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Inditex y Unicaja: la falta de respeto de la izquierda por la propiedad privada y las decisiones empresariales

Inditex Ucrania
Marta Ortega, presidenta de Inditex.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

La noticia empresarial del fin del año, el nombramiento de Marta Ortega como presidenta de Inditex, ha provocado un revuelo enorme en nuestra izquierda. Es bien sabido que todo lo que tenga que ver con Amancio Ortega les da sarpullido. Pero la cosa es más grave. Su reacción, así como sus movimientos en Unicaja, denota una absoluta falta de respeto por la libertad de empresa y, más allá, por la propiedad privada. Ése es el quid de la cuestión: su sueño húmedo es suprimir las empresas privadas, que todas sean estatales y que todos los españoles nos convirtamos en funcionarios.

Uno de los primeros en reaccionar fue el ínclito Íñigo Errejón, que puso un tuit diciendo que «la meritocracia son los padres, literalmente». Dejando aparte lo que él enchufara a su padre en un cargo público, ¿qué tiene que decir él, o cualquier político, de las decisiones que toma el consejo de administración de una empresa privada? Nada en absoluto. Precisamente, una de las respuestas a su tuit se lo explica muy claramente:

Es curiosa la urticaria que provocan Inditex y su fundador en buena parte de la izquierda, en especial en sus trolls en redes sociales. Ya saben: que no paga impuestos (que por cierto, claro que los paga, en todos los países donde opera), que sus donaciones a la sanidad pública son miserables, que explota niños en el tercer mundo… Por supuesto que en la gestión de Inditex hay cosas criticables, como en la de todas las empresas del mundo, pero este odio al mayor empresario español viene a confirmar lo que decía decía Ludwig von Mises: que el comunismo se basa en la ignorancia, el odio y la envidia. Da igual que Ortega haya forjado su fortuna desde cero; que se haya hecho rico es imperdonable para ellos. La riqueza es pecado, como en los tiempos más oscuros de la Inquisición.

Los políticos también quieren asaltar Unicaja

No es el único ejemplo de este fenómeno. En Andalucía se está produciendo una revuelta para «salvar» Unicaja. ¿Quién está detrás? Exacto, políticos que no tienen nada que decir en el asunto. ¿Y adivinan de qué partido? En efecto, Podemos, ya que el líder de la «plataforma ciudadana» que se ha constituido, un tal Pedro Moreno Brenes, fue portavoz del grupo municipal de la antigua Izquierda Unida en Málaga.

Como ya les hemos contado en OKDIARIO, hay una guerra de poder tras la fusión de Unicaja con Liberbank, y algunos directivos de la entidad malagueña están promoviendo una campaña contra los gestores procedentes de la asturiana y contra el mismísimo presidente de la Fundación Unicaja, el histórico Braulio Medel.

unicaja

Pero lo más llamativo es que esta «plataforma» pretende garantizar la vinculación territorial de la entidad a la ciudad, evitar su «desmantelamiento» y «conseguir la dimisión» del citado Medel, a quien se hace responsable de entregar Unicaja a los dirigentes de Liberbank, que «ya dominan la mayor parte de la gestión del banco fusionado». Es decir, meterse en las decisiones estratégicas de otra empresa privada y cotizada sin comprar una sola acción. Lo mismo que con Inditex.

Y más preocupante todavía es que el propio PP cae en esta tentación intervencionista. El portavoz de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, llegó a decir que «a Unicaja y a Andalucía les ha ido bien con dirigentes andaluces tomando decisiones que han situado a la entidad como una entidad solvente y nos gustaría que eso se siguiera produciendo en el futuro». Lo de que Unicaja Banco venga de una caja de ahorros, donde los políticos mangoneaban a su antojo, puede explicar este afán de control.

«A los políticos se les vota y a los empresarios no»

Si buena parte de los políticos de un país, incluyendo algunos de derechas, no respetan las reglas del juego de la economía de mercado, vamos muy mal. Hemos llegado a una situación en que, por el mero hecho de que les hayan votado los ciudadanos -en algunos casos, muy pocos ciudadanos-, se creen con derecho a opinar e incluso a exigir que las compañías actúen según sus deseos.

Junta general de accionistas de Inditex

Ahí aparece otro de los argumentos estrella de la izquierda: que a los empresarios no les vota nadie y a los políticos sí. Acabáramos. Que no, señores, que a los empresarios claro que les votan… su accionistas. De hecho, no sólo votan su cargo, sino sus cuentas y su gestión cada año. Y cada vez que quieren tomar una decisión importante. Pero para poder votar todo eso, hay que rascarse el bolsillo e invertir dinero comprando acciones de la empresa. Como dice un directivo de Unicaja, «si quieren cambiar los órganos de gobierno, que compren acciones». Si no eres accionista, no puedes exigir nada por mucho que tengas un carguito público.

Con ese caldo de cultivo, es muy difícil hacer entender a nuestros políticos que las medidas que necesitan las empresas para invertir y generar empleo son justo las opuestas a las que toma el Gobierno central y muchos de los autonómicos. Que lo que hace falta es menos gasto público, menos impuestos, menos burocracia y funcionarios, menos trabas, menos normas absurdas y más libertad. Demasiado bien nos va con esta tropa.

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