El coste del fondo de recuperación

La condicionalidad que tendrá que ‘tragarse’ Sánchez: reformas incómodas y austeridad a medio plazo

fondo de recuperación
Mark Rutte, Angela Merkel y otros líderes europeos en la cumbre del fondo de recuperación

Habrá condicionalidad. El fondo de recuperación no saldrá gratis al Gobierno español, aunque el presidente Pedro Sánchez y algunos de sus ministros, como la titular de la cartera de Hacienda, María Jesús Montero, hayan vendido en los últimos meses que España no tendría que afrontar recortes o reformas incómodas para recibir las ayudas a fondo perdido que ha puesto sobre la mesa la Unión Europea. Es por ello que Sánchez ha reconocido que el acuerdo le satisface sólo «al 95%», lo que es una manera de reconocer su fracaso.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, en contacto diplomático con numerosos países por su cargo, fue la primera del Ejecutivo que ha asumido en declaraciones públicas que España ya no se opone a la condicionalidad a cambio de las subvenciones, pero lo cierto es que el Gobierno no veía con buenos ojos que se pidieran cambios legislativos y garantías presupuestarias a cambio de las subvenciones.

Lo cierto es que España tendrá que controlar el gasto en pensiones, deberá hacer cambios para mejorar la contratación y modernizar el mercado laboral -lo que implica aparcar indefinidamente la contrarreforma laboral que reclama insistentemente Pablo Iglesias al PSOE-, tendrá que subir los impuestos para cuadrar las cuentas públicas, y deberá embridar más pronto o más tarde el gasto público.

Lo que está claro es que nadie presta dinero sin ningún tipo de condiciones, como ha quedado de manifiesto durante las duras negociaciones en la capital comunitaria. La realidad es la siguiente: el dinero de hoy son los recortes del mañana, aunque estos ajustes irremediables quizás no se producirán hasta 2021 o 2022, cuando la tasa de crecimiento de la economía española deje de estar en caída libre y el problema sea cómo hacer frente al raquítico estado de las cuentas públicas. Esto es lo que aprendió Bruselas de los anteriores rescates que tuvo que asumir durante la tormenta de la deuda de 2012, que estuvo a punto de llevar a la Unión a la ruptura.

De hecho, la forma de dar las ayudas por parte de la UE será la siguiente: los fondos no se darán de golpe sino paulatinamente, por lo que Bruselas se reserva la posibilidad de que, si países como España no cumplen con la austeridad o con las reformas recomendadas, las subvenciones no lleguen nunca a su destino. El primer ministro de Holanda, Mark Rutte, ya ha avisado de que, entre otras cuestiones, la reforma de las pensiones y la reforma laboral deberán abordarse a medio plazo en España.

Lo que parece claro es que, con el acuerdo en la UE, Pedro Sánchez vuelve a fracasar en sus pretensiones iniciales. La diplomacia no es su fuerte. El acuerdo de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para aprobar un fondo de recuperación post-Covid de 750.000 millones de euros, de los cuales sólo 390.000 millones serán subvenciones a fondo perdido y el resto préstamos, es un duro mazazo para las intenciones iniciales del presidente del Gobierno, que ha vuelto a fracasar en Bruselas después del duro varapalo que supuso perder la presidencia del Eurogrupo.

Para empezar, el recorte de los 500.000 millones de euros previstos inicialmente por la Comisión Europea en ayudas a 390.000 millones implica que España vaya a perder casi 5.000 millones de euros en subvenciones con respecto a lo previsto inicialmente, según lo admitido por el propio presidente del Gobierno.

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