Curiosidades

Ésta es la única manera de colocar el papel higiénico: lo han confirmado y no hay discusión

Colocar el papel higiénico
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Existen pequeñas decisiones cotidianas que, sin saber cómo ni por qué, acaban dividiendo a la gente. Si la tortilla de patatas debe llevar cebolla o no o si el café se toma con leche fría o caliente son ejemplos clásicos. En este contexto, hay una controversia, igual de simple en apariencia, que parece no tener fin: ¿cómo hay que colocar el rollo de papel higiénico? ¿Con la hoja cayendo por delante o colgando por detrás?

Aunque parezca algo trivial, esta discusión ha alimentado foros, cenas familiares e incluso artículos científicos. Pues bien, aunque uno crea tener razón porque «así se ha hecho toda la vida en casa», hay una respuesta clara y respaldada tanto por documentación histórica como por razones de higiene. En realidad, la forma adecuada de colocar el papel higiénico no es un misterio, sino una cuestión que se zanjó hace más de un siglo.

¿Cómo hay que colocar el papel higiénico?

La historia del papel higiénico tal y como lo conocemos se remonta al siglo XIX. Aunque el uso de materiales para la higiene personal existía desde tiempos antiguos (se usaban desde hojas hasta trapos, pasando por piedras o agua) no fue hasta finales del 1800 cuando surgió el papel higiénico en rollo, con hojas preperforadas para facilitar su uso. Fue una idea revolucionaria en términos de comodidad e higiene.

Detrás de esta invención estaba Seth Wheeler, un empresario estadounidense que no sólo patentó el concepto del papel higiénico perforado, sino también el soporte que lo sostenía. En 1891, registró una patente que incluía un diagrama específico en el que se ilustraba claramente cómo había que colocar el rollo. La imagen no dejaba lugar a dudas: el extremo libre del papel colgaba hacia adelante, por encima del rollo, no pegado a la pared.

Aunque la existencia de esta patente fue conocida durante décadas, volvió a cobrar importancia en 2015, cuando el escritor Owen Williams la compartió en redes sociales tras encontrarla en los archivos de Google Patents. Desde entonces, esa imagen se ha convertido en el mejor argumento para poner fin el debate. Si el propio inventor lo explicó así, ¿quiénes somos nosotros para contradecirlo?

Más allá de lo que indique un dibujo técnico de hace más de 130 años, existen una serie razones que apoyan esa forma de colgar el papel. Según numerosos expertos en higiene y salud pública, dejar que el papel cuelgue por delante es más conveniente por varias razones:

  • En primer lugar, resulta mucho más accesible. Al tener la hoja libre por delante, es más fácil localizar el extremo del papel, tirar de él y cortarlo con una sola mano. No es necesario tantear ni girar el rollo varias veces para encontrar la punta, algo que suele ocurrir cuando se coloca con la hoja pegada a la pared.
  • Además, esta disposición evita que las manos entren en contacto con la superficie de la pared. Esto es especialmente importante en baños públicos, donde las superficies pueden estar contaminadas con bacterias o virus. Incluso en casa, tocar repetidamente la pared puede contribuir a la acumulación de microorganismos. Así lo explica el doctor Christian Moro, profesor de Ciencias de la Salud en la Universidad Bond, quien sostiene que minimizar el contacto con superficies como las paredes del baño ayuda a prevenir la transmisión de agentes patógenos.

Los baños son espacios que, aunque parezca que están limpios, pueden esconder múltiples amenazas invisibles. Algunos de los microorganismos más comunes que se pueden encontrar incluyen estreptococos, estafilococos, la famosa Escherichia coli (E. coli), e incluso virus respiratorios como el del resfriado común. Estos agentes patógenos se pueden instalar en superficies como el lavabo, el pomo de la puerta, el grifo o, claro está, la pared junto al portarrollos.

¿Está condenado a desaparecer?

Durante décadas, el papel higiénico ha sido el método más común para la higiene personal tras ir al baño. Sin embargo, cada vez más personas cuestionan su eficacia, impacto ambiental y sostenibilidad. El papel higiénico no sólo implica la tala de millones de árboles al año, sino que también consume grandes cantidades de agua y energía durante su fabricación. Además, no siempre garantiza una limpieza completa, lo que ha motivado la búsqueda de opciones más eficientes.

Una de las alternativas más populares y avanzadas son los inodoros japoneses, que incorporan un chorro de agua regulable para limpiar de forma suave, eficaz y sin necesidad de papel. También existen los bidés tradicionales, que cumplen una función similar y son comunes en muchos países europeos. Otra opción más accesible son las duchas higiénicas de mano o «duchas bidet», que se pueden instalar fácilmente en cualquier baño.

Además de ser más higiénicas, estas alternativas reducen el consumo de papel y, por tanto, el daño al medioambiente. Aunque el cambio cultural aún representa una barrera, el futuro apunta hacia métodos más limpios, sostenibles y respetuosos con el planeta.

Lo último en Curiosidades

Últimas noticias