Si vuelves a casa para comprobar que has cerrado la puerta, la psicología dice esto de ti

Seguramente te ha pasado más de una vez: sales de casa, caminas unos metros y, de repente, te preguntas si has cerrado la puerta con llave. Aunque puede parecer un pensamiento trivial, los psicólogos aseguran que revela mucho sobre nuestra mente, nuestros hábitos y nuestra personalidad. Una de las razones más habituales por las que ocurre esto es la ansiedad, que en ocasiones se manifiesta en forma de preocupación excesiva por la seguridad o el orden.
Las personas que vuelven a casa a comprobar si han cerrado la puerta suelen tener un nivel elevado de pensamiento anticipatorio: se imaginan escenarios negativos como una forma de protección evolutiva para reducir el riesgo. En este contexto, cerrar la puerta no se percibe como una simple acción física, sino como un acto simbólico de control sobre el entorno. Al asegurarte de que está cerrada, reduces la incertidumbre y, con ello, la ansiedad.
¿Por qué vuelves a casa comprobar si has cerrado la puerta?
La neurociencia ha demostrado que el cerebro humano tiene problemas naturales en la memoria prospectiva, es decir, la capacidad de recordar realizar acciones planificadas en el futuro, como cerrar la puerta. Cuando sales de casa, la acción de cerrar la puerta ya pasó, y el cerebro puede «olvidar» temporalmente si realmente lo hiciste. Este fenómeno se conoce como duda obsesiva y es muy común en personas meticulosas o con tendencia a la preocupación.
El perfeccionismo es otro factor que influye en este comportamiento. Para las personas perfeccionistas, la idea de dejar la puerta abierta o mal cerrada puede generar una sensación de fracaso o desorganización. Este perfeccionismo puede manifestarse no sólo en el hogar, sino también en el trabajo y en las relaciones personales: la necesidad de revisar, comprobar y asegurarse que todo está en orden se convierte en un hábito casi automático.
El estrés cotidiano también influye en nuestra tendencia a volver a comprobar cosas. En cierto sentido, la acción de volver a revisar la puerta funciona como un mecanismo de auto-regulación: te da la sensación de que puedes controlar al menos una cosa en medio del caos diario.
Trastornos relacionados
Si bien la mayoría de las personas experimentan este comportamiento de forma ocasional, existen casos en los que la necesidad de revisar se vuelve recurrente y afecta la vida cotidiana. Esto puede estar relacionado con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), en el que se tienen pensamientos incontrolables y recurrentes, llamados obsesiones.
Las personas con este trastorno pueden presentar obsesiones, compulsiones o ambas. Las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes mentales repetitivos, intrusivos y no deseados, que provocan ansiedad. Entre las obsesiones más comunes se encuentran el temor a los gérmenes o la contaminación; miedo a olvidar, perder o extraviar algo; temor de perder el control sobre el propio comportamiento; pensamientos agresivos hacia uno mismo o hacia otros; y el deseo de que todo esté en orden simétrico o perfecto.
Las compulsiones son conductas repetitivas que la persona siente la necesidad de realizar, generalmente como respuesta a una obsesión. Entre las más frecuentes se incluyen lavarse las manos de forma excesiva, ordenar u organizar artículos de manera precisa, comprobar repetidamente cosas como si la puerta está cerrada o el horno apagado, contar compulsivamente, orar o repetir palabras en silencio.
Las personas con este trastorno no pueden controlar sus obsesiones o compulsiones, incluso cuando reconocen que son excesivas. Dedican más de una hora al día a estas conductas, no obtienen placer con ellas, pero sí alivio temporal de la ansiedad, y suelen experimentar problemas significativos en su vida diaria.
Los factores de riesgo incluyen genética, ya que tener un familiar de primer grado con TOC incrementa la probabilidad de padecerlo; biología, con diferencias en la corteza frontal y estructuras subcorticales; temperamento, donde quienes son más reservados o presentan ansiedad y depresión en la infancia tienen más riesgo; y trauma infantil, vinculado a la aparición de síntomas obsesivo-compulsivos.
Estrategias para reducir la compulsión de volver atrás
Si bien volver a comprobar la puerta es normal, hay formas de reducir la frecuencia de esta acción y disminuir la ansiedad:
- Establecer un procedimiento fijo al salir de casa, como revisar llaves, luces y puerta en un orden concreto, ayuda a reforzar la memoria y reduce la necesidad de volver atrás.
- Concentrarse en el momento presente al salir de casa puede disminuir la distracción y la duda. Las técnicas de respiración y meditación breve son muy útiles.
- Antes de salir, decir en voz alta «cerré la puerta» ayuda a que la memoria retenga la acción y refuerza la sensación de control.
Volver a casa para comprobar si has cerrado la puerta puede parecer un hábito trivial, incluso molesto, pero la psicología nos dice que es mucho más que eso. Es una ventana a cómo funciona nuestra mente: refleja ansiedad, necesidad de control, perfeccionismo, estrés y memoria prospectiva.
Temas:
- OKD
- Psicología