Política económica

Calviño trabaja para que la próxima fusión de la banca española se haga con una entidad extranjera

Las autoridades europeas no están muy conformes con cómo se ha gestionado la fusión entre Bankia y Caixabank, para la que desde fuentes próximas a la Comisión Europea se considera que no se ha informado lo suficiente. Calviño se ha comprometido a que el año que viene será diferente.

Nadia Calviño, sentada junto a Pedro Sánchez en un reciente acto
Nadia Calviño, sentada junto a Pedro Sánchez en un reciente acto

La ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, tiene la firme intención de que el Gobierno español dé pasos adelante en la unión bancaria en el año 2021. Así lo hizo saber Calviño esta misma semana durante su declaración en la comisión parlamentaria del Congreso de los Diputados donde explicó la fusión entre Bankia y Caixabank. Allí, Calviño dijo que se habían valorado la posibilidad de fusionar a Bankia con una entidad «no española» -refiriéndose a bancos de la Zona Euro- pero que finalmente se había optado por una fusión nacional. Una tesis no muy creíble según distintas fuentes, que comentan cómo la unión con Caixabank fue la prioridad del FROB, accionista mayoritario de Bankia, desde el principio, ya que políticamente era muy conveniente.

En sus declaraciones públicas, Calviño manda un mensaje apaciguador a Bruselas. Algunas áreas económicas de la Comisión Europea no se encuentran muy satisfechos con cómo se ha gestionado la fusión entre Bankia y Caixabank. Mientras que la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, hacía proselitismo desde hace muchos trimestres para fomentar las uniones entre bancos de distintos países, Madrid presentó de la noche a la mañana -aunque se llevaba gestionando desde finales de 2019- un acuerdo de fusión entre Bankia y Caixabank que no cumplía con estos requisitos.

Una vez más, la sensación en parte de los equipos económicos de Bruselas es de que Pedro Sánchez va por libre y que no atiende ni informa en Europa, y eso a pesar de que está a la espera de recibir un rescate a fondo perdido de 72.000 millones que debería hacer que al menos tuviera algo en cuenta a los ‘partners’ europeos que van a financiar directamente a España vía endeudamiento de la Comisión Europea, pero que además están sustentando a Sánchez a través del BCE.

Por ello, ahora toca apaciguar las aguas con Bruselas y así lo expresó Calviño en el Congreso, donde dio a entender que aunque la fusión de Bankia y Caixabank ya se había hecho así porque no había otra opción -cabe preguntarse por qué no había otra opción-, el año que viene sí que puede ser el año de las fusiones bancarias, y esta vez sí, en el sentido que buscan los ‘policymakers’ comunitarios.

«España está liderando y comprometida con avanzar en esta unión bancaria. Se trata de un ámbito complejo pero donde espero que podamos avanzar en el año 2021», dijo la ministra ante los diputados, en lo que supone toda una declaración de intenciones de los planes que ahora planteará Economía.

Sabadell, el candidato

Este mensaje ha sonado en parte del sector financiero como que Economía va a intentar que Banco Sabadell busque una unión con una entidad extranjera, para cumplir por fin con las peticiones de la Comisión Europea y especialmente del Banco Central Europeo que está rescatando a la economía española con la mayor compra de deuda pública nacional de la historia. Al expresar estas palabras, Calviño estaba haciendo una mención sin hacerla: Banco Sabadell, la entidad que ha roto recientemente su proceso de fusión con BBVA debido a diferencias en el precio y que desde el principio anunció que se ponía a explorar una nueva operación corporativa, es el candidato perfecto para una operación que cuadre tanto económica como políticamente.

Otras fuentes del mercado confirman que el objetivo en Economía es que Sabadell explore la posibilidad de una fusión transfronteriza. Por supuesto la opinión del Ejecutivo es importante, pero no definitiva. En última instancia, serían los accionistas del banco catalán o de cualquier otra entidad los que tendrían que decidir si acometer una operación tratando de maximizar el beneficio para sus accionistas. Pero a nadie se le escapa tampoco que no ha habido en los últimos diez años fusiones ni adquisiciones bancarias que no hayan contado con el beneplácito del Gobierno. El propio Sabadell se quedó con la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) tras una operación gestionada por Luis de Guindos que adjudicó al grupo catalán la CAM a través del Banco de España. Que una fusión bancaria salga adelante sin el impulso de Madrid sería raro, pero que lo haga con su oposición es ciencia-ficción.

¿Candidatos?

En cualquier caso, las fuentes consultadas coinciden en que actualmente es muy difícil que una fusión entre entidades de distintos países europeos salga adelante. Las sinergias -sobre todo la capacidad de ahorro cerrando sucursales o recortando empleo- son mucho menores, pero también hay grandes dificultades a nivel regulatorio que dificultan la operación.

Los casos de fusiones ‘transfronterizas’ son aún pocos. A finales de noviembre, el francés Crédit Agricole ha lanzado una OPA sobre el italiano Credito Valltelinese por 737 millones de euros. Se avanza poco a poco. Pero esta operación tiene sus peculiaridades. En primer lugar, el francés ya tenía una sucursal en Italia con ficha bancaria italiana, y es a través de ella que realiza la oferta. En segundo lugar, la cantidad es muy pequeña y el banco que se quiere comprar también. Una operación de Sabadell no solo tendría un volumen mucho mayor, sino que por el momento no hay perfil de un banco europeo instaurado en España que tenga el tamaño para hacerlo. De todas las entidades que competían en el negocio minorista en España antes de la crisis financiera de hace diez años, sólo queda ING con una masa crítica interesante.

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