Ni agua sola ni jabón: la forma correcta de lavar el melón para deshacerte de cualquier microorganismo
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El melón forma parte de una alimentación equilibrada. Esta fruta es sinónimo de saludable, por ser fuente de vitamina A y C, sumado a que su contenido calórico es bajo. Como otras frutas que se consumen frescas, puede contaminarse con microorganismos peligrosos, más aún si el melón ya está partido a la mitad. Sea cual sea el caso, lavar el melón es un paso innegociable.
Estos patógenos, entre los que se encuentran la Salmonella, la E. coli o el virus de la Hepatitis A, pueden llegar al alimento en distintas etapas: desde la cosecha hasta el momento de cortarlo en la cocina.
Así es la forma correcta de lavar el melón
Para minimizar los riesgos, no basta con pasar el melón bajo el grifo. Se requiere una limpieza más rigurosa, que elimine la tierra, los residuos y los posibles patógenos. A continuación, estos son los pasos recomendados:
- Limpieza de manos: antes de manipular el melón, lavarse las manos con agua caliente y jabón durante al menos 20 segundos. Esto debe hacerse también tras tocar carne cruda, animales o superficies potencialmente contaminadas.
- Cepillado de la cáscara: usar un cepillo específico para frutas y verduras. Restregar con firmeza la corteza bajo agua corriente. El cepillo debe estar limpio y desinfectado previamente.
- Agua corriente, no estancada: el melón debe lavarse con agua del grifo. Nunca debe dejarse en remojo en recipientes, ya que eso favorece la redistribución de los patógenos.
- Enjuague final: una vez cepillado, volver a enjuagar el melón con agua corriente para retirar los restos que hayan podido soltarse.
- Secado: usar papel de cocina o una toalla limpia para secar el melón. Evitar toallas reutilizadas, ya que podrían contener microorganismos.
Qué debemos evitar a la hora de lavar el melón
Hay prácticas comunes que no son seguras, o son simplemente ineficaces para la limpieza del melón:
- No usar jabón ni detergente: estos productos no están diseñados para frutas y pueden alterar el sabor del melón. Además, pueden dejar residuos químicos peligrosos.
- No utilizar lejía ni cloro directamente sobre el alimento: aunque puede usarse una mezcla diluida para desinfectar superficies, no debe aplicarse sobre frutas.
- No cortar sin lavar: incluso si no se come la piel, el cuchillo arrastra lo que hay en la superficie hacia el interior del melón al cortar.
¿Por qué es importante lavar el melón?
Aunque la parte interior del melón es la que se consume, su corteza rugosa puede albergar bacterias y virus. Esa superficie externa, al entrar en contacto con cuchillos o manos, puede transferir contaminantes al interior.
Por eso, lavar el melón correctamente antes de cortarlo es fundamental para evitar enfermedades alimenticias.
Los síntomas derivados de consumir alimentos contaminados incluyen náuseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza y fiebre. Suelen aparecer entre las 12 y 72 horas posteriores al consumo y, en algunos casos, pueden derivar en complicaciones.
¿Cómo se almacena el melón?
Si no vas a consumir el melón en el momento, se debe guardar entero sin lavar. Debe ser un lugar limpio, seco y lejos de productos químicos del hogar. Si se va a refrigerar, mantenerlo alejado de carnes crudas y alimentos que puedan soltar líquidos contaminantes.
Después de cortar, se debe desechar la parte donde estaba el tallo, ya que puede albergar más patógenos. Luego, refrigerar el melón cortado dentro de las 2 horas posteriores.
Otras recomendaciones para almacenar el melón si ya lo has cortado son las siguientes:
- Utilizar bolsas o recipientes herméticos y limpios para su almacenamiento.
- Revisar frecuentemente por signos de deterioro como moho o textura viscosa.
- Desechar el melón que haya estado en contacto con sangre o líquidos de carne cruda.
Higiene general y prevención
Con los procedimientos ya mencionados, el melón estaría listo para ser consumido. No obstante, hay que tener siempre presente estas recomendaciones bromatológicas:
- Usar tablas separadas para frutas y para carnes crudas.
- No reutilizar utensilios sin limpiarlos adecuadamente entre usos.
- Mantener el frigorífico limpio y a temperatura adecuada (por debajo de los 4 °C).
- Limpiar frecuentemente las estanterías, sobre todo después de almacenar alimentos perecederos.
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