Ramos, olé tus huevos


Olé tus huevos, Sergio Ramos. No tienes nada de qué arrepentirte, porque quien no comete pecado ni debe pedir perdón ni debe cumplir penitencia. Para mí, así entre nosotros, te quedaste corto. Pero te pudo tu sevillismo. Más que señalarte el número ante los que se habían pasado el partido insultándote, los Biris, tenías que haberte bajado el pantalón y haberles enseñado lo que es la Torre del Oro.
No es fácil plantar cara a los más violentos, a los más radicales, a los más macarras ni a los maleducados. La gente cobarde no se atreve con ellos, pero entre tus defectos nunca estuvo la cobardía. Al contrario. No hiciste nada malo, Sergio. Demasiado que pediste perdón al resto del Pizjuán por marcar un gol a tu Sevilla. Igual que habías hecho otras veces, por cierto.
Pero el que no entienda que a uno le duele más que le insulten en su casa que en la del enemigo, es que igual hay que hacerle un dibujo o cantárselo en una canción infantil. A Sergio Ramos los Biris estuvieron gritándole «¡hijo de puta!» todo el partido. Y eso en el campo del Barça, o del Atleti o en San Mamés, pues lo aguantas. ¿Pero en el Pizjuán, el campo del equipo que lleva escrito en el corazón? Eso no hay sevillista que lo aguante. Y Sergio Ramos ha sido, es y será siempre SEVILLISTA, mal que les pese a algunos que creen que el club es suyo.
Al calor del gesto de Sergio Ramos han aparecido también gurús y meapilas de debajo de las piedras. Quizá son desmemoriados porque yo he visto a Hugo Sánchez sobarse los testículos ante la grada del Camp Nou, a Giovanni hacer un corte de mangas al Bernabéu y a un tío del Valencia de cuyo nombre no puedo acordarme hacer el perrito en el Calderón y simular que orinaba a cuatro patas en el césped. La celebración a los Biris de Sergio en el Pizjuán es propia de Heidi al lado de estas.
Además, esos mismos prebostes y repartidores de lecciones en las redes sociales y en el periodismo alabaron en su día el gesto de Raúl mandando callar al Camp Nou después de un Clásico en el que le insultaron. ¿Qué diferencia hay entre el gesto de Raúl y el de Sergio Ramos? Sólo una: que Raúl no estaba jugando en su casa. Y Sergio sí. Porque Sergio Ramos, aunque a algunos les joda, es SEVILLISTA.