Las cuatro mentiras del estudio Greenpeace sobre descarbonizar y desnuclearizar España

La energía geotérmina, una de las renovables más desconocida
La energía geotérmina, una de las renovables más desconocida

Greenpeace ha mentido al menos en cuatro ocasiones cuando presentó hace unos días el documento Único sentido: 2025 sin Carbón ni Energía Nuclear. Dicho informe analiza los resultados del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontifica Comillas (ITT) con el nombre ‘Estudio Técnico de viabilidad de escenarios de generación eléctrica en el medio plazo en España’. La organización ecologista extrae cuatro conclusiones erróneas tal y como ha podido comprobar OKDIARIO con la ayuda de expertos en materia energética.

En primer lugar, casi como una moción a la totalidad, Greenpeace afirma que es viable abandonar el carbón y la energía nuclear con garantías de suministro. Las fuentes con las que ha contactado este periódico y que han leído al detalle el estudio afirman que la conclusión del IIT es exactamente la opuesta es decir; no es viable abandonar el carbón y la energía nuclear y mantener la garantía de suministro. A menos que se lleven a cabo importantes inversiones en nueva generación térmica. De las cuales curiosamente, la organización ecologista no considera importante destacar.

En segundo lugar, el documento de los ecologistas analiza los años 2025 y 2030 como un ejemplo de vida sin carbón y sin energía nuclear cuando los datos demuestras que en ambos casos, no es viable mantener el suministro energético. Además, destacan los expertos de verdad, que un análisis como éste no puede hacerse en un horizonte de tan corto plazo como 2025.

Actualmente el sistema eléctrico español presenta un margen de reserva más que aceptable, por lo que cierres anticipados de cualquier tecnología tienen unas consecuencias relativamente pequeñas a corto plazo. La mayor parte de los problemas que se derivan de estos cierres aparecen después de 2025, y son perfectamente visibles en 2030.

Las nuevas inversiones que serían necesarias para sustituir a las centrales cerradas tienen unos periodos de maduración y ejecución muy largos: si se necesitan centrales operativas en 2030 hay que empezar a planificarlas no muchos después de 2020. Los expertos consultados por este periódico afirman que si se quiere llegar a 2025, probablemente ya vamos tarde.

Esta conclusión está explícitamente recogida en el informe del ITT. «Como se puede observar en todos los casos (en los que, recordamos, aún no se ha considerado el uso de instrumentos de flexibilidad), aparece energía no suministrada, excepto en el que no se retira la energía nuclear y el carbón, la demanda es baja y el porcentaje de renovables es elevado».

«A este respecto, es interesante señalar que, cuando el crecimiento de la demanda es elevado, no es posible lograr un sistema viable incluso manteniendo toda la potencia nuclear y de carbón». Cuando en el informe se habla de «energía no suministrada», quiere decir que la generación no es suficiente para abastecer a la demanda (típicamente en condiciones de baja producción hidráulica y eólica).

La energía no suministrada es inadmisible en un sistema eléctrico moderno. De hecho, en España sólo se ha producido esta circunstancias el 17 de diciembre de 2001. Hay que destacar que el informe sólo obtiene un escenario sin energía no suministrada en 2025: aquel en el que se mantienen las centrales nucleares y de carbón y la demanda crece sólo un 0,2% anual, lo que resulta incompatible con el crecimiento de la demanda eléctrica necesario para cumplir con los objetivos de descarbonización. Y en 2030 la cosa es mucho peor.

«Como puede observarse, para un nivel de demanda elevado, ninguno de los casos analizados, ni los de retirada de nucleares y/o carbon, ni aquél en el que se mantiene toda la potencia nuclear y de carbón son viables».

En tercer lugar, se obvia el enorme coste que tendría todo este proceso haciendo falsas comparativas con lo sucedido en Cástor. En caso de cierre, dice el informe, será preciso construir potencia de respaldo que la substituya con sus lógicas consecuencias en términos de coste: «Este extracoste se sitúa entre un 1% y un 12%, en el caso de la retirada del carbón, y entre un 6 y un 20% adicional en el caso de la retirada de la nuclear».

Según el informe, que soslaya Greenpeace, el sobrecoste por el cierre de nucleares y carbón en el horizonte de 2025, puede estar entre 1.181 y 2.707 millones de euros, según el escenario de demanda y renovables. La imagen en 2030 es cualitativamente similar, aunque los sobrecostes debidos al cierre prematuro del carbón y la nuclear aumentan significativamente (se situarán entre los 1.345 milones y 3.444 millones de euros al año).

En cuarto lugar pero no por ello menos importante, dicen los expertos consultados por OKDIARIO, resulta muy llamativo que si tanto le preocupa a Greenpeace el medio ambiente, olvidan que encima no se reducirán emisiones pues en 2030 sin carbón y sin energía nuclear se tendrá la misma cantidad o más emisiones de CO2, que en un escenario en el que estas tecnologías permanecieran.

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