Análisis

¡Mr. Market; sumisión de destrucción masiva!

El mercado invierte
El mercado invierte

“Somos incapaces de desentrañar la complejidad del mundo, así que nos contamos un cuento simplificador para poder decidir y reducir la ansiedad que nos crea que sea incomprensible e imprevisible”, Daniel Kahneman.

Qué les parecería si afirmara que los tiempos difíciles crean hombres fuertes, y que esos mismos hombres fuertes crean tiempos fáciles, y que fáciles son los tiempos que crean hombres débiles… y esos mismos hombres débiles son los que vuelven a crear tiempos difíciles. Esta, y no otra es mi fotografía actual, y tal es así que debo aferrarme a la creencia de que finalmente los tiempos difíciles nunca duran, pero las personas duras sí. Si algo me llevo es que sé que nadie está a salvo de las derrotas, pero es mejor perder algunos combates en tu lucha, que ser derrotado sin saber siquiera por qué estás luchando. Los ganadores no se permiten rendirse y los perdedores no saben ganar. Posicionémonos, yo sé cuál es mi bando, ¿y tu?

Y hablando de posicionarse, incontables son las veces que me han preguntado cuál es mi referente en materia de inversión, y si bien es cierto que nunca me he considerado una persona influenciable ni adepta, más bien me siento más cómoda del otro lado, tengo un cierto apego intelectual sobre pocos tecnócratas, como por ejemplo al israelo-estadounidense; Daniel Kahneman, en la rama de la sociología y la psicología. Muchos son los sorprendidos cuando afirmo tal maravillosa debilidad intelectual, no comprenden muy bien qué tiene que ver un psicólogo con Mr. Market, ese esquizofrénico en el corto plazo que recupera su cordura en el largo plazo. Y aquí sólo me queda responderles que ¡todo!

Fíjense, que hasta el propio Warren Buffett siempre destaca de la obra de Benjamin Graham, su mentor, el capítulo que responde al comportamiento del inversor ante las fluctuaciones del mercado. Mi querida bolsa es un mercado en el que independientemente de los factores económicos que subyacen en el valor intrínseco de la misma, existe un  factor terriblemente condicional llamado oferta y demanda, que es la base de todo mercado, sea el que sea. Precisamente por esta, y no otra razón, lejos de definirme como economista e ingeniera financiera, que lo soy, me defino como Trader pura.

La brutal manipulación sobre la pata de la demanda de activos que viene distorsionando las bolsas desde 2009, se ha instaurado en los mercados como aquello que dominó la opinión del trienio 2005-2007; los “pisos” nunca bajan, ¿recuerdan? Este desbarajuste provoca auténticas distorsiones para con los mercados, como por ejemplo el caso de GameStop, una compañía con clarísimos problemas para sobrevivir capaz de revalorizarse un 1000% en sólo 4 semanas, y desplomarse un -90% en las siguientes 5… Todos creemos ser muy capaces de verlas venir gracias a nuestra palpable arrogancia, pero no olvidéis que de una burbuja, sea de la magnitud que sea, es prácticamente imposible salir a tiempo, por eso no me gustan. Daniel Kahneman lo explica admirablemente en sus tesis, donde nos sugiere que la parte cerebral impulsiva, la que piensa rápido, suele ser un grave problema si no la entrenamos muy bien. Desgraciadamente, este mercado ha enseñado a los más profanos que asumir riesgos absurdos tiene premio, y que cualquier corrección, sea de la índole que sea, tiene suculenta recompensa.

Un ejemplo; comerse una caída del bitcoin de 18.000 USD hasta 3.000 USD tiene bote hasta los 50.000 USD. Comerse una caída de Tesla del -40%, tiene un premio del 1000%… ¡Olé! No importa la racionalidad ni la objetividad que podamos hacer algunos pocos expertos sensatos sobre las valoraciones reales de dichas compañías, lo único que importa es el “rasca y gana”, sí sí como si de una burda tragaperras se tratara. ¿Acaso le importa a alguien que Tesla valga en bolsa 4 veces más que toda la industria del automóvil alemana? Y cuando me refiero a la industria automovilística alemana, hablamos para ser exactos de MAN, Mercedes-Benz, Porsche, BMW, Mini, Rolls-Royce Motor Cars, Smart, Audi, Bentley Motors, Bugatti, Lamborghini, Seat, Skoda, Volkswagen, y un largo etcétera de marcas y grupos consolidados…¿Realmente tiene alguna justificación que súper Tesla tenga un valor bursátil que supere en 2,04 veces la capitalización conjunta de la industria del automóvil cotizada de Europa, donde se encuentran BMW, Daimler, grupo VAG, Peugeot, Renault, Ferrari y Fiat, sumándole a GM y Ford del otro lado del charco? ¡Obviamente NO!

Algunas verdades duelen, y algunas mentiras perduran; ¡la cuestión es cuánto! La ingente inyección monetaria orquestada por parte de la Reserva Federal (Fed) americana en 2009, nos ha llevado a la mayor emisión de moneda y por ende aberración financiera de la historia de la humanidad. Créanme cuando les digo que tenemos un serio problema encima de la mesa cuando estos profanos en materia de inversión viven muy cómodos sobre una paradoja en la que cualquier fondo, ETF o vehículo de inversión que tiene intrínsecamente en su cartera un arsenal de armas financieras de destrucción masiva, parecen inversiones seguras.

A las criptomonedas, a los disruptores, a la querida Tesla, a las FAAMG y sus secuaces, a la marihuana y a la renta fija, hay que sumar las burbujas existentes en otros mercados no cotizados como los unicornios y los ventures… ¡vaya batallón! Cualquier PowerPoint barato, y sin condimento ni fundamento crítico es válido para “levantar” millones de euros. Francamente, a mi me parece que la pérdida que se le otorga al valor del dinero es el principal efecto colateral de la expansión monetaria que ha arrastrado incluso hasta al inversor profesional a tirar el dinero como si careciera de dicho valor, y el problema de valorar los medios por encima de los fines, es que destruye la libertad del hombre y el poder para elegir los fines que realmente le atraen.

En Blackbird Bank por el momento no vemos indicadores que nos avancen que la burbuja de la incompetencia esté a punto de estallar, pero sí que claramente empezamos a ser muy cautos con la disponibilidad de los activos inflados, abanderados como decía por una Tesla que sí comienza a dar síntomas de agotamiento, al menos a corto plazo.

Como decía Mr. Kahneman, somos incapaces de desentrañar la complejidad del mundo, así que nos contamos un cuento simplificador para poder decidir y reducir la ansiedad que nos crea que sea incomprensible e imprevisible para nosotros. Pero los cuentos, por más simples que sean, solamente sirven para distraernos y escondernos de una realidad que no es banal, ni trivial. La complejidad de nuestro mundo financiero está inmerso en un arma de destrucción masiva al acecho y debe ser enfrentada por valientes capaces de entrever la realidad, valientes que lejos de esconderse de la responsabilidad y el esfuerzo que implica hacer frente a las dificultades, aceptamos el reto; cueste lo que cueste, y le pese a quien le pese. Por este, y no otro motivo, no me encontraréis en el bando de esconder lo que aprecio sobre la realidad de mis argumentos.

Argumentos que por más discutidos y discutibles que sean, son objetivos, haciendo uso de aquello que a veces es bueno no olvidar; que dos, tres o cien mil tontos, por más de acuerdo que estén… ¡no tienen razón!

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