Copa del Rey: Real Madrid - Barcelona

El Real Madrid se hace el ‘harakiri’

Los innumerables fallos del Real Madrid, sobre todo de Vinicius, en el área del Barcelona impidieron a los blancos meterse en la final de la Copa del Rey. Los de Solari fueron mejores, pero cayeron 0-3 ante un Barcelona que sólo tuvo que aprovechar un par de llegadas al área. Un doblete de Luis Suárez y un autogol de Varane dieron el pase a los azulgranas a la final del Villamarín

real madrid
El Real Madrid, eliminado de la Copa del Rey tras caer (0-3) ante el Barcelona.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Real Madrid cayó con honor y sin puntería. Se pegó un tiro en el pie. Se hizo el harakiri. Se suicidó víctima de sus propios errores, especialmente en el área del Barcelona. Vinicius perdonó cuatro goles cantados y Luis Suárez acertó a la primera. Tampoco el VAR ayudó al Real Madrid, al que quitaron dos penaltis precisamente sobre el joven brasileño. Al final, el Barcelona se impuso 0-3 sencillamente porque tuvo más acierto y, posiblemente, porque tiene mejores futbolistas.

El once de Solari era como el lenguaje de Pedro Sánchez: previsible y reiterativo. Quizá no era la noche para innovar porque el Bernabéu no es el Mobile de Barcelona. Quizá sería la meritocracia. Quizá conservadurismo. Jugaban los que habría adivinado hasta Aramis Fuster. Pero en este Real Madrid de la depresión post-Cristiano no deja de ser sorprendente, al menos para este humilde relator, que no quepan ni Marcelo, ni Isco, ni Bale. Unos por fofisanos y el otro por ir más a su bola que Errejón.

Jugaba Keylor su competición, quién sabe si en su último partido con el Real Madrid, y jugaban los otros diez que ustedes ya saben y que yo enumeraré aquí a fuer de que me llamen plasta. Se siente. Lo leen rápido: Carvajal, Varane, Ramos, Reguilón; Casemiro, Kroos, Modric; Lucas Vázquez, Vinicius y Benzema.

Y jugaba Messi. Sí. Messi. Aquí pueden poner la música de Psicosis o la de Jesulín, que da el mismo miedo. Messi, que lleva dando miedo en el Bernabéu desde que se cortaba el pelo como el de El Chavo del Ocho y no tenía ni barba ni tatuajes. Messi, tormento y ardor que cantaba Miguel Bosé en Amante bandido. Vale que jugaban otros diez en el Barcelona, pero es que jugaba Messi, oiga. Y Messi es mucho Messi. Y sin Cristiano mucho más.

Por los de Valverde también estaban, y ya prometo que no me enrollo más, Ter Stegen; Semedo, Piqué, Lenglet, Alba; Busquets, Sergi Roberto, Rakitic, Dembelé, Luis Suárez y (no sé si se lo había dicho ya) Messi.

Empieza el combate, empieza el ‘mangue’

En estas divagaciones pillóme el inicio del Clásico. Con el Real Madrid presionando y el Barcelona un poco a verlas venir. Messi deambulaba por el Bernabéu mientras Vinicius trataba de mostrarse en el Clásico. Ocurrían pocas cosas al menos hasta el primer acelerón de Messi abortado por Reguilón en el área con un pie salvador en boca de gol.

Respondió Vinicius con una galopada que, como casi siempre, no acabó en final feliz para el Real Madrid. Pero para el brasileño, como para Freddy Mercury, el show siempre debe continuar. Y continuó con una jugada dentro del área que fue penalti. Semedo derribó en el pie a Vinicius. El VAR le avisó pero le dijo un «todo O.K.» que no era O.K., así que el colegiado se abstuvo de verlo por televisión. Nada nuevo bajo el sol, José Luis. Ardo en deseos de saber lo que dice Piqué sobre el particular, que seguro que tiene una opinión fundadísima.

Siguió Vinicius a lo suyo, pero volvió a acabar mal una jugada en el 18 con un disparo alto. Habrá que perdonárselo porque es más proactivo que un Actimel. Dominaba el Real Madrid con un Barcelona agazapado y sufriente a la espera de que apareciera Messi. Mejor ni mentarle. Pasaban los minutos y nos encaminábamos a la media hora de un Clásico bastante notable aunque sin grandes ocasiones. Y con un penalti birlado al Real Madrid, claro.

Pipita Vinicius

Perdonó el Real Madrid una ocasión clara y doble de Vinicius y Benzema. Primero el brasileño y luego el francés marraron dentro del área. Al filo del 40 de nuevo Vinicius volvió a ser protagonista pero se le puso la cara de Pipita que se le pone muchas veces y echó a las nubes una ocasión que era el 1-0 cantado, cantado. Al Barcelona le salvó la campana del descanso, al que bien pudo haberse ido perdiendo por dos o tres goles a poco que Vinicius hubiera tenido puntería o que Sánchez Martínez hubiera pitado el penalti.

El segundo acto comenzó de nuevo con el dominio del Real Madrid, que tuvo el 1-0 nada más pisar el césped en un cabezazo de Benzema, que no habría sido válido de haber encontrado portería porque se apoyó en Busquets. De nuevo el Barcelona sufría. Y esta vez el reloj corría en contra de los de Valverde.

Bocado de Luis Suárez

Fue entonces cuando el Barcelona, en la primera que tuvo, penalizó los errores del Real Madrid, esta vez defensivos. Carvajal perdió la espalda ante Dembelé, que asistió perfectamente al área. Allí Sergio Ramos tuvo miedo de entrar y Luis Suárez, que no había tocado el balón en el Clásico, marcó de primeras. Fue un golazo. Nada pudo hacer un Keylor que se tiró tarde.

El Real Madrid acusó el golpe, pero siguió atacando como llevaba haciéndolo todo el Clásico. Y sin puntería como también llevaba todo el Clásico. Vinicius lo intentaba todo y lo acaba todo entre la precipitación y la desesperación. Messi seguía esperando el momento para copar las portadas.

No se rindió el Real Madrid y siguió percutiendo. Y fallando, claro. Reguilón tuvo el 1-1 en su cabeza después de una buena asistencia de Vinicius, pero Ter Stegen voló para evitarlo. Ni puntería ni suerte tenía un Madrid que era un diez en actitud, pero con un cero en precisión. Y el Barça, además de Messi, también tiene a Ter Stegen.

Vinicius volvió a hacer la jugada del siglo. Regates, eslalon, velocidad, pero falló dentro del área. Otro final dramático, triste, desesperante. La respuesta del Barcelona, en el erótico minuto 69, fue marcar el segundo. De nuevo desbordó Dembelé, asistió al área, no salió Keylor Navas y Varane, en su intento por adelantarse a Suárez, acabó marcándose un autogol. Los azulgranas ponían pie y medio en la final.

Debacle blanca y noche negra

Que se acabó un minuto después cuando Casemiro hizo un penalti claro a Messi en la primera acción del argentino. Messi no quiso ni tirarlo. Se lo dejó a su amigo Luis Suárez, que marcó el 0-3 y finiquitó la semifinal de Copa de un Real Madrid que, aunque con honor, iba a caer y poner un esperado fin de ciclo.

Ya sólo quedaba que fueran pasando los minutos y que el Real Madrid siguiera desangrándose, incapaz de hacer un gol por muchos ataques que hiciera. Al final, se clasificó el Barcelona que no jugó a casi nada, pero que tuvo lo que hace falta para triunfar en el fútbol y en la vida: buen ojo y puntería.

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