Así permanecerá por siempre contigo tu mascota gracias a la pionera empresa española AnimaEterna

AnimaEterna nace para ofrecer una forma diferente de decir adiós a nuestros seres queridos y mascotas. Se trata de un proyecto de sello español que busca transformar las cenizas de los que dejan esta vida en plantas y árboles que pueden ser legados de generación en generación. OKDIARIO conversa con Juan Carlos López Quintero, cofundador junto a Juliana Franco de la iniciativa que nació para convertir momentos de tristeza y luto en recuerdos vivos en armonía con la naturaleza y que ya recaba cientos de solicitudes por toda la geografía española con apenas unos días de vida.

El proyecto nace de la coincidencia entre profesor y alumna por una misma idea. «A mi se me murió una mascota, Apolodoro, un loro Yaco de cola roja que llenaba de alegría el edificio, los niños venían al edificio y era la atracción del barrio», relata Juan Carlos. Fue a partir de dicha experiencia cuando pensó en cómo mantener el recuerdo y así surgió la idea de «transformarlo en algo vivo». De forma casual, una alumna suya, Juliana, le propuso el mismo proyecto -ella plantó un árbol con las cenizas de su difunto abuelo- y se animaron a lanzarlo de forma conjunta.

Miles de seguidores en 3 días

Con apenas tres días de vida, el proyecto de AnimaEterna ya ha recibido el seguimiento de miles de usuarios a través de la red profesional de Linkedin y miles de impresiones con el primer post de lanzamiento. «A la gente le está gustando mucho», explica Juan Carlos, a lo que agrega entusiasmado: «La verdad que es muy bonito que tenga es aceptación».

¿Pero cómo funciona el proceso de transformar las cenizas del ser querido en una planta o árbol? «La persona interesada se pone en contacto con nosotros a través de nuestro formulario y le hacemos un cuestionario para conocer esa persona o mascota especial, cómo era (si era alegre, si le gustaba el día, la noche, etc.). Con eso, realizamos un pequeño estudio y vemos qué planta tiene características similares, adaptándonos a dónde vaya a situarse la planta».

Además, la empresa ofrece «un servicio respetuoso y transparente en todo momento», de forma que «el proceso de transformación de las cenizas se realiza con sumo cuidado y siguiendo los más altos estándares de calidad». Juan Carlos subraya que «los clientes pueden estar seguros de que las cenizas de sus seres queridos están en buenas manos».

Así, «si tienes un chalet, te podemos recomendar un árbol para que lo plantes. Si es una casa de interior, una planta o lo que sea. Recomendamos la planta que más encaje con el familiar o mascota fallecida». Al bucear la recién estrenada página web de AnimaEterna se observa una gran variedad entre plantas de interior, suculentas, árboles o plantas de exterior.

Un recuerdo vivo hecho legado

Juan Carlos explica a este periódico cómo muchas veces no se sabe qué hacer con la cajita o cofre donde te entregan las cenizas del ser querido. Ahí es donde AnimaEterna nace, como «forma esperanzadora y duradera de recordar a los seres queridos». Se convierten «en legado que se puede transmitir de generación en generación, manteniendo vivo el recuerdo de aquellos que ya no están».

Para aquellas personas que no deseen utilizar las cenizas del familiar o mascota fallecido, siempre se puede optar por un objeto que portase el mismo en vida. «Hay gente que nos pide hacerlo, por ejemplo con un anillo de su padre o madre, algo que les recuerda a ellos pues, al final, la energía está ahí», explica Juan Carlos.

Una vez incorporado ese recuerdo o las cenizas del ser querido en la planta, AnimaEterna la entrega decorada con una pequeña decoración y unas instrucciones para su mantenimiento. Todo un detalle que se puede regalar o autoregalar desde un precio de partida inicial de 85 euros, aunque luego podría ser mayor en función de la planta o árbol de que se trate.

Bajo el lema de «despedir una vida viendo el inicio de otra», AnimaEterna busca reconciliar la dureza de la muerte con la satisfacción de permanecer en esta vida a través de otro ser vivo.