Se acaba 2016: el año de la consolidación de la recuperación económica en España

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Luis de Guindos, Ana Pastor y Cristóbal Montoro (Foto: Efe).

El año que concluye ha estado caracterizado por la incertidumbre política y será recordado como un periodo de bloqueo institucional en el que los diferentes partidos no han sido capaces de pactar hasta las últimas fechas disponibles para elegir presidente tras dos elecciones generales.

A pesar de ello (o quizá precisamente por su causa), la economía española ha dejado definitivamente atrás la crisis, con un repunte del PIB superior al 3%, con medio millón de puestos de trabajo creados en términos netos y cumpliendo el objetivo de déficit público pactado con Bruselas.

El consumo de los hogares (la tradicional demanda interna, que es uno de los principales componentes del PIB) y el impulso del sector exterior por la vía de las exportaciones, junto con un desapalancamiento (reducción de deuda) por parte del sector privado han sido los elementos internos claves que explican esta recuperación.

En cuanto a los factores externos que han generado los denominados “vientos de cola”, destacan la reducción del precio del petróleo y el eterno apoyo financiero del Banco Central Europeo (BCE), que han permitido a España ser la locomotora del crecimiento en la UE.

Las previsiones del Gobierno enviadas a Bruselas tras la revisión de su cuadro macroeconómico indican que el PIB crecerá un 3,2% este año, con un incremento del consumo privado del 3,4%, cinco décimas superior al contabilizado en 2015. Por su parte, las exportaciones elevan hasta el 5,8% su contribución al crecimiento de la economía. La tasa de paro, a pesar de la creación de empleo de este año, cerrará 2016 en el 19,6%, un porcentaje demasiado alto y que duplica  que la media europea.

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Cuadro macroeconómico (Pinchar en la imagen para ampliar)

En cuanto a la inflación, el Índice de Precios al Consumo (IPC) se ha situado en terreno negativo todos los meses del año hasta septiembre, momento en el que el indicador cambió de tendencia una vez que volvieron a crecer los precios de los productos energéticos, con la previsión de que se mantenga en positivo en 2017.

A pesar de la existencia de un Gobierno en funciones, el Ejecutivo ha aprobado tres medidas fundamentales para lograr recuperar la credibilidad de los mercados internacionales y para evitar las sanciones de la Comisión Europea por no cumplir los objetivos presupuestarios. En primer lugar, se aprobó un acuerdo de no disponibilidad de 2.000 millones de euros para el Estado y de 1.500 millones para las comunidades autónomas, con el objeto de reducir el gasto público.

Además, se adelantó el cierre presupuestario a julio para evitar incrementos de partidas presupuestarias no previstas y, finalmente, se aprobó una reforma del sistema de pago fraccionado del Impuesto de Sociedades para lograr ingresos extra que permitieran cerrar el año con un déficit público por debajo del 4,6% del PIB.

Todas estas medidas convencieron a las autoridades comunitarias. Tras analizar el informe de “medidas efectivas” elaborado por España, Bruselas decidió “suspender” el proceso de déficit excesivo (que es como se conoce el procedimiento sancionador a un Estado miembro por incumplir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento), de forma que no habrá congelación de fondos estructurales ni multa al Gobierno español.

Con estos mimbres, España se prepara para un 2017 que no va a ser fácil, ya que la rebaja del déficit público debe ser la mayor de la historia: del 4,6% del PIB al 3,1% de PIB. Para ello el Ejecutivo ha aprobado nuevas medidas que entraron en vigor el 3 de diciembre y que incluyen una reforma del Impuesto de Sociedades que ensancha bases imponibles y elimina deducciones, una subida del 5% del Impuesto sobre el alcohol (sin incluir vino ni cerveza) y un incremento de la fiscalidad del tabaco.

No obstante, todo dependerá de los PGE que finalmente vean la luz en el primer trimestre de 2017, que sentarán las bases de las cuentas públicas. El crecimiento del PIB previsto en estos nuevos Presupuestos es del 2,5%, lo que supone una notable desaceleración pero es suficiente para seguir reduciendo el desempleo, que es la gran tarea que debe afrontar España en los próximo años.

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