Los bancos lanzan un aviso importante: nunca olvides presionar esta tecla en el cajero
En la vida diaria, muchas veces pasamos por alto detalles que, aunque sencillos, pueden afectar directamente a nuestra seguridad. Éste es el caso del cajero automático, el cual utilizamos para sacar dinero sin pensar demasiado, pero que esconde ciertos riesgos si no tenemos cuidado. Las prisas, la rutina o la simple costumbre pueden llevarnos a cometer errores que, aunque parezcan mínimos, abren la puerta a posibles fraudes o accesos indebidos a nuestras cuentas bancarias. Por eso, conocer ciertas recomendaciones básicas puede ser la clave para proteger nuestro dinero y nuestra privacidad.
Expertos en seguridad, así como algunos bancos, han comenzado a hacer especial hincapié en una serie de medidas preventivas que deberíamos adoptar cada vez que utilizamos un cajero automático. Algunas son tan simples como presionar una tecla después de terminar una operación o evitar imprimir el comprobante. Esto responde al creciente aumento de fraudes relacionados con cajeros, como la instalación de dispositivos para clonar tarjetas (skimmers), el uso de cámaras ocultas y la suplantación de identidad. Estas prácticas delictivas, cada vez más sofisticadas, afectan a miles de personas cada año y generan importantes pérdidas económicas.
No te olvides de hacer esto en el cajero
Uno de los gestos más sencillos, y también más recomendados por los expertos en ciberseguridad y por diversas entidades bancarias, es pulsar la tecla “Cancelar” una vez que finalizamos cualquier operación en un cajero automático. Esto, que no requiere esfuerzo alguno, puede ser crucial para evitar accesos indebidos por parte de terceros.
Algunas veces, el sistema del cajero tarda unos segundos en volver a su estado inicial después de que sacar la tarjeta o el dinero. Durante ese breve periodo de tiempo, si alguien está cerca y actúa con rapidez, podría aprovechar la inactividad del sistema para acceder sin necesidad de pasar la tarjeta. En este contexto, pulsar «Cancelar» obliga al sistema a cerrar cualquier sesión que pudiera haberse quedado abierta, interrumpiendo posibles accesos no autorizados.
Por otro lado, imprimir el comprobante después de sacar dinero puede poner en riesgo datos personales sensibles, especialmente si el recibo se pierde o se tira a la basura sin romperlo. Y es que el comprobante contiene más información de la que imaginamos: número de cuenta parcial, hora y lugar de la operación, e incluso indicios del saldo disponible. Todo esto, en manos equivocadas, puede facilitar el robo de identidad.
Asimismo, a la hora de introducir el PIN en un cajero automático, uno de los hábitos más importantes (y muchas veces ignorado) es el de cubrir el teclado con la otra mano. Esto puede ser determinante para evitar que alguien, ya sea una persona cercana o una cámara oculta, consiga verla clave.
Es sorprendente la cantidad de técnicas que los delincuentes utilizan para espiar a quienes usan los cajeros: desde la colocación de cámaras diminutas en lugares estratégicos, hasta la presencia de «mirones» que se hacen pasar por clientes normales y corrientes.
El auge de las estafas
En los últimos años, las estafas relacionadas con cajeros automáticos han experimentado un preocupante incremento. A medida que la tecnología bancaria avanza, también lo hacen las estrategias de los delincuentes, quienes constantemente buscan nuevas formas de engañar a los usuarios y apropiarse de su dinero o de su información confidencial. Los fraudes en cajeros ya no son hechos aislados, sino una amenaza real y cada vez más sofisticada que requiere atención y prevención constante.
Una de las técnicas más comunes es el skimming, que consiste en colocar un dispositivo falso sobre la ranura del lector de tarjetas del cajero. Este dispositivo copia la información de la banda magnética de la tarjeta. Para completar el fraude, los estafadores suelen instalar también cámaras diminutas o teclados falsos que les permiten obtener el PIN. Una vez que tienen estos datos, pueden clonar la tarjeta y vaciar la cuenta sin que el titular se dé cuenta hasta mucho después.
Otra modalidad bastante frecuente es el cash trapping, en la que los delincuentes manipulan la ranura de salida del dinero, bloqueándola con una trampa o dispositivo que impide que los billetes salgan. Cuando la persona se marcha creyendo que ha habido un error en la operación, los estafadores se acercan y retiran el dinero atrapado.
También existen fraudes más psicológicos, como el llamado shoulder surfing o «mirar por encima del hombro» En este caso, el delincuente se sitúa cerca de la víctima y observa cómo introduce su PIN. A veces, incluso intenta entablar una conversación para distraerla. En combinación con el robo físico de la tarjeta, el estafador puede acceder fácilmente a los fondos.
Una técnica más reciente y peligrosa es el ATM shimming, una evolución del skimming, donde los delincuentes insertan un microdispositivo extremadamente delgado dentro del lector de tarjetas. Este shim capta los datos de los chips EMV (los chips modernos de las tarjetas), haciendo que incluso las tarjetas con tecnología más avanzada no estén completamente a salvo.
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