REAL MADRID 3-3 LAS PALMAS: JORNADA 25 DE LIGA

¡Qué locura de Madrid!

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Bale protesta su expulsión. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Real Madrid vive al borde de un ataque de nervios. Empató ante Las Palmas y cedió (temporalmente) el liderato la misma noche de histeria que Luis Enrique anunciaba su adiós. Los blancos se adelantaron con un tanto de Isco y a partir de ahí todo se torció. Igualó Tana y Las Palmas creció.

En la reanudación Borbalán, tan errático y con el gatillo tan fácil como siempre ante el Madrid, expulsó a Bale porque el galés, como el equipo, perdió la cabeza. Luego fue el acabose: penalti, cantada de Keylor… y adiós al liderato. Pero como el Madrid nunca se rinde, terminó empatando el partido con dos goles postreros de Cristiano Ronaldo. Al final, dejó en el Bernabéu el sabor de boca de un equipo irreductible.

Zidane ponía un once como el pelo de Ylenia: oxigenado. Entraban Nacho, Kovacic, Isco y Morata. Salían Pepe, Casemiro, Modric y Benzema. Lógico con la que se le viene encima al Real Madrid con las morrocotudas visitas a Eibar y Nápoles. No rotaban ni Cristiano Ronaldo ni Bale. El primero, porque quizá el equipo blanco iba a necesitar de su pegada de peso pesado. El segundo, porque lo que necesita no es descanso sino minutos.

Keylor volvía al lugar del crimen. No jugaba en el Bernabéu desde su cantada ante el Nápoles. Por delante, Carvajal y Marcelo, la pasarela Cibeles del Real Madrid, para atacar por los costados, con Nacho y Sergio Ramos para proteger el centro. En el mediocampo Kroos hacía de Casemiro, Kovacic de Modric e Isco de Kroos. Bueno, Isco de Isco. Arriba, la BBC húerfana de Benzema, pero adoptando a Morata.

Con esos mimbres quería tejer Zidane el cesto de una victoria ante Las Palmas que permitiera al Real Madrid recuperar el liderato temporalmente perdido tras el paseo del Barcelona ante el Sporting B. El Real Madrid salió a toda prisa, como si acabara de tocar todos los timbres de un telefonillo. A los 30 segundos ya había marcado Morata, pero estaba 20 centímetros en fuera de juego y el asistente de Borbalán hizo lo que no ocurrió en Villarreal con el gol de Bakambu: acertar.

Siguió presionando el Real Madrid y así cayó el primero. Fue un pase de Kovacic, libre de marca desde el centro del campo, y un gran desmarque de ruptura de Isco por el centro de la zaga de Las Palmas. El malagueño, en posición dudosa, encaró a Javi Varas y le batió con un toque sutil, como un pase de pecho de Curro Romero. Era el minuto 7. Pero el partido, lejos de pararse, se enfureció.

Isco, Tana y mucho vértigo

En el 10 empató Tana. No fue un gol normal, fue un golazo. Recibió entre líneas de espaldas al arco del Real Madrid. Giró sobre sí mismo como Bisbal en sus buenos tiempos. Se marchó de Sergio Ramos, que buscaba la anticipación, aceleró y se plantó delante de Keylor Navas al que fusiló por arriba en su media salida. El costarricense seguía en sus números: un tiro a puerta, un gol.

Como a Paquirrín haciendo una división, al Madrid le tocaba empezar otra vez. Morata cayó en su segundo fuera de juego milimétrico y dos minutos después Jesé, el delantero-rapero, el chico maravilla al que una maldita rodilla le interrumpió la carrera, pudo hacer el 1-2 si no llega a ser porque Carvajal se cruzó en su camino. Si llega a ir a puerta, ya saben: a la jaula.

El duelo parecía una tertulia del Sálvame: era un intercambio continuo de golpes. Pero Las Palmas se iba creciendo y el Real Madrid se iba enredando. Pero el partido molaba un huevo. Emergió Bale y los blancos recuperaron el control del partido, pero a la media hora Boateng desperdició la ocasión más clara del partido en un mano a mano con Keylor Navas. La mandó al cielo por donde suele volar su avión privado.

Insisto: al Real Madrid se le estaba enredando el partido. Como si se hubieran enterado del adiós de Luis Enrique, los chicos de Zidane se salieron del partido. Las Palmas presionaba con efusividad y valentía. El planteamiento de Quique Setién era arriesgado, con la defensa muy adelantada, pero estaba complicando mucho la salida del balón de los blancos. Aunque suene raro, a Zidane le sobraba un delantero y le hacía falta un centrocampista. El descanso sonó a campana salvadora para los blancos, aunque Morata había rondado el gol en la última acción de la primera mitad.

El Madrid se queda con diez

De salida, más difícil todavía. El Real Madrid se quedó con diez por expulsión de Bale. La cosa fue así. El galés hizo una falta por detrás a Viera, que era de amarilla. Por allí iba Borbalán con la tarjeta en la mano. Entonces Viera empujó a Bale y el galés respondió con más fuerza tirando al canario al suelo. El árbitro no lo dudó y le mostró la roja. Puede que esta vez tuviera razón, pero es el noveno jugador madridista distinto al que Borbalán muestra una roja.

El partido se fue liando más para el Real Madrid. Una contra de Las Palmas acabó en un penalti de Sergio Ramos por despejar la pelota con los dos brazos. Como es un jugador del Madrid, no habrá debate de si era o no involuntario. Todos los gurús dirán que Ramos quería hacer penalti. Nadie dirá que –¿por qué no?– era un acto reflejo. El penalti lo tocó Keylor con el pie, pero se acabó colando. Los de Setién se ponían 1-2 por delante y con un jugador más. El liderato no es que estuviera complicado ya para los de Zidane, es que se ponía en japonés.

Y Keylor redondeó la noche negra del Real Madrid con una salida a ninguna parte que acabó en el 1-3. Lo logró Boateng tras una carrera hacia el abismo ayudada por la atolondrada salida del portero blanco. El Bernabéu empezaba a perder las esperanzas en la remontada y la tomó con su portero. Con toda la razón. Rondó luego el cuarto Jesé, pero esta vez el tico sí que estuvo acertado.

Borbalán siguió con su particular show al anular un gol de Morata por fuera de juego de Cristiano. Se equivocó (otra vez), porque el luso estaba en posición correcta. El partido era de patio de frenopático. El Real Madrid lo intentaba con tanta alma como precipitación y rara vez sus ataques llegaban a buen puerto.

Épica sin puntería

Benzema falló (otro) gol del siglo en el 73. Igual que ante el Celta en Copa, el delantero francés, con la portería a su favor y sin que nadie le exigiera, la echó a las nubes. El Bernabéu se desesperaba. El Real Madrid quería ir tan rápido que se precipitaba justo donde hay que tener pausa: en el área.

Los cambios de James, Benzema  y Lucas Vázquez, unidos al espíritu del Bernabéu, agitaron al Madrid, pero con tanto vértigo las ideas se bloquean. A los blancos se les encasquilló el gatillo. Karim siguió fallando ocasiones y hasta Cristiano Ronaldo se contagió de los errores en el área. En el 84 Borbalán –qué malo es– pitó penalti a instancias de su asistente en el área de Las Palmas. Lo marcó Cristiano y aún quedaban cinco minutos por delante.

Apretó el Madrid y apretó mucho, porque el Real Madrid es la historia de siempre. Cristiano Ronaldo se puso el traje de Sergio Ramos y marcó un gol salvador en el 88. Los blancos todavía querían más, pero los tres minutos decretados por Borbalán, más que cortos, eran una vergüenza. Atacaban los de Zidane con frenesí, locura, pasión. Y fútbol, mucho fútbol. Bendita locura. Bendito Real Madrid. No le dio tiempo a lograr el cuarto, pero dejó en el Bernabéu el poso de un equipo que nunca, nunca, nunca se rinde.

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