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Esto es lo que dice la ley sobre que los supermercados se salten el precio recomendado de los alimentos

El PVP es algo recomendado pero ¿siempre se respeta?

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Ticket de compra de un supermercado.
Blanca Espada

En los últimos tiempos, la inflación ha ejercido una presión significativa sobre los precios al consumidor, especialmente en el sector de los supermercados. Esta tendencia ha dado lugar a un incremento sostenido de los costos de los alimentos, que todos hemos notado y que hace plantear la cuestión de si existe algún modo de regular este aumento o de hecho, si la ley establece unos topes o unos máximos sobre el precio de los alimentos. Y es aquí donde entra en juego el famoso PVP, que vemos marcado en muchos de los alimentos y productos de supermercado. Un precio recomendado que de alguna manera establecen las propias empresas que elaboran esos alimentos y que los supermercados respetan pero ¿siempre es así?.

Ante un panorama de encarecimiento de precios constante, y que puede afectar el poder adquisitivo de los consumidores, quienes frecuentemente se encuentran con precios que superan sus expectativas y capacidades económicas, es crucial entender este  papel que tienen los precios recomendados por los fabricantes, que como decimos se suele identificar en los envases con las palabras «PVP recomendado». Estos precios sugieren lo que el fabricante considera un valor justo para la venta de sus productos y son una herramienta común en la industria alimentaria para orientar tanto a los minoristas como a los consumidores.

El precio recomendado de los alimentos en los supermercados

Sin embargo, a pesar de la existencia de estos precios recomendados, los supermercados no siempre los siguen al pie de la letra. Existen múltiples factores, como los costos operativos del supermercado, el salario de los empleados, el alquiler del local, y otros gastos generales, que influyen en la determinación del precio final al que se venden los productos tal y como explica el portal Consumidor Global. Esta realidad abre un debate sobre la adherencia a los precios recomendados y el margen de maniobra que tienen los supermercados para ajustar estos precios.

¿Pero a qué se corresponde realmente los precios recomendados en la industria alimentaria? El  «PVP recomendado» es un término que los consumidores encuentran frecuentemente en los productos expuestos en los estantes de los supermercados. Este precio recomendado por el fabricante sugiere un coste de venta ideal de modo que los supermercados y puntos de venta lo suelen respetar, aunque para nada es obligatorio ni está estrictamente regulado.

Factores que afectan el precio final de los alimentos en el supermercado

Como señalamos, el precio final de un producto en los supermercados no sólo contempla el costo de producción a partir del cuál se suele generar ese posible precio de venta al público recomendado, sino que tiene en cuenta también otros costes que se pueden generar hasta que el producto en cuestión queda expuesto para que nosotros podamos comprarlo. Estos incluyen los salarios de los trabajadores, el poder adquisitivo regional, los costos asociados al alquiler del espacio comercial donde se ubica el supermercado, el costo de vida en la localidad, y los costos de distribución hasta el punto de venta. Todos estos factores llegan a contribuir en el precio final, provocando que este pueda ser superior al recomendado sin que esto implique una infracción legal.

La realidad legal de los precios recomendados

Entonces estamos ante un panorama bastante peculiar, ya que a pesar de que los precios recomendados sirven como guía, no existen leyes que obliguen a los supermercados a adherirse a ellos. Como explica a Consumidor Global el profesor de marketing de OBS Business School Eduardo Irastorza, los PVP o precios recomendados son, en esencia, sugerencias sin un límite concreto en cuanto al sobrecoste que los supermercados pueden aplicar. Esto se debe a la falta de una normativa unificada que regule esta práctica.

Diferencias regionales y subvenciones

En España, la situación varía además de forma significativa entre diferentes comunidades autónomas. En algunas regiones, ciertos productos pueden estar subvencionados, lo que afecta su precio final al consumidor. Estas subvenciones pueden hacer que los precios recomendados se sitúen por debajo del coste de producción, dejando fuera costes imprescindibles como los gastos fijos de la empresa.

¿Es más una estrategia de marketing?

Además, el PVP recomendado no es sólo una cifra económica, sino también una estrategia de marketing utilizada por las empresas para posicionar sus productos. Tal como lo menciona Irastorza, el PVP recomendado se puede comparar con mensajes de marketing como aquellos que promocionan productos ecológicos o sostenibles. Por tanto, un leve aumento en el precio de un producto respecto a su precio recomendado no constituye una violación de normativas.

En conclusión, mientras que los precios recomendados desempeñan un papel crucial en guiar las expectativas de precios tanto de vendedores como de consumidores, la ley no impone una obligación estricta para seguir estos precios. La flexibilidad en su aplicación permite a los supermercados adaptarse a variadas condiciones económicas y operativas, aunque también plantea interrogantes sobre la equidad y transparencia en la formación de precios al consumidor.

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