No hay manera de inquietar a Djokovic

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Djokovic besa el suelo del Melbourne Park. (Getty)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Novak Djokovic sigue asombrando y desesperando al mismo tiempo al mundo del tenis. El nivel del serbio en cada partido, ya sea pequeño o grande, es insultantemente superior al de sus rivales, que acaban sintiéndose juguetes de una bestia que parece no encontrar límite en su progresión. Muchos se aferran a que en algún momento del partido el viejo Djokovic, el que perdía los papeles, aparezca, sin embargo, el número uno es de largo el jugador con mejor cabeza de la ATP a día de hoy.

Andy Murray, su rival hoy en la final del Open de Australia, puede dar testimonio de ello. El escocés, todo un prodigio en resistencia mental, acabó desesperado ante un Djokovic que le ganó en todo momento cualquier batalla psicológica. El campeón olímpico de 2012 incluso discutió con su entrenadora por la forma de entrarle a un Djokovic que se mostró intratable tanto defendiendo como atacando.

El serbio juega a su antojo con las emociones de sus rivales. Djokovic ha aprendido a conseguir que el que esté al otro lado de la pista se replantee su estrategia y entre en constantes dudas. Murray quiso jugar con bolas blandas al inicio para forzar los errores del número uno y en media hora se encontró un 6-1 en contra.

El escocés cambió entonces a su faceta más física. Corrió de un lado a otro la pista como si de Rafa Nadal se tratara, pero Novak no se inquietó lo más mínimo. Amparándose en su saque y sin apenas hacer excesivos esfuerzos físicos, llegó mucho más lúcido a la muerte súbita del segundo set tras 80 minutos y superó a Murray como si nada.

En la tercera manga, Djokovic siguió jugando con la cabeza de un Murray que empezó a atacar y atacar. El escocés dudaba porque su estilo está lejos de ir a buscar las cosquillas a rivales top 10 y porque veía a un rival que apenas se inmutaba por sus golpes ganadores. Así las cosas, se volvió a llegar a una muerte súbita en la que el número dos directamente explotó. Cometió dos dobles faltas, mientras Djokovic se castigaba con varios aces que cerraban el choque.

El serbio, a día de hoy, vive en otro nivel distinto al resto. Sus rivales lo saben y cada vez más ven imposible acercarse a un jugador que parece destinado a poner en jaque la hegemonía en los Grand Slam de Roger Federer. A sus 28 años, Djokovic suma 11 y ve de cerca los 17 del suizo y los 14 de Nadal. El serbio igualó con este triunfo a Roy Emerson como el jugador con más Open de Australia ganados con seis.

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