Ante la posibilidad de que Iglesias sea vicepresidente

El mundo de la empresa aborrece a Podemos

Podemos
Pablo Iglesias y sus colaboradores (Foto: GETTY)

Demencial. Esta sería la palabra que más han repetido banqueros, analistas, consultores, miembros de la patronal, altos directivos y empresarios consultados por Ok diario sobre la posibilidad de que Pablo Iglesias sea vicepresidente del Gobierno pues él mismo se ha seleccionado para este puesto.

Más si lo complementamos con la posibilidad de que Alberto Garzón, el líder de IU sea el hipotético ministro de Economía. España se va a la mierda o nos cargamos todo lo que se ha avanzado han sido otras frases muy repetidas entre estos colectivos que ya no disimulan, aunque prefieren que no pongamos su nombre, el profundo rechazo que les provoca la formación morada.

FG pidió gobiernos sin utopías

Una cosa es una fuerza progresista y europeísta, social e innovadora, moderada y madura como puede ser el PSOE y otra bien distinta son los primos de Syriza que han llevado a la ruina más absoluta a Grecia y a poner en una complicadísima situación a la propia UE.

Muchos de este colectivo consultado ven con preocupación la posible desaparición del PSOE absorbido por podemos y califican como estrambótica amalgama, que permita la investidura, la unión de PSOE-IU-Podemos y ya veremos quienes más. También se preguntan cómo se puede gobernar un país con 90 diputados.

Quizá porque este sentimiento ha trascendido, la alcaldesa podemita de Madrid, Manuela Carmena, citará la próxima semana a un selecto grupo de corresponsales extranjeros para aclararles que ella no espanta las inversiones y que la capital española sigue siendo, a pesar de ella dicen algunos malvados, un lugar atractivo para hacer negocio.

Esta semana en el Foro de Davos, el presidente del BBVA, Francisco González, recordaba que había que apostar por Gobiernos que no piensen en utopías mientras que Ignacio Galán, presidente de Iberdrola decía que las empresas necesitaban marcos estables para realizar sus inversiones.

Difícil es compaginar nuestros compromisos con Europa (reducir la deuda pública y el déficit, seguir estableciendo reformas en varios ámbitos, controlar el gasto público) con aquellos que apuestan por acabar con el «austericidio», hacer políticas expansivas de gasto, contratar más funcionarios, relajar todos los criterios procedentes de Bruselas y dotar de un mayor SMI, parar los desahucios y ofrecer rentas básicas así como protección energética para todos los colectivos que no puedan pagar estos servicios.

La sombra del Gobierno griego es muy alargada y está tan reciente en la memoria lo que ha ocurrido en el país mediterráneo, que la sola posibilidad de que algo parecido ocurra en España hace que el colectivo consultado se haga cruces.  

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