Griezmann se cita con Cristiano en la final
Alemania saltaba al campo con bajas –Hummels, Khedira y Mario Gómez–, mientras que Francia tenía a todos disponibles y Deschamps, que si algo sabe es de mediocentros, se cargaba al pequeño Kanté, ese que dicen que le gusta a Zidane. Ja. Löw salía con tres jugones –Özil, Kroos, Draxler– y con Müller de falso nueve. El partido salió como una canción de Enrique Iglesias: con ritmo, pero alocado.
Francia, plagada de músculo, apretaba a los alemanes en un campo minado donde el balón era un conejo. Sus ataques eran empuje, que sólo encontraban algo de pausa en los pies de Payet. A los 6 minutos una pared entre Griezmann y Matuidi la terminó el delantero del Atlético con un disparo seco y raso, que despejó con autoridad ese muro que se llama Neuer.
Tardó Alemania en responder, pero lo hizo a los 12 minutos tras una penetración de Emre Can que no llegó a rematar bien Müller dentro del área. Los teutones habían capeado el chaparrón inicial de los galos. Y dos minutos después fue Lloris el que sacó abajo un remate envenenadísimo de Can que se colaba por su derecha. Alemania había crecido en torno a la pelota y los poderosos centrocampistas franceses sólo podían perseguir sombras.
Y a los 20 minutos el árbitro echó la primera manita a Francia, como era previsible, al hacerse el ciego en un penalti que Pogba cometió sobre Kroos, tras una gran pared entre el madridista y Müller. Los jugadores de Löw protestaron la acción, pero el árbitro hizo un Rajoy: inhibirse y dejar que todo siguiera su curso. Alemania manejaba el partido, pero dejaba demasiado espacio a la espalda de sus centrocampistas que era gloria bendita para Griezmann.
Los de Löw se pusieron en modo rodillo con un enorme Kroos y unos inspiradísimos Draxler y Özil. Alemania cortejaba el gol con una Francia noqueada, pero los germanos echaban de menos un delantero grande, de esos alemanes de toda la vida. Deschamps habría pedido tiempo muerto si hubiera podido. Pero no podía.
Rizzoli, el mejor francés
Eso sí, el mejor de Francia era Rizzoli, que volvió a dejar sin sancionar otro penalti en un córner (en realidad hubo varios) de Pogba sobre Schweinsteiger. Una contra de Griezmann en el 41 asustó algo a los alemanes, pero no frenó su empuje. En una contra provocada por otro lío que se montó Boateng él solito mostró al mundo las costuras de Giroud, lento y torpe hasta que a Höwedes le dio tiempo a recuperar el sitio.
Y en el 45 el asistente de Rizzoli sí que tuvo buena vista para observar, a más de 20 metros, una mano de Schweinsteiger a un remate de cabeza de Evra en un córner. El penati lo transformó Griezmann con la templanza que le faltó en la final de la Champions contra el Madrid. Y Rizzoli, con la satisfacción del trabajo bien hecho, señaló el descanso.
En la reanudación Alemania siguió a lo suyo: atacar, atacar y atacar. Y Francia, según el plan: repliegue atrás y a buscar la contra. Un par de zarpazos de Giroud y Griezmann de salida en el segundo tiempo pusieron en pie al público del Velodrome. Pero en seguida volvió el rodillo alemán y el repliegue galo.
Sentencia Griezmann
Antes del 60 a Alemania se le rompió Boateng y Löw metió al campo a Mustafi. Y en e 70 Griezmann apareció para marcar el segundo y poner pie y medio en la final. Fue una jugada de Pogba, que se marcó un chotis en la banda y puso el centro al área. Neuer salió a por uvas y su despeje blandito y con la mano abierta cayó en los pies del delanteró del Atlético, que esperaba con la caña para hacer el 2-0.
Respondió Alemania con un zurdazo de Kimmich que se estrelló contra la escuadra de Lloris. Los germanos no iban a rendirse sin luchar. Achuchaban con un Draxler poderoso, pero incapaces de hacer un gol dentro del área. Francia se defendía con orden y con la comodidad que le daba el marcador.
Caían las ocasiones para Alemania, pero no el gol. Y caían los minutos que acercaban cada vez más a Francia a la final. Jamás se rindieron los de Löw, pero acabaron perdiendo un partido que volvió a demostrar que en el fútbol la posesión está muy bien, pero lo que vale de verdad es marcar goles.