Economía
Energía solar

Un agricultor alquila su terreno e instala plantas solares: «Antes ganaba 100 euros por hectárea y ahora…»

Los agricultores sostienen con su trabajo dinero, una parte esencial de nuestra economía. Sin embargo pocas veces se les reconoce su esfuerzo, teniendo en cuenta además que el campo no siempre es generoso y además, los márgenes de beneficio suelen ser bastante bajos. Tal vez por todo ello, en los últimos años, y especialmente tras la escalada del precio de la electricidad, el campo ha empezado a vivir una transformación silenciosa pero profunda

Ya no se trata solo de sembrar y recolectar: ahora también se puede sacar partido a un bien más que disponible: el sol. La instalación de placas solares ha pasado de los tejados de las casas a las fincas agrícolas, atrayendo a empresas del sector energético dispuestas a pagar generosamente por alquilar el terreno de quienes lo cultivan. De este modo, nos encontramos ante una nueva realidad que está ganando terreno a pasos agigantados en zonas como Carmona, en Sevilla, donde muchos agricultores están dejando atrás los cultivos de toda la vida para apostar por un modelo más rentable. Lo que para algunos es una solución pragmática ante años de márgenes escasos, para otros plantea interrogantes sobre el futuro del paisaje agrícola. El caso de José Portillo es uno de los muchos que ejemplifican este giro inesperado en el corazón del mundo rural.

Un agricultor alquila su terreno e instala plantas solares

José Portillo ha cultivado durante años sus tierras en Carmona. Trigo, girasol y legumbres eran el pan de cada día, en su campo, pero también el tener que conformarse con unos ingresos bastante modestos. En una entrevista para el programa de LaSexta, ‘Equipo de Investigación, por cada hectárea cultivada apenas llegaba a ganar 100 euros en cada cosecha. Pero cuando una empresa le propuso alquilarle el terreno para instalar una macroplanta solar, la decisión se volvió clara: 1.900 euros por hectárea al año, sin tener que sembrar, regar ni recolectar. No se trataba sólo de una mejora en sus ingresos. También era una forma de asegurar el futuro.»Me va a venir de maravilla», dice José

Carmona: de la agricultura tradicional al epicentro fotovoltaico

La transformación de Carmona no es anecdótica. Según datos recogidos en el mencionado programa, en 2023 ya se contabilizaban hasta 28 proyectos solares en marcha en esta localidad sevillana. Las empresas del sector han encontrado en este municipio un entorno propicio: amplias extensiones de terreno cultivable, mucho sol durante todo el año y propietarios abiertos a nuevas oportunidades.

Las cifras hablan por sí solas. Se calcula que las placas solares ya han empezado a ocupar buena parte de las 92.000 hectáreas de cultivo que rodean Carmona. Para algunos, como Portillo, este cambio representa una segunda juventud. Para otros, genera cierta inquietud. «Ha habido un revuelo grande porque de toda la vida la gente ha estado cultivando sus tierras y ahora te vienen dándote un dinero por estar…», comenta otro vecino que desvela que el aumento de las placas solares ha provocado un descenso de las áreas de cultivo en un 20 o 30%.

Menos campo, más rentabilidad: ¿un modelo sostenible?

Esto plantea preguntas incómodas: ¿qué pasa con la soberanía alimentaria si dejamos de producir ciertos alimentos? ¿Estamos apostando por una solución energética a costa del modelo agrario tradicional? ¿Y qué pasará si en unos años estas empresas se marchan y dejan el campo inutilizable para el cultivo?

Por ahora, los beneficios económicos parecen pesar más que los posibles riesgos. Muchos agricultores no ven una alternativa viable a seguir labrando una tierra que apenas da para sobrevivir. La energía solar, en cambio, ofrece ingresos fijos, contratos de larga duración y la posibilidad de vivir con más tranquilidad. Pero el modelo aún está por definir. Las administraciones locales deberán encontrar un equilibrio entre la promoción de las renovables y la protección del sector agrícola, que sigue siendo clave en muchas comarcas. Por otro lado, están las denuncias públicas que también muchos agricultores han hecho en televisión, hablando de expropiación en pro de la instalación de placas solares en las que habían sido tierras, destinadas al cultivo de olivos.

Una tendencia imparable… al menos por ahora

Pero lo que está ocurriendo en Carmona parece que es, en realidad, el reflejo de una tendencia que ya se extiende por buena parte del país. La energía solar ha dejado de ser una opción para ecologistas convencidos y se ha convertido en una herramienta económica poderosa, especialmente en el mundo rural. Los campos que antes daban grano ahora dan luz. Y aunque el cambio puede parecer drástico, para muchos es, sencillamente, una forma de adaptación.

El caso de este agricultor simboliza esa transformación. De sembrar a alquilar. De arañar beneficios a asegurar una renta. De trabajar la tierra a aprovecharla de otro modo. Es una decisión individual, sí, pero que también afecta a todo el campo español. Y como todo cambio profundo, plantea desafíos, ilusiones y también algunas incertidumbres.