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El G20 acuerda aumentar la regulación de la Inteligencia Artificial porque le preocupa que «sea racista»

El G20 afirma que la falta de regulación de la IA "afecta a las mujeres, a los negros y a los LGBTQIA+"

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Benjamín Santamaría
  • Benjamín Santamaría
  • Economista, analista, conferenciante y máster de educación. Redactor de economía en OKDIARIO y autor de "La economía a través del tiempo" en el Instituto Juan de Mariana

El G20, el foro internacional que ha reunido esta semana a los países más ricos del mundo en Brasil, ha planteado aumentar la regulación de la Inteligencia Artificial en todas las naciones con el objetivo de «evitar el racismo algorítmico». Así, los estados más poderosos consideran que es una prioridad aumentar el control sobre las nuevas tecnologías para que sean «más éticas e inclusivas».

Para el G20, el desarrollo de la Inteligencia Artificial plantea retos, no tanto económicos o laborales, sino más bien un «peligro de que se extienda del discurso de odio sin sanciones» y un «sesgo de los algoritmos» que pueda promover el racismo.

En el marco de las actividades autogestionadas del G20 Social, un panel organizado por el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) debatió sobre los «peligros» asociados al desarrollo de la IA. Según ellos, esta tecnología genera «desafíos éticos, ambientales y sociales».

Aunque admiten que la IA ofrece beneficios significativos en diversas áreas, las naciones más poderosas consideran que el debate debe enfrentarse a un fuerte lobby que ignora problemas como el «racismo algorítmico, la exclusión digital y la concentración del poder tecnológico».

El G20 planea regular la IA

El G20 considera que las propuestas legislativas para regular el sector «han de tener en cuenta la igualdad de acceso a los beneficios de la tecnología, ya que esta ha ampliado las desigualdades y atentado contra los derechos fundamentales». Así, pese a que ya comienza a existir una fuerte regulación sobre la IA como la que está presente en la Unión Europea-, el G20 considera que debe de aumentarse el control sobre esta tecnología con la excusa de «evitar el racismo».

En ese sentido, João Brant, secretario de Políticas Digitales de la Secretaría de Comunicación de Brasil, tomó la iniciativa para instar al resto de países a aumentar ese control tecnológico: «La Inteligencia Artificial puede traer una serie de beneficios, pero también tiene sus peligros. Tenemos que conseguir una regulación que combine la garantía de los beneficios que trae consigo con la lucha contra los peligros que implica. Para ello, tenemos que poner los derechos humanos en primer lugar».

«Eso significa conseguir que a la gente se le garantice que va a poder refutar las decisiones, en caso de que quien las tome sea una Inteligencia Artificial y de que vean afectados sus derechos, que va a poder luchar y que va a tener derecho a luchar contra la discriminación y los prejuicios, y que va a contar con un sistema de regulación que proteja los derechos colectivos y no sólo los derechos individuales», sentenció el responsable político.

Así, la CNDH planteó una serie de propuestas para acabar con «el racismo algorítmico», entre ellas, «considerar la conectividad como un derecho humano». «Los defensores de los derechos humanos son víctimas frecuentes de los discursos de odio, replicados e intensificados cuando se utilizan plataformas potenciadas por la IA», aseguró Admirson Medeiros, miembro de la comisión.

Inteligencia artificial
(Foto: EP).

Así, en línea con las medidas que están tomando gobiernos como el del propio Pedro Sánchez con los medios de comunicación españoles, el G20 pide controlar la IA para evitar supuestos «discursos de odio», es decir, aquellos que tienen una concepción diferente de lo que son los derechos humanos y no comparten la posición ideológica de personas como Medeiros.

En ese sentido, el G20 alude a la «libertad de expresión» para justificar su restricción y el control de la IA: «La libertad de expresión y la diversidad religiosa son pilares de los derechos humanos, pero se encuentran ante nuevos desafíos por el uso de la IA en plataformas digitales».

Aisha Sayuri, miembro del Programa de Vigilancia de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, considera que los algoritmos pueden «amplificar el odio y la intolerancia». «Los sistemas fingen ser imparciales, pero por detrás de ellos hay programadores», aseguró.

«Los sesgos de los sistemas de IA pueden difundir y acentuar las desigualdades estructurales y los prejuicios, lo que afecta principalmente a las mujeres, los negros, las personas con discapacidad, LGBTQIA+ y otros grupos vueltos vulnerables, puesto que, cuando los algoritmos replican las estructuras sociales de discriminación, aunque lo hagan de manera indirecta, agravan las desigualdades preexistentes y restringen el acceso equitativo a las oportunidades», asegura el G20.

Así, las naciones más poderosas dejan claro que, cuando piden regular la IA, están, en realidad, tratando de limitar las críticas al pensamiento woke bajo apariencia de defender los derechos humanos y la libertad de expresión.

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