Análisis

Un G7 en crisis: tiene cada vez menos peso en la economía global y es rehén del proteccionismo

trump groenlandia
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

La fuerte crisis que atraviesa la situación política provoca una situación de extrema incertidumbre en la economía global. La economía, a nivel mundial, continua gestando una desaceleración que ya sacude a economías como Alemania, donde la caída de la demanda global y la producción industrial le está llevando a bordear una recesión prácticamente confirmada para los próximos trimestres, o como China, donde los crecimientos registran tasas muy pesimistas, lastrando su economía a su peor nivel de los últimos 30 años.

La reunión del G7, icónica cumbre donde las principales economías del mundo se reúnen para tratar de buscar líneas de acción comunes en un consenso diplomático, ha dejado un sabor agridulce en la sociedad global; pues se mostraba expectante ante una reunión que pretendía acabar con las tensiones que sacuden a la economía y que siguen deteriorando el balance de riesgos a nivel global, el cual se muestra muy deteriorado. Temas que, dicho sea de paso, eran prioritarios durante la reunión.

Sin embargo, durante el transcurso de la reunión, las tensiones subyacentes que persisten entre diversos líderes políticos, presentes en la cumbre, dificulta la resolución de determinados fenómenos como la guerra comercial, la cual sacude, como comentábamos al inicio, a una serie de economías con gran exposición al sector exterior. Una guerra comercial que fue prioritaria durante la cumbre, ya que no solo obstaculiza el crecimiento de economías como Alemania o China, sino que también refleja un fuerte pesimismo en el comercio global. De acuerdo con Organización Mundial del Comercio (OMC), se prevé una ralentización del mismo para los próximos años.

La escalada proteccionista gana cada vez más terreno en la desaceleración económica. Según los datos que nos ofrece el Banco Mundial, con datos de 2018, el 57% del PIB mundial se encuentra supeditado a la exportación de bienes y servicios. Por esta razón una caída en la demanda global y una ralentización del comercio internacional, así como el deterioro de las relaciones comerciales entre países, podría tener un fuerte impacto, y lo está teniendo, en el crecimiento del PIB mundial; un aspecto importante y a tener en cuenta.

Como digo, un tema prioritario durante la cumbre y, por así decirle, el más debatido y esperado durante la reunión. Sin embargo, las relaciones entre los distintos líderes impidieron lograr una tregua entre China y Estados Unidos. Las dos principales economías del mundo, pese a que Trump tenga razón en muchos de sus argumentos, siguen mostrando posturas firmes, incendiando, aún más, la batalla con nuevas baterías arancelarias que deterioran, de forma más abrupta, las relaciones entre ambos países, postergando la llegada de un acuerdo que normalice, de nuevo, la situación.

Falta de consenso

El cuestionamiento de la hegemonía del G7, sumado a una gran pérdida de representatividad en la economía global de los miembros de la cumbre, así como la falta de consenso para poner en marcha nuevos planes de actuación, provocan una fuerte pérdida de relevancia de las conclusiones del encuentro, que, además, son casi inexistentes.

Mientras que, antaño, el conjunto de países que se reúnen representaban cerca del 70% del PIB mundial, ahora, esta representatividad se ha reducido a poco más del 50%. A su vez, las tensiones diplomáticas entre los líderes ha provocado que no exista un consenso para poder determinar que acciones se llevarán a cabo para solventar la situación.

Pese a que en la reunión se pretendía abordar una serie de temas de gran relevancia como las tasas a las empresas digitales, la crisis del amazonas, la desigualdad en el mundo, las tensiones con Irán o las relaciones con Rusia, las tensiones ocasionadas por una guerra comercial que, pese a las supuestas treguas que muchos economistas vislumbran, sigue ganando peso en la agenda socioeconómica. Un fenómeno que no dejó espacio para debatir los temas anteriormente mencionados, ocupando toda la agenda de la reunión en busca de una solución que, hasta ahora, no ha llegado.

Como digo, esto no solo pone de manifiesto la necesidad de la realización de una cumbre como la del G7, sino que también deja en entredicho la capacidad de los países para poner fin a una situación que sigue cargando el escenario político y económico de incertidumbres que acechan la economía y las relaciones diplomáticas entre los países. Aunque muchos crean que Trump sabe perfectamente lo que hace, un compañero, economista también, me comentaba una frase que define, a mi parecer, lo que ocurre a la perfección.

«Para Trump, aunque su economía entre en recesión, si cae menos que el resto de economías, incluyendo a China, siempre será una victoria»

Una frase en la que me decía que “para Trump, aunque su economía entre en recesión, si cae menos que el resto de economías, incluyendo a China, siempre será una victoria”. Y esto es lo que refleja la gran crisis que atraviesa una sociedad liderada por gobiernos que hablan de inclusión y de desarrollo inclusivo, pero que, cuando aplica políticas económicas y sociales, desencadena una tormenta proteccionista repleta de populismos exclusivos e intereses particulares y nacionalistas.

En resumen, casi todo lo abordado durante la cumbre se centró en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Pese a abordar ligeramente otros temas, el tema más relevante fue la disputa proteccionista. Un tema que, pese a haberse sentado a la mesa para debatirlo, por parte de Trump, la postura sigue siendo la misma. Situación que llevó a miles de personas a manifestarse en las inmediaciones del lugar en el que se realizaba la reunión, exigiendo a esos líderes que dejen de lado sus diferencias y comiencen a trabajar en soluciones que traten de frenar los desastres que sacuden a la sociedad y que siguen sin tener cabida en una agenda monotemática.

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