Ganó a Burgsmuller y días más tarde se proclamaba campeón

El día que comenzó la leyenda: 15 años del debut de Nadal en Roland Garros

Rafael Nadal logró su primera victoria en Roland Garros hace ahora 15 años, en un partido ante el alemán Lars Burgsmuller que fue la primera piedra para alcanzar el título en su debut, y también del legado del que es hoy el mejor tenista de la historia en tierra.

Nadal Roland Garros
Nadal celebra una victoria en Roland Garros 2005. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Las semanas de confinamiento, unidas al parón en el deporte mundial debido a una misma causa, la emergencia del coronavirus, han provocado un repunte en las visualizaciones de gestas deportivas históricas. En España, los títulos de Real Madrid y Barcelona, así como también de la selección española, han destacado sobremanera en los recuerdos, pero la efeméride en un 23 de mayo, hace ya 15 años, nos retrotrae al comienzo de uno de los grandes idilios de la historia del deporte a nivel mundial, el debut de Rafael Nadal en Roland Garros. 

El entonces adolescente mallorquín se había destapado como la gran revelación del circuito, meses después de su primera explosión, culminada con una actuación diferencial en la final de la Copa Davis 2004 ante Estados Unidos. España ya conocía a Rafa y la ATP empezaba a hacerse una idea de que aquel chaval, de 18 años, camiseta sin mangas y pantalones pirata, había llegado para marcar una época en el tenis mundial.

Nadal se presentó en Roland Garros con cinco títulos a sus espaldas antes del ecuador de la temporada, todos ellos logrados en su superficie predilecta, la arcilla. París le esperaba para culminar su presencia en un debut que se había hecho esperar en ediciones anteriores. La catalogación como cabeza de serie número 4, correspondiente a su ranking, le deparó un debut aparentemente asequible con el alemán Lars Burgsmuller. 

Sin embargo, los acontecimientos previos dejaban entrever complicaciones para Rafa desde el primer momento. Dos semanas atrás, el manacorense había tenido que abandonar debido a una ampolla en su mano, fruto del desgaste previo en una final, mítica y kilométrica, de cinco horas ante Guillermo Coria en Roma. Nadal podía no estar al 100%, e incluso verse mermado por los nervios del debutante y la presión del candidato, pero su tenis sirvió para imponerse en tres sets (6-1, 7-6, 6-1) y avanzar en progresión en el cuadro.

En el horizonte estaba el sueño del fan español de ver a Rafa con el título en Roland Garros en el torneo de su debut, como sólo había podido hacer Wilander. Por entonces, nadie podía imaginar lo que iba a lograr aquel joven de aspecto rebelde y mentalidad sublime, pero Malisse, Gasquet –compañero de generación–, Grosjean y David Ferrer comprobaron la supremacía de Nadal en tierra y su conexión especial con el Grand Slam parisino.

Federer y Puerta, últimas víctimas

Rafa era entonces un jugador eminentemente terrícola, aunque sus resultados en pista dura –disputó una final con Federer en Miami– le daban credenciales con respecto al futuro. Sería Roger, número uno del mundo y aún sin entorchado en Roland Garros, el que marcaría un antes y un después para Rafa en el duelo más esperado del cuadro, la semifinal de la parte alta.

3 de junio de 2005. Nadal cumplía 19 años ante la posibilidad de lograr el más difícil todavía y batir a Federer en la lucha por un puesto en la final de Roland Garros. Una afrenta demasiado complicada para casi cualquier deportista, pero no para Rafa. En cuatro sets y con una superioridad asombrosa, el español levantaba los brazos ante el número uno de la ATP y sellaba su billete a una final en la que Mariano Puerta acabaría también sucumbiendo ante el que hoy, 15 años después de su debut, es el mejor tenista de la historia en tierra batida.

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