¿Quién instauró los puntos cardinales?
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Los puntos cardinales son direcciones interpretadas en la superficie de la Tierra que se basan en el movimiento aparente del Sol durante los equinoccios. Su denominación procede de la palabra latina cardinalis, que significa “esencial” o “principal”. Juntos conforman el sistema de referencia universal que sirve para representar la orientación en los distintos planos y mapas. Seguramente los conocerás. Son el norte, el sur, el este y el oeste.
No obstante, si dividimos el planisferio en bisectrices, obtenemos otros cuatro puntos colaterales de igual relevancia: suroeste, sureste, noreste y noroeste. De igual forma, si repetimos dicha operación una vez más, generaríamos la famosa Rosa de los vientos. Un símbolo circular que escenifica todos los rumbos en los que se fracciona el horizonte.
¿Quién estableció los puntos cardinales?
La respuesta a esta pregunta tan formulada sería la lógica. No hablamos de un invento ni un objeto funcional creado por el hombre, sino de una parte inherente del planeta. Sabemos que los primeros hombres que habitaron la Tierra ya utilizaban este método de orientación, basando su comportamiento en la salida y la puesta del Sol. Por esta razón, es imposible conferir la creación de los puntos cardinales a un individuo en concreto. Más bien habría que agradecer su existencia al razonamiento y la supervivencia natural del ser humano.
El origen de sus nombres
Aunque no podamos hablar de un impulsor, sí es posible analizar la etimología de las palabras que dan nombre a los cuatro puntos cardinales principales. Todas ellas tienen actualmente un origen germánico y escandinavo. Sin embargo, estas no han sido las primeras denominaciones existentes. En la antigüedad recibían el nombre de Septentrión (Norte), Meridión (Sur), Oriente (Este) y Occidente (Oeste).
A día de hoy, el norte, también conocido como boreal, procede del vocablo protoindoeuropeo ner-, que significa “izquierda”. En relación a su posición durante el amanecer. Cuando hablamos del sur, este es el punto diametralmente opuesto al norte. La etimología de la palabra podría derivar del protogermánico sun-thaz: “Al lado del sol”.
El este, o levante, corresponde aproximadamente con el punto exacto donde el Sol aparece en el horizonte. La palabra desciende del protoindoeuropeo aus-, que significa “aurora”. Y para finalizar tenemos el oeste, lugar donde se pone el Sol al anochecer. Se cree que proviene del término latino vesper, en relación a la “tarde”. Aunque algunos expertos aseguran que su origen corresponde a la cultura griega.