Especie invasora

Te la cruzas paseando por el campo, pero es una dañina especie invasora que altera el suelo en España

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Asparagus asparagoides. Imagen: Krzysztof Ziarnek, Kenraiz.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En España se han detectado cerca de 250 especies invasoras. Unas grandes, otras pequeñas, unas se comen… y otras están ahí, sin poder aprovecharse ni en ensaladas ni en platos. Este es el caso de la esparraguera africana (que se confunde con los espárragos normales).

Si bien su prima, el espárrago común, sí se cultiva y se sirve en la mesa, esta otra no tiene nada que ofrecer al paladar. Y lo peor es que representa un verdadero problema para el equilibrio de nuestros ecosistemas.

Esta es la planta invasora que altera el suelo español

La esparraguera africana, nombre científico Asparagus asparagoides, también conocida como alicatán, es una especie que no debería estar aquí. Vino del sur de África, introducida como planta ornamental, y encontró en el clima mediterráneo un paraíso que no podía dejar.

A simple vista puede parecer inofensiva, tiene brotes finos y verdes que recuerdan al espárrago común. Pero la realidad es que se adueña de todo. Esta planta trepa por arbustos, se enreda en la vegetación nativa, y forma una alfombra subterránea con sus rizomas y tubérculos.

En poco tiempo, desplaza a las especies autóctonas y deja el suelo irreconocible. Por esas razones está incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras desde 2013, bajo el Real Decreto 630/2013, y ha sido clasificada como una amenaza en Australia, Nueva Zelanda y California.

En su hábitat natural, crece entre matorrales y bordes de bosque, adaptándose a lluvias tanto estivales como invernales. En España se ha afianzado en Andalucía, Comunidad Valenciana y Canarias, donde se ha naturalizado en zonas como Chiclana (Cádiz) o varios puntos de Tenerife y Gran Canaria.

A veces surge en márgenes de caminos, cañaverales o antiguos terrenos agrícolas, y pocas veces se consigue erradicar.

¿Cómo es la amenaza de esta especie invasora?

El problema no es sólo que compita por el espacio, sino que lo transforma. La esparraguera africana genera una enorme cantidad de biomasa, tanto aérea como bajo tierra. Sus raíces tuberosas y sus rizomas se entrelazan y dejan sin margen al resto. La luz no llega al sotobosque. Las especies locales dejan de regenerarse, y eso tiene un efecto dominó en toda la cadena del ecosistema.

El impacto se extiende también al suelo, ya que modifica la actividad microbiana, ralentiza el reciclaje de nutrientes y altera el ciclo natural de descomposición.

A nivel económico, ya se han visto efectos en otros países. En Australia, por ejemplo, su control en cultivos de cítricos ha supuesto costes de más de 1.500 euros por hectárea y año, y se ha convertido en un hábitat perfecto para aves que atacan las plantaciones. En España, aún no se han cuantificado estos daños.

¿Qué se está haciendo para frenar la expansión de esta planta invasora?

Si bien hay margen de acción, la realidad es que eliminarlas sólo es viable cuando se detecta una población reciente, antes de que fructifique. Para ejemplares aislados, la solución pasa por la extracción manual.

También se han empleado herbicidas autorizados como el glifosato, con resultados mixtos. En casos más avanzados, se estudia el control biológico: un hongo (Puccinia myrsiphylli), un insecto (Zygina sp.) o un coleóptero (Crioceris sp.) podrían ser aliados si se manejan bien.

En Andalucía, se han puesto en marcha medidas a través del Programa Andaluz para el Control de Especies Exóticas Invasoras, con actuaciones en arenales y matorrales costeros. En 2008, por ejemplo, se trataron más de medio hectárea de superficie invadida.

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