Messi y el árbitro acuden al rescate del líder (2-1)
El Barcelona gana aun cuando no le sale casi nada. Y gana porque tiene a un jugador que parece tocado por la varita en cada partido que juega. Lionel Messi acudió al rescate de sus compañeros cuando parecían ahogados por la férrea defensa de un sobresaliente Alavés, al que sólo le faltó que Leo no estuviese sobre el terreno de juego para enganchar a la escuadra una falta marca de la casa. Los árbitros, con Iglesias Villanueva a la cabeza, también echaron un cable doble al líder, con un penalti no señalado a Umtiti en el 88 y la no señalización de un fuera de juego muy claro de Alcácer en la jugada del gol decisivo.
La propuesta del Alavés no era la mejor a priori pensando en una posible campanada. El descomunal esfuerzo realizado por los teóricos titulares de Abelardo en el partido de Copa llevó al técnico asturiano a rotar a algunos de sus habituales y dar la alternativa a hombres como Hernán Pérez, Ibai o Sobrino, que respondieron con creces en una primera mitad de dominio culé en posesión, pero en la que la intimidación de cara a portería la puso el conjunto visitante.
Los toques de los jugadores del Barça eran incomprensiblemente imprecisos, con Messi e Iniesta fallando controles y pases de forma grosera, y sin la profundidad necesaria para abrir el esquema defensivo del Alavés, inamovible en el área. Coutinho, debutante como titular en el Camp Nou, tampoco encontraba forma de abrir el cerrojo, y no se atrevió con sus clásicos tiros de media distancia.
La ausencia de Busquets se notaba en ataque… pero también en defensa. La mayor virtud del de Badía reside en su capacidad de presión para evitar las contras, pero sin él, Rakitic se vio demasiado solo y el Alavés pudo transitar a sus anchas en repetidas ocasiones. La propuesta vitoriana sólo podía verse mejorada con un gol, y éste llegó en un contraataque en el que Guidetti, con un importante porcentaje de suerte, ponía el primer gol del partido. Heterodoxo, pero merecido al fin y al cabo.
Con el paso de los minutos, la reacción del Barcelona se esperaba pero cuanto menos se retrasaba, y las sensaciones no eran las mejores. Sólo la inmensa calidad de sus jugadores podía dar la vuelta a ello. Valverde también quiso colaborar con la causa y la primera medida tangible afectó a las bandas, con un doble cambio en el que devolvió a los laterales titulares, Sergi Roberto y Jordi Alba, a su hábitat natural, en lugar de Semedo y Digne, quienes pasaron desapercibidos.
Más allá de la imprecisión, la actitud de algunos jugadores culés daba la impresión de no estar sufriendo en demasía la victoria, mostrando una imagen que a buen seguro no gustó a su técnico. Uno de los que no aportó prácticamente nada a la causa fue Coutinho, que dejaba su puesto a un Alcácer de vuelta para ocupar la banda derecha. Suárez, reaccionó de inmediato y tuvo acto seguido la más clara para el Barça, con reacción perfecta de un gran portero como Pacheco.
Despertar, Messi y doble ayuda arbitral
Repentinamente herido en su orgullo, el Barcelona despertó y el Alavés comenzó a arrepentirse de no haberle matado en las contras obtenidas tras el 0-1. Iniesta, uno de los protagonistas del despropósito de los primeros 65 minutos, apareció disfrazado del héroe que tantas veces ha sido y puso un balón en el área para que el matador Suárez mandara el esférico al fondo de las mallas. Poco menos de veinte minutos y la mitad del trabajo estaba hecho.
El Alavés volvió a encerrarse con propiedad e inevitable mérito, pero una falta al borde del área con polémica –Alcácer estaba en fuera de juego al recibir–, acabó con Messi poniéndola en la escuadra izquierda de la meta de Pacheco y celebrando la culminación de la remontada del Barcelona. Con el 2-1 campando en el luminoso, el conjunto culé se agarró a una nueva oportunidad de sentenciar, pero la reacción del Alavés le hizo sufrir hasta cometer un penalti por manos de Umtiti, no señalado por Iglesias Villanueva a pesar de su claridad. El cabreo era notable y merecido, pero la derrota ya no iba a desaparecer de su casillero.