Bruselas en alerta: exige a Moncloa garantías para aceptar más margen de déficit

Fusión
Nadia Calviño, vicepresidenta tercera de Asuntos Económicos y Transformación Digital(Foto: EFE)
Carlos Cuesta

La relación del Gobierno con Bruselas no es tan perfecta como se pretende hacer creer. El Ejecutivo ha repetido en diversas ocasiones que hay acuerdo ya en la mesa europea para suavizar el objetivo de déficit de España. Pero la realidad es distinta. Bruselas está en alerta. No se fía de la lluvia de globos sonda fiscales y económicos lanzada por el equipo de Pedro Sánchez; observa con preocupación el constante anuncio de nuevas partidas de gasto; y teme que el único nuevo presupuesto posible para 2019 sea el que acepte Podemos, algo que podría terminar de acelerar la entrada de España en la futura crisis.

Por todo ello, es verdad que la UE acepta negociar una suavización del objetivo de déficit para 2019. Pero no es cierto que haya dado ya ese consentimiento sin condiciones: primero quiere ver garantías en el BOE que avalen ese aumento del margen de déficit. Aunque esas garantías no sean recortes de gastos de otras partidas que generan déficit, sino los temidos aumentos de impuestos.

Los postulados de los que parte la Comisión Europea son claros: primero, sigue recordando que es necesario un ajuste adicional de 7.500 millones de euros (el 0,65% del PIB). Porque en caso contrario, Bruselas considera que el proyecto de control del déficit de España carece de credibilidad y consistencia. Y, segundo, un panorama claro de impuestos que permita calcular la capacidad de financiación del gasto español y que no aboque a la economía nacional a una escalada sin fin de la deuda pública. Especialmente cuando, a partir de enero, los costes de colocación de cada emisión subirán porque el BCE dejará de comprar bonos públicos.

España sigue siendo el país de la Unión Europa con mayor déficit público: 3,1%

Todo ello se lo recalcado Bruselas a la ministra de Economía, Nadia Calviño. Y sin ello, llegar a un acuerdo será difícil. Bruselas es consciente de la presión política de este Ejecutivo y de que sus apoyos –con separatistas, populistas y hasta proetarras– lo convierte en un territorio inestable. Y sabe que ello hace más difícil pedir cordura al PSOE. Pero también es plenamente consciente de algo que va más allá de la realidad política: la realidad económica. Y es que tras una década del estallido de la última recesión, España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor déficit público (el 3,1%) y el único que permanece bajo el sistema de vigilancia reforzada de la UE por culpa, precisamente, del descontrol presupuestario y de déficit.

Y todo ello preocupa en Bruselas como para permitir un levantado de las barreras al gasto con alegría. Especialmente cuando el desfase este año se disparará hasta el 2,7%, cinco décimas más que el 2,2% comprometido.

El Gobierno debería remitir a Bruselas los Presupuestos de 2019 antes del 15 de octubre. Pero para ello debe cuadrar las cuentas y que sus 84+1 diputados del PSOE logren el apoyo de Podemos, PNV, PDeCAT, ERC, etc. O en caso contrario de Ciudadanos y el PP. Pero evidentemente esta segunda opción es imposible a la vista de los planes socialistas. Y la otra opción pone de los nervios en Bruselas, como es obvio.

Por todo ello, lejos del optimismo que el Gobierno pretende trasladar en España, la realidad es que Bruselas no levantará el pie el pedal del control. Y hay que recordar que bajo el sistema de control reforzado de déficit, la UE puede tener mucho que decir en la apariencia definitiva de nuestros presupuestos.

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