Si tienes esto en tu comedor eres de clase media-baja: los ricos jamás lo pondrían en sus casas


Todos los hogares cuentan una determinada historia, y todos los detalles son importantes. Desde los muebles hasta los elementos decorativos, cada objeto refleja la economía, la personalidad y los valores de quienes viven allí. El comedor es una de las estancias más importantes, y determinadas cosas que denotan que eres de clase media-baja. Mientras que las familias de clase alta suelen elegir espacios minimalistas donde todo está cuidado al detalle, las de clase media-baja priorizan la funcionalidad y el valor sentimental.
Esto se traduce en una serie de elementos en el comedor de muchos hogares de clase media-baja, y que rara se vez sen en casas de familias adineradas, como manteles de crochet o muchos marcos con fotos familiares. No es ni mejor ni peor, sino simplemente formas distintas de vivir y de decorar una vivienda.
Objetos habituales en un comedor de clase media-baja
Uno de los elementos más frecuentes en los comedores de clase media-baja es la abundancia de fotografías familiares: bodas, cumpleaños, viajes, bautizos…. Cada una de las imágenes tiene un gran significado emocional y, por lo tanto, merece tener un lugar privilegiado en esta estancia. En cambio, las familias de clase alta sólo tienen unas pocas fotos en marcos elegantes y estratégicamente colocados para crear un ambiente armonioso.
Las piezas de crochet, especialmente los manteles, son otro elemento que se encuentra habitualmente de los hogares de clase media-baja. Estos objetos suelen tener un fuerte componente emocional, ya que muchas veces pertenecieron a abuelas o tías. Más allá de su valor sentimental, los manteles de crochet protegen los muebles del desgaste diario y, al mismo tiempo, embellecen mesas y aparadores. Los comedores suelen tener varios de estos manteles, a veces sobrepuestos, para proteger superficies y añadir un toque cálido al ambiente.
Otro aspecto característico de los comedores de clase media-baja son los muebles antiguos, heredados o adquiridos por necesidad, que a menudo no combinan entre sí, como sillas de distintos estilos o mesas restauradas. La razón de esta mezcla puede ser económica, ya que los muebles nuevos son caros, pero también puede deberse al deseo de conservar muebles que pertenecen a la familia desde hace generaciones.
Por otro lado, el hecho de que las familias de clase media-baja tengan pilas de periódicos, revistas, cartas o facturas acumuladas en el comedor tiene varias explicaciones: algunas familias mantienen los periódicos por costumbre, otras los guardan para reutilizarlos, y muchas veces simplemente no hay un lugar específico para desecharlos de inmediato. Esto es algo que rara se vez se ve en los hogares de clase alta, ya que cuidan mucho la estética.
Otro elemento distintivo de muchos comedores de clase media-baja son las plantas de interior. A menudo, se eligen plantas resistentes, como potos, helechos o cactus, y se colocan en macetas simples que a veces no combinan entre sí. Estas plantas aportan frescura y color al espacio, purifican el aire y reflejan un cuidado y cariño por el entorno. Aunque la clase alta también utiliza plantas, las seleccionan por su valor estético.
El reloj de pared, especialmente si es grande o antiguo, es otro detalle típico de los comedores de clase media-baja. A menudo, estos relojes son de madera oscura, con números grandes y visibles, o incluso heredados de generaciones anteriores. Su presencia refleja la importancia de la funcionalidad y la tradición familiar.
Finalmente, un comedor de clase media-baja suele tener una vajilla variada, muchas veces compuesta por piezas heredadas o adquiridas en diferentes momentos, que no necesariamente forman un conjunto homogéneo. En los hogares de clase alta, por el contrario, la vajilla se selecciona con cuidado, buscando uniformidad y estética, y rara vez se combinan piezas de distintos orígenes o épocas.
Esto no quiere decir que los hogares de clase-media no cuiden la estética, tanto en el comedor como en el resto de estancias, sino que priorizan la funcionalidad y el valor sentimental. Cada uno de los objetos, como un reloj de pared antiguo o un mantel de crochet, narra una historia y puede estar ligado a recuerdos o momentos compartidos en familia. La riqueza de un hogar de clase media-baja se mide, entonces, en la calidez del espacio,.
Por el contrario, los hogares de clase alta suelen mostrar espacios más depurados y minimalistas. Cada elemento decorativo se selecciona prestando especial atención a la estética: muebles de diseño, obras de arte vajilla refinada… El objetivo es que la casa sea una extensión de la identidad social y económica de sus habitantes, proyectando orden y sofisticación.
No se trata de que un estilo de vida sea mejor o peor que el otro; simplemente representan formas diferentes de vivir y de valorar el hogar. En definitiva, la verdadera riqueza de un hogar no siempre se mide en dinero ni en objetos lujosos. Se mide en la vida que se vive dentro de sus paredes.