Tenis

Djokovic y su ‘annus horribilis’ solamente suavizado por un sueño cumplido

El serbio cierra la temporada sin ganar un título tras bajarse de las ATP Finals por lesión

El oro olímpico, horizonte inhóspito hasta este año, es el único metal que ha tocado

Se confirman los rumores sobre Djokovic: renuncia a las ATP Finals y finaliza su temporada

Djokovic
Djokovic, durante su partido del Six Kings Slam ante Sinner. (Getty)

El relevo generacional es inevitable en un deporte, el tenis, que atraviesa tiempos convulsos. Sus torneos caminan a caballo entre el dopaje de Sinner, la cercana retirada de Nadal, el auge de Arabia Saudí en el circuito y la intermitente presencia de Djokovic sobre la pista. A sus 37 años, el serbio, que ya no posee el físico prodigioso de antaño, selecciona los torneos en los que competir para prolongar su triunfante carrera lo máximo posible.

Algo se ha quebrado en Djokovic este año, que lo finaliza sin ningún nuevo título en su vitrina, algo atípico en su carrera. Desde su explosión, en 2011, únicamente ha sucedido una ocasión más, en 2017. La grieta de esta temporada comenzó a abrirse desde el inicio, en el Open de Australia. Sucumbió ante su némesis esta temporada, Jannik Sinner.

Cayó desprovisto. Al italiano y al serbio les separan 14 años, pero comparten técnica y táctica. Le superó en semifinales del Grand Slam por antonomasia del balcánico, hasta en diez ocasiones lo ha conquistado, récord histórico. Tal fue la dureza del golpe que Nole renunció al ATP 500 de Dubai para recuperarse.

Algo que no funcionó. Volvió a claudicar en el Masters 1.000 de Indian Wells y verbalizó su crisis. «Estoy sorprendido por mi nivel de juego actual, es realmente malo. Debo analizar bien qué ha ocurrido en el partido. He cometido algunos errores no forzados terribles y he jugado muy defensivo. No tengo excusas, debería haberlo hecho mucho mejor y ya está. Ha sido un partido muy pobre por mi parte», aseguró.

El año que se presentaba como oportunidad para batir los pocos récords que se le resistían, fue tornando en uno que batía registros negativos de manera inexorable. El serbio, que a sus 37 años no goza del físico portentoso de antaño,  se vio obligado a seleccionar qué torneos disputar para alargar al máximo su carrera deportiva.

Y cuando la elección hacía acto de presencia, aparecieron las lesiones y su tortuosa relación con el menisco. Le obligó a retirarse de Roland Garros antes de disputar los cuartos de final contra Ruud y a pasar por el quirófano. Su recuperación, milagrosa, le permitió disputar un Wimbledon en el que alcanzó la final. Sólo Alcaraz pudo frenar su ímpetu.

Djokovic nunca ha sido amigo de las intervenciones quirúrgicas, pero esta era obligatoria. El motivo se llamaba Juegos y apellidaba Olímpicos, su gran sueño por cumplir. El único horizonte inhóspito en su camino. En París tocó la gloria olímpica ante un tenista, Carlos Alcaraz, que aspira a ser su sucesor en Los Ángeles 2028.

Una vez alcanzado su sueño, regresó a la realidad. Se dio de bruces en la Arthur Ashe en tercera ronda con Popyrin, su verdugo en el US Open. Arribó en Arabia para la disputa del artificial torneo bautizado como Six Kings Slam, donde, por cuarta vez esta temporada, Sinner le hizo claudicar. Aunque se llevó el último baile con Nadal.

Su año en blanco únicamente podía coger algo de color en las ATP Finals. Opción que se ha desvanecido después de que el propio tenista, de nuevo por lesiones, decidiera bajarse y poner punto y final a su temporada con el contador de títulos a cero. A sus 37 años, el serbio se ve obligado a ceder el relevo generacional. Sinner y Alcaraz le fuerzan a ello y su ‘annus horribilis’ lo confirma.

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