¿Por qué no felicitar el 8M, el día de la mujer?
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer cada 8 de marzo ha ganado notoriedad y presencia en el discurso público a nivel mundial, tornándose en una fecha de profunda reflexión y análisis sobre el estado actual de los derechos y la equidad de género. Sin embargo, surge una pregunta pertinente en este contexto: ¿es adecuado felicitar el 8M? Del mismo modo que muchos se plantean si no habría que celebrar el Día de la Mujer, o de hecho no pensar en la jornada como algo festivo, también muchos piden que no se felicite a las mujeres ya que por el momento, todavía queda mucho por hacer.
De hecho, la respuesta a si debemos felicitar este día o no, imbuida de la esencia y el propósito de este día, nos invita a reconsiderar la naturaleza de nuestras acciones y el mensaje que transmitimos al conmemorar esta jornada. Como decimos, el Día Internacional de la Mujer emerge, no como una ocasión festiva tradicional, sino como un momento de introspección, reconocimiento y llamado a la acción frente a las desigualdades y desafíos que enfrentan las mujeres alrededor del mundo.
¿Por qué no felicitar el 8M, el día de la mujer?
El 8M no deja de ser un día que se erige sobre la base de luchas históricas y contemporáneas por la igualdad de derechos, el respeto y la dignidad, lejos de ser simplemente una fecha para expresar felicitaciones vacías o gestos simbólicos desprovistos de compromiso real con la causa que representa.
En este sentido, el 8M se presenta como una ocasión para la reflexión colectiva sobre los logros alcanzados gracias a la incansable lucha de mujeres a lo largo de la historia. Es un momento para evaluar cómo, a pesar de los avances en materia de derechos y participación, aún persisten brechas significativas que limitan el pleno desarrollo y bienestar de las mujeres en diversas esferas de la vida social, política, económica y cultural. Esta fecha nos invita no a felicitar, sino a reconocer y valorar la contribución de las mujeres en todos los ámbitos, a la vez que nos confronta con la realidad de que la igualdad de género sigue siendo un objetivo distante en muchas partes del mundo.
Compromiso y acción
Más allá de la reflexión, el 8M es una llamada a la acción. Nos recuerda la importancia de trabajar activamente por la eliminación de la discriminación y la violencia contra las mujeres, desafíos que se mantienen persistentes a nivel global. La conmemoración de este día debe servir como un impulso para fortalecer las políticas y medidas que promuevan la igualdad de género, el respeto a los derechos humanos de las mujeres y su empoderamiento en todos los sectores de la sociedad.
Visibilización y lucha contra la violencia
La relevancia del 8M también radica en su papel como plataforma para visibilizar la violencia de género y exigir medidas concretas para su erradicación. La violencia machista, en sus múltiples formas, constituye una de las violaciones más flagrantes de los derechos humanos en nuestra sociedad. Este día nos recuerda la necesidad de mantener una lucha constante y determinada contra todas las formas de violencia y discriminación hacia las mujeres, reafirmando el compromiso con la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
El origen del Día de la Mujer
El Día de la Mujer es una jornada para reivindicar los derechos de las mujeres y no simplemente para felicitarlas por su género. Su creación busca conmemorar los avances sociales, económicos y políticos logrados por las mujeres, así como la persistente discriminación que han enfrentado a lo largo de la historia. La primera celebración del Día Nacional de la Mujer tuvo lugar el 28 de febrero de 1909 en Estados Unidos, impulsada por el Partido Socialista Americano en honor a la huelga de camiseros de Nueva York que exigieron mejores condiciones laborales el año anterior.
Al año siguiente, en 1910, la idea se extendió a Europa gracias a la Internacional Socialista, que durante su congreso en Copenhague decidió establecer el Día Internacional de la Mujer para promover sus derechos y respaldar la lucha por el sufragio universal. Aunque no se fijó una fecha específica para su celebración, se adoptó el último domingo de febrero siguiendo el modelo estadounidense. Los primeros países europeos en unirse a la celebración fueron Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza en 1911.
¿Por qué el 8 de marzo? ¿Qué hay de cierto y de leyenda?
El 8 de marzo se convirtió en la fecha emblemática del Día de la Mujer a partir de 1914, posiblemente por coincidir con un domingo. Tres años más tarde, en San Petersburgo, las mujeres protestaron enérgicamente por el fin de la guerra, marcando el inicio de la «revolución de febrero» (según el calendario juliano, entonces en uso en Rusia, el evento tuvo lugar el 23 de febrero), seguida cuatro días después por la caída del zar. El gobierno provisional resultante otorgó a las mujeres el derecho al voto. Tras la Revolución Bolchevique, Vladimir Lenin estableció el 8 de marzo como día festivo oficial.
Con el paso del tiempo, han surgido varias leyendas sobre el origen del Día de la Mujer. Una de ellas sugiere que se instituyó para recordar un incendio que supuestamente mató a cientos de trabajadores en una fábrica de camisas en Nueva York el 8 de marzo de 1909, aunque en realidad ese incendio nunca ocurrió, a diferencia del que provocó 140 víctimas el 25 de marzo de 1911. Otra leyenda sostiene que el Día Internacional de la Mujer fue creado para conmemorar la represión brutal de una manifestación sindical de trabajadores textiles en Nueva York en 1857.
El Día de la Mujer representa mucho más que una celebración; es un recordatorio de la lucha histórica de las mujeres por la igualdad y la justicia. A través de los años, ha evolucionado para convertirse en un símbolo global de solidaridad y empoderamiento femenino.