España: ¡Talento a la fuga!
“El Estado dice que los ciudadanos no pueden arrebatar por la fuerza y contra su voluntad lo que le pertenece a otro. Sin embargo, el Estado… hace exactamente eso, y no otra cosa”.
¡Soy anarcocapitalista! Aprendí que aquel que supera los miedos que le paralizan, es verdaderamente libre. Por infinidad de razones yo escogí morir luchando por mi libertad intelectual antes que ser presa todos los días de mi vida, y eso sólo es posible cultivándola, ya que ésta comienza entre las orejas. Libertad que por otro lado no consiste en hacer sólo lo que nos gusta, sino en tener el derecho a hacer lo que debemos.
La libertad nunca es ni será dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido, y soy muy consciente de que es difícil liberar a los necios de las cadenas que ellos mismos veneran, pero la única manera de lidiar con un mundo sin esa ansiada libertad es llegar a ser tan absolutamente libres que nuestra misma existencia sea un acto de rebelión. Desde aquí invito a la mediocridad a ponerse pero que muy cómoda y a observar cómo los valientes nos hemos puesto en pie.
Mis padres me enseñaron que la responsabilidad fue, es y siempre será el precio de nuestra libertad, lo sabemos porque hubo un día que nos expusimos a nuestro miedo más profundo; y después de eso, el miedo no tuvo poder nunca más, se encogió y desapareció. Desde niña preferí la libertad con peligro que la paz con esclavitud, y solo entonces me gané el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír… y ahora, cuando ya no tengo nada que perder, soy una mujer libre que ha entendido que libres somos aquellos que tenemos el coraje de defender la libertad, y que cuantas más decisiones estas forzado a tomar solo, más consciente eres de tu libertad para elegir. ¡Bienvenidos a la generación de la elección!
Dicen que nuestra libertad se puede medir por el número de cosas de las que podemos huir, y yo aprendí a huir y denunciar el sometimiento de este Estado, por ello soy anarquista. Obviamente no voy a defender esta estructura de orden social siguiendo las profecías del anarquismo colectivista de Mijaíl Bakunin, más bien lo contrario. Yo defiendo la anarquía del capital privado, esa que reafirma que la existencia del Estado debería ser desmantelada gradualmente a través de una revolución liberal. Este supuesto a veces parece muy drástico, pero lejos de ello contiene una gran dosis de pragmatismo y de sentido común.
Fuga de talento a Andorra
Actualmente estamos ante una corriente de opinión compleja con respecto al fenómeno youtubers e impuestos, a colación del impacto mediático que ha generado la fuga de su talento a Andorra. Las críticas que de ello se derivan, les hace parecer ante la opinión pública insolidarios y casi delincuentes. Lejos de ello, ¿acaso no es un derecho la libertad a elegir?, ¿acaso no es un derecho defender la propiedad privada? (últimamente parece que menos…). Aún y así, ¡por supuesto que lo es! Pero el Estado español nos ha lavado el cerebro fríamente durante años sobre el monopolio del terror fiscal a través de la triste coacción. ¡Si no pagas; te sanciono!
Pero al parecer, este paupérrimo Estado lo que ha olvidado es que la solidaridad es siempre un principio recíproco. Es muy simplista esconderse tras el amparo de la presión fiscal media europea, sin tener en cuenta el abismo que hay sobre el estado del bienestar que ofrecen unos y otros. España se ha convertido tras la pandemia en un infierno fiscal, oprimiendo a los empresarios y tratando de ocultar la argentinización de este país con la excusa de Dinamarca. Es cierto que los daneses pagan más, pero lo que reciben a cambio, ¡no se puede ni de lejos comparar!
¿Y tú? ¿Vivirías en un Estado que te valora? La colectividad hace siempre referencia a los derechos que tenemos como ciudadanos, y cierto es que uno contribuye de buena fe con el Estado, ¿pero qué recibimos a cambio? Si el Estado fuera propiedad privada, los políticos seguramente estarían todos y cada uno de ellos en el paro. En primer lugar porque lo principal para terminar con la crisis, no es terminar con el tejido productivo, es reducir el tamaño de la administración, reduciendo costes y siendo más eficientes en nuestros procesos. Siempre he pensado que si el Estado, el presupuesto más grande de la nación, fuera administrado por tecnócratas competentes con buenos bonus sobre beneficios, no existiría ni déficit ni deuda.
Probablemente por eso Andorra se ha convertido en un país admirable. Líder mundial en fibra óptica y sanidad, con un sistema fiscal casi perfecto e infinidad de libertades personales, seguramente sea porque el tamaño de Andorra la convierte en lo más cercano a la existencia de un país sin Estado. Andorra es de los andorranos y está gestionado para el confort y disfrute de sus ciudadanos. Algo muy distinto de lo que sucede en los grandes países de la Europa megaburocrática, donde contrariamente el Estado se crea para confort de los gobernantes y no para sus contribuyentes, algo que claramente marca la diferencia entre un país pensado por y para la libertad de la propiedad privada, y el otro.
Emprender en España
En España un empresario tiene infinitas dificultades para emprender por culpa de la carga burocrática y de la excesiva reglamentación sobre las instituciones financieras, hablo con mucho conocimiento de causa. ¿Si se logra financiación? Es eterna y abusiva… Eso o arriesgas los ahorros de toda una vida a cambio de un ambiguo todo o nada, y sin hablar de que un emprendedor medio tiene que enfrentarse a un duro supuesto, y es el de hacerse autónomo. Los autónomos pagamos y contribuimos para no recibir prácticamente ningún tipo de prestación directa.
¿Cómo pretenden que mejore la productividad de las compañías, cuando aquí claramente menos es más?
Si ya emprender es complicado por la regulación y otros supuestos, cuando un empresario logra el éxito tras arriesgar su jubilación y luchar durante décadas u horas, se enfrenta a otra adversidad; ver cómo el Estado te roba en tu cara no solamente gravando sobre tu IRPF de manera directa, sino también obligándote a pagar bajo coacción hasta el 45% (la mitad) de lo que honradamente has ganado sufriendo, sino que encima te impone pagar sobre los beneficios de tus empresas, tus dividendos y encima al final de tu vida, también sobre el legado que puedas dejar a tus herederos, vamos ¡un súper chollo!
En España trabajas por y para el Estado, y el Estado no trabaja ni un segundo por ni para ti. Al contrario, tenemos al querido Estado respirándonos sobre el cogote con su pésimo aliento, esperando que a pesar de todas las adversidades que se empeñe en ponerte encima, tu logres sobrevivir para chupar de un bote, que si vienen mal dadas, absolutamente nadie te va a devolver. Y sino, que les pregunten a los miles de restauradores que llevan décadas pagando impuestos sobre sus beneficios, para tener que cerrar en su primer año de pérdidas. En un país como Andorra, la carga fiscal máxima directa es del 10%, algo que es sustancial y sustancioso.
Si en España ganas más de 60.000 euros anuales, no te compensa. Es más, es tan absurdo el sistema impositivo español por tramos, que en función de las circunstancias personales de cada persona podría darse el supuesto de que una persona tuviera un incremento salarial y ingresar en el neto menos. ¿Cómo pretenden que mejore la productividad de las compañías, cuando aquí claramente menos es más? Es el claro ejemplo de que cuando alguien te dice que algo no se puede hacer, recuerda que está hablando de sus limitaciones, no de las tuyas.
Y ahora vamos con las rentas del ahorro señores, ¡aquí hay para todos! En este caso sucede lo mismo, ya que tienen un escalado de hasta el 23% contra el 10% que se paga en Andorra, estando exento el dividendo de compañías andorranas y las ganancias en la compraventa de acciones cotizadas en bolsa. Lo mismo para el tipo impositivo sobre el impuesto sobre sociedades, del 10% versus el 25% en España, y así podríamos pasarnos todo el día… ¡toda una ley de atracción!
Dicho lo cual, la imaginación lo es todo; ¡úsenla en vez de quejarse! No es justo alarmarse por la fuga de talento al país vecino, más bien lo contrario. Si queremos ser un país competitivo debemos aplicar políticas fiscales eficientes, que mejoren la productividad con incentivos fiscales y no con penalizaciones, y por ende nuestra calidad de vida. Deberíamos premiar a aquellos que arriesgan todo lo que tienen y sacrifican su ocio, para emprender creando empleo e innovando, y yo como emprendedora y empresaria personalmente siento que me castigan por liderar mis ideas, tener éxito y no compartir las suyas, muy mediocres por cierto.
Todo lo hoy aquí expuesto parece tan complicado, y es tan simple de aplicar… Pero claro, para mejorar el bienestar de los ciudadanos es mejor oprimirlos fiscalmente y luego perseguirlos como si de delincuentes se tratara. El Estado es un sucio hipócrita más que utiliza su tamaño y su propia capacidad de legislar, controlar y penar bajo la excusa de la separación de poderes, una paradoja muy curiosa si tenemos en consideración que la propia separación de poderes forma parte de una misma autoridad, la del propio Estado, aquel que nos llama inmorales a los que explicamos su propia vergüenza.
¡España! Tu solución no está en demonizar a aquellos que defendemos nuestra propiedad privada cambiando de residencia y haciendo uso del derecho a la libertad de decidir, sino en reducir el peso de tu administración y esforzándote en proponer un Estado solvente pensado por y para el bienestar de los ciudadanos que te mantenemos en pie, y no por el tuyo propio. Hay que entender que el principio de solidaridad siempre es y será recíproco, por más que como diría Rothbard, es tal la magnitud de tu hipocresía, que vas a castigarme justo por aquello que me prohibes; ¡robar! Pero jamás olvides que la riqueza no es lo que tienes. Se trata de quién eres.
Gisela Turazzini, Founder CEO, Blackbird Bank