Simeone vs Guardiola: maneras de entrenar, maneras de vivir
Cholo y Pep. Simeone y Guardiola. Dos formas de entender el fútbol, desde el terreno de juego y ahora en los banquillos, donde se han convertido en dos de los entrenadores más reputados del mundo, a pesar de que sus ideas futbolísticas sólo concuerden en un aspecto: la victoria.
Ambos florecieron en el banquillo de equipos en los que fueron símbolos. Simeone, representante de la garra y el coraje como jugador, sólo pudo desarrollar de esa forma una carrera de entrenador que despegó con su llegada a un entonces herido Atlético de Madrid. No sin esfuerzo, reflotó la nave rojiblanca para llevarla a cotas insospechadas. Se puede decir sin ninguna duda que el club colchonero es hoy un grande de Europa. Dos semifinales y unos cuartos de final en los tres últimos años en Champions así lo testifican. La Liga conquistada en la 2013/14 ante el Barça de Messi y el Real Madrid de Ronaldo, también.
La diferencia del Atlético con sus principales rivales en España es que su estrella se encuentra en el banquillo. La afición colchonera sabe que un porcentaje muy alto del mérito del equipo actual reside en Diego Pablo Simeone, en su idea de fútbol aguerrido y unido, en su capacidad para sacar el triunfo ante equipos teóricamente superiores con una defensa que hace las veces de muro infranqueable. No se escribe, y posible nunca se escribirá poesía en la camiseta del Atlético mientras el Cholo sea su preparador, pero tampoco se podrá negar que los rojiblancos, por y gracias a Simeone, serán candidatos a todo.
Guardiola: posesión y después triunfo
Si hay un equipo en lo que va de siglo que pueda ser considerado como el que mejor juego ha practicado sobre un terreno de juego ese es el Barcelona del ciclo 2008/12, el Barça de Guardiola. A través del juego de posición y la posesión como principal y en ocasiones único elemento de su fútbol, el equipo entrenado por el ex capitán blaugrana consiguió dominar el continente a través del balón, con dos elementos diferenciales y difícilmente igualables por cualquier otro conjunto: Leo Messi y la cabeza de Pep Guardiola.
El de Santpedor triunfó sobremanera en su primer cargo importante como entrenador de fútbol. A pesar de ser un recién llegado, los galones otorgados por el presidente Laporta le permitieron hacer una limpia en la plantilla, cobrando víctimas de la talla de Ronaldinho, Deco, o un Eto’o que finalmente continuó un año más. Lo que pareció una temeridad acabó por formar el Barcelona de los Puyol, Xavi, Iniesta y Messi, quienes lograron en un periodo de cuatro años tres Ligas, dos Champions League y otras tantas Copas del Rey, siempre bajo el innegociable precio de tener el balón y tratar de cuidarlo y repartirlo cuantas veces fuera posible, a pesar de que en ocasiones le acabara por costar el triunfo.
Su marcha al Bayern Munich, producida tras un año sabático fruto del estrés sufrido en Barcelona (perdió incluso el pelo) se tomó como el fichaje cumbre de un proyecto que contaba con jugadores que acababan de ganar un triplete. El caché de Guardiola estaba por encima de todo aquello, y a pesar de no haber podido, hasta ahora, levantar el máximo entorchado continental, sus tres semifinales consecutivas en Champions, unidas al buen trato del balón y la superioridad en dos, camino de tres, títulos de Bundesliga aprueban su recorrido en Alemania.
El 30 de junio comienza su contrato con el Manchester City, en el que tratará de seguir diseñando sistemas que le otorguen la posesión y continuar siendo el filósofo del fútbol actual, pero no quiere marcharse sin cumplir la misión por la que llegó al Bayern, lograr la Copa de Europa.
Dos caras, dos estilos, dos formas de entender el fútbol que se enfrentarán por un puesto en la final de la Champions League de Milán. La garra y el coraje tratarán de vencer al toque y la posesión. “Partido a partido” o la poesía del fútbol. Guardiola frente a Simeone, que comience la batalla.