Adiós al frigorífico: el sencillo truco para conservar la mantequilla a temperatura ambiente sin estropearse
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El desayuno es uno de los momentos más esperados del día. En este momento las tostadas con mantequilla suelen ser grandes protagonistas. No obstante, esta delicia puede convertirse en un pequeña problema diario.
La mantequilla recién sacada del frigorífico suele estar demasiado dura para untar con facilidad. El resultado es pan roto y tostadas mal cubiertas de este alimento.
Para evitar esta situación, muchas personas recurren a soluciones clásicas: sacarla unos minutos antes, calentarla unos segundos en el microondas o simplemente hacer fuerza con el cuchillo. Aunque esta técnica es efectiva, esta opción no siempre te garantiza una textura adecuada.
Afortunadamente, existe un truco sencillo que ha ganado popularidad en redes sociales y que permite mantener la mantequilla en su punto perfecto sin necesidad de refrigeración.
El truco para conservar la mantequilla en perfectas condiciones
El secreto está en tener un recipiente específico conocido como mantequera francesa o sellada con agua fría. Este método tradicional difundido por creadoras de contenido como @palomacolas en su cuenta de Instagram, ofrece una forma eficaz de conservar la mantequilla fuera del frigorífico sin que se estropee.
Este recipiente consta de dos partes: una tapa donde se coloca la mantequilla a temperatura ambiente y una base que se llena con agua fría. Al unir ambas piezas, el agua actúa como una barrera protectora que aísla la mantequilla del aire y la mantiene fresca y con la textura perfecta para untar.
El truco es sencillo y muy práctico. Para asegurar que la mantequilla se conserve en buenas condiciones y no se oxide ni adquiera sabores extraños, es recomendable cambiar el agua cada dos días. Así, podrás disfrutar de una mantequilla siempre lista para usar, sin necesidad de recurrir al microondas, y conservando su sabor original.
¿Mantequilla o margarina? Ésta es la mejor opción según la OCU
La mantequilla y la margarina han sido objeto de debate durante años debido a su contenido graso. Aunque no son productos recomendados para un consumo diario, tampoco deben ser eliminados completamente de la dieta si se consumen con moderación y dentro de una alimentación equilibrada.
La mantequilla se elabora a partir de nata batida, generalmente de leche de vaca, y contiene entre un 80% y un 85% de grasas, además de agua, vitaminas A y D, y colesterol. Aunque hay versiones reducidas en grasa o con sabores añadidos, sigue siendo una fuente significativa de lípidos y grasas saturadas.
Por su parte, la margarina, creada en el siglo XIX como alternativa económica, se fabrica a partir de aceites vegetales que son transformados mediante procesos como la hidrogenación.
Aunque en el pasado estos métodos generaban grasas trans, estudios recientes, como los de la OCU, no han detectado niveles preocupantes. Además, la margarina suele enriquecerse con vitaminas, fibra o fitoesteroles, lo que la convierte en una opción interesante, sobre todo para quienes deben controlar el colesterol.
Según la OCU, lo mejor es hacer un «consumo equilibrado de ambos productos». Lo importante es moderar su consumo y priorizar fuentes de grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra.
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