Cascajares multiplica por 8 su facturación desde que sirvió capones en la boda de los Reyes de España
Cascajares, la compañía que sirvió sus famosos capones en la boda de los hoy Reyes de España, han cerrado su año fiscal 2016 con una facturación de casi 11 millones de euros, un 20% que un año antes. Un 72% de los ingresos provienen del mercado español y el 28% restante de Canadá, país en el que están presentes desde 2008. El enlace entre Felipe y Letizia en aquel día lluvioso fue un antes y un después en el destino de esta pequeña compañía de Palencia. Las neuronas espejo comenzaron a hacer de las suyas entre los españoles, tras ponerse capón en el festín monárquico los ciudadanos hicieron cola a las puertas de la empresa para comprar de primera mano el manjar elegido por la mismísima Reina de España.
Cascajares nació de la mano de dos empresarios veinteañeros a mediados de los años 90, Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias. Pusieron un capital de 160.000 de las antiguas pesetas y comenzaron a criar y comercializar capones. Primero comenzaron la venta con producto crudo, sin embargo, se dieron cuenta de que envasado y cocinado tenía mayor salida.
La compañía comenzó a ser viable en los 2000, momento en el que se pudieron poner un sueldo y contratar el primer empleado. Cuatro años después llegaría a la compañía un verdadero golpe de suerte que dispararía sus ventas y sus ingresos. En 2004 la empresa estaba asentada facturando alrededor de 1,5 millones de euros, pero con la publicidad del enlace real la facturación se multiplicó por tres.
La decisión de poner estos capones sobre la mesa regia fue, al parecer, cosa de la propia periodista. Quizá no supo entonces que esta decisión tendría unas felices consecuencias sobre una pequeña empresa que aún no se había internacionalizado.
Hoy, tres años más tarde, ha cerrado su año fiscal 2016 con una facturación anual de 11 millones de euros, un 20% más que en 2015. En Cascajares España han facturado casi 8 millones de euros, el 72% del total. Mientras en Cascajares Canadá ha facturado 2.375.000 euros, el 28% restante. De momento, a excepción de Canadá, no tienen la pretensión de abordar otros mercados hasta consolidar aquellos en los que ya están presentes.
“Si no puedes ir a la boda de los Príncipes, al menos come como un Rey”
El enlace entre Felipe y Letizia, entonces Príncipes de Asturias y hoy Reyes de España, se celebró el sábado 22 de mayo de 2004 y Cascajares fue el plato principal de la celebración, un tirón que la compañía acompañó de una fantástica campaña de marketing. Enviaron el capón cocinado a muchos de los periodistas que ese día iban a comentar la boda en la Familia Real Española junto con una tarjeta que rezaba: “Si no puedes ir a la boda de los Príncipes, al menos come como un Rey”. Desde Cascajares reconocen que aquel día “supuso un punto de inflexión en la historia de la empresa”.
Las neuronas espejo, tras escuchar el nombre de Cascajares, se activaron entre una ciudadanía española y comenzaron a dejarse seducir por el plato elegido por la actual Reina. Explican que mucha gente comenzó a llamarles porque querían en sus bodas “el capón que habían comido los Príncipes”, comentan. Un aluvión de pedido y un creciente interés en su producto que empujó a Cascajares a abrir distribuidores por toda España y lanzar una línea de productos de alimentación con sus maletines de asados.
La boda regia abrió las puertas del gran consumo
Hasta entonces vendían exclusivamente a la hostelería, pero todo aquello multiplicó su facturación y le abrió las puertas al gran consumo con crecimientos mensuales del 60% y anuales del casi 50%. Además, su fábrica de Villamuriel se quedó pequeña e invirtieron 1,5 millones de euros, lo que facturaban antes de la boda de los Reyes de España en una nueva fábrica en Dueñas (Palencia), quince veces más grande y con mayor capacidad de crecimiento.
A pesar del éxito, no obstante, en 2008 la crisis económica también azotó los cimientos de Cascajares como al resto del sector hostelero, pero logró sobrevivir de manera férrea por los continuos crecimientos de los cuatro años anteriores. A pesar de la crisis, “pudimos amortizar toda la deuda, pagar las inversiones de la fábrica y ampliar sus mercados con el desembarco de su empresa en Canadá”.
Agosto de ese año fue el primer mes de la historia de la empresa con un crecimiento negativo respecto al mismo mes del año pasado. “Nos golpeó la crisis, la hostelería de nivel medio-alto, con la que trabajábamos, empezó a caer en picado”.
Además, el restaurante Jockey, que fue el que dio el banquete de la boda de los Reyes de España, tuvo que cerrar y fue “el ejemplo claro del golpe que estaba sufriendo la hostelería de ese tipo”.
No lo esconden, la facturación bajó y “nos tuvimos que ir adaptando por momentos al nuevo escenario, a la vez que el proyecto de Canadá reclamaba más inversión para salir adelante”. Como para todas las empresas, explican, “fueron años muy duros, aunque la gama de alimentación fue un salvavidas porque los asados elaborados que hacíamos, sobre todo para Navidad, cada vez se vendían más”.
Tras el descenso de las ventas, en 2010 y 2011 hubo un repunte de la facturación y, “más tarde, volvimos a bajar un poco”, señalan a OKDIARIO. Un escenario que les llevó a ajustar márgenes “para intentar entrar en la hostelería de menús, que es la que sobrevivió esos años”. Eso sí, señalan que producían “muchísimos más kilos y más cantidad de producto, pero no se veía reflejado en la facturación”.
En 2014 comenzaron a crecer gracias, entre otras cosas, a la fábrica de Canadá que comenzó a facturar y Cascajares empezó a recoger los frutos de los primeros años de rodaje e implantación.
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