido y no se consigue lo que no mido», dijo el líder de Ciudadanos que abogó por la existencia en las organizaciones de la burocracia que ayuda a medir los objetivos que nos planteamos. También apuntó, tal y como dicen los galardonados en sus escritos, que no todos los incentivos se recogen en el salario y hay otras muchas formas dentro de una organización para premiar a sus empleados.

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