Artista Plástica

Amparo Sard: «La tecnología hace que veamos las catástrofes sociales y ecológicas como si fueran ficción»

amparo sard
La artista Amparo Sard. @Cortesía

Artista plástica, doctora y profesora de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona. Amparo Sard (Mallorca, 1976) lucha de forma constante sobre diversos aspectos de la condición humana. Observa la mirada del hombre a través de los avances tecnológicos, la forma de observar que tenemos a través de nuestras pantallas y pensar, entre otras cosas, que los desastres ecológicos y sociales que vemos son ficción, que no van con nosotros y con nuestra realidad. «Hoy sentir es la emergencia», comenta citando a Denise Najmanovich.

La artista, que ha expuesto de manera individual y colectiva en importantes museos internacionales, ha sido uno de los nombres más aclamados en la última edición de ARCOmadrid 2022 con Paisaje Desubicado, una instalación que representa dos árboles de enormes dimensiones en color negro (plástico reciclado) que atravesaban con violencia las paredes del stand de la feria de arte de la Baró Galería. Además, Sard también ha contado con una obra muy especial y experimental: el primer NFT háptico (táctil) que se presenta en la Historia del Arte.

Instalación ‘Paisaje Desubicado’ de Amparo Sard en ARCOmadrid. @Cortesía

Los monumentales árboles que aparecen rompiendo la pared han atraído a muchos visitantes al stand. ¿A qué conclusiones quiere que llegue el espectador con este proyecto? 

Todas las piezas hacen referencia a la manera que actualmente tenemos de interpretar todo lo que vemos. Vemos y observamos todas las catástrofes sociales y ecológicas a través de nuestras pantallas, lo que hace que lo percibamos como algo que no nos afecta, como si se tratara de ciencia ficción y no es así. Con estas obras busco forzar al espectador a sentir más.

En el caso de la instalación de Paisaje desubicado hablo del consumismo desorbitado, especialmente de la impotencia frente a la dependencia abrumadora del plástico. Los árboles que desgarran la pared del stand son una gran masa de plástico reciclado con el que quiero hacer un guiño al desfase entre el espacio y el tiempo, entre el momento de la percepción y la consciencia.

¿Cree que no somos verdaderamente conscientes de la realidad? O peor: ¿Pasamos de todo?

Creo que no estamos preparados para digerir todo lo que vemos y actuar en consecuencia. Paisaje desubicado es un paisaje que desborda la dimensión y la comprensión, tanto por su ubicación como por la sus referencias más profundas. Como si los árboles crecieran antes de tiempo, o demasiado tarde. Tal y como declara Kant, la historia que se narra cobra sentido una vez acabada, una vez que los actores cuentan lo que quieren contar.

Pero llegados a este punto, ¿cómo representar lo inabarcable? Es decir, la muerte del planeta, la saturación del plástico, forzando lo emocional, etc.

Se trata de proyecciones mentales de una realidad del individuo actual, donde lo amorfo está dentro de esa melancolía, lo que cambia, esa masa que crece, que sale de dentro a fuera, parece el retrato emocional del alma, de la misma manera que Hipócrates confundió la saliva expulsada del cuerpo con convulsiones, con una enfermedad del alma. Cuando asociamos enfermedad, emociones a una materia que supura o que se deforma, aparecen conceptos muy novedosos que se acercan mucho a lo que quiero describir. Como si la deformidad recayera sobre la humanidad.

‘Autorretrato diluido’ de Amparo Sard. @Cortesía

¿Cómo surgió la idea de incorporar un NFT háptico en el proyecto? 

A corto plazo el cerebro no distingue si lo que ve es ficción o realidad, por eso hoy sentir es la emergencia. Se trata de un mecanismo que consigue ponernos en estado de atención. Hacer sentir con la extrañeza es eficaz, pero también se consigue aportando más sentidos a nuestra percepción. Es el caso de Autorretrato háptico, donde el sentido del tacto permite al espectador percibir cualidades y medios como la presión, textura y dureza mientras el espectador perfora un autorretrato digital de la artista. Se trata del primer NFT háptico, el primer sólido virtual que se ha creado, haciendo referencia a que hoy incluso la ficción acaba siendo real. Esta pieza ha sido producida en colaboración con la Escuela Universitaria de Bellas Artes Adema. Un NFT, un archivo digital pero que es táctil.

¿De dónde le viene su dedicación al arte?

La decisión de estudiar Bellas Artes fue tardía, justo cuando acabé COU tenía que decidir los estudios universitarios que cursaría y, la verdad, no fue fácil porque, por un lado, venía de la rama de ciencias puras (física, químicas, matemáticas, dibujo técnico), pero por otro llevaba toda la vida dibujando y experimentando con materiales y objetos que había por casa. Tengo muchas anécdotas de infancia de experimentos, que aunque ahora nos reímos en familia, no creo que a mis padres les hiciera mucha gracia que les estropeara los vinilos de jazz para hacer una escultura.

¿Qué recuerdos tiene de sus primeros años de creación artística?

La primera vez que enseñé algo en público y de manera profesional todavía estaba estudiando la carrera en la Universidad de Barcelona. Fue cuando gané el premio Ciutat de Palma, una gran sorpresa y una motivación. Presenté un papel perforado con la técnica tan característica que descubrí en la facultad. Por aquel entonces todavía teñía el papel después de perforarlo consiguiendo que los agujeros quedaran más oscuros. Poco a poco evolucionó hacia a una limpieza absoluta de pigmento dejando simplemente el soporte, el papel. Esa idea de que el material forma parte del mensaje de la obra, no solo de soporte, es algo que sigo manteniendo. La evolución que ha seguido la obra, a parte de cómo formalizo las ideas o los diferentes materiales y dimensiones que he ido incorporando, es la que sigue la mayoría de artistas.

¿Qué busca en este momento como artista y como persona? No sé si podemos separar una cosa de la otra, supongo que no.

El artista es un ser ultra sensible que necesita comprender todo su entorno y lo hace con la herramienta de la emoción. Con el tiempo nos damos cuenta de que eso es imposible. Pero si consideras que el cuadro, o cualquier obra de arte  es un trozo de ese todo, de esta vida, eso sí que lo podemos controlar.

Cuando empiezas la carrera artística la zona de investigación es tu espacio intersticial, tu entorno más cercano y a medida que pasan los años el radió de acción se va expandiendo. En mi caso se ha convertido en una lucha constante sobre la condición humana que durante el desarrollo de mi carrera he investigado sobre la nueva mirada, sobre cómo todo evoluciona tecnológicamente tan rápido que el ser humano acaba evidenciando sus limitaciones para seguir el ritmo de la tecnología.

 ¿Cómo ha sido el proceso de búsqueda para lograr un estilo personal que defina su obra?

En realidad no he buscado ese estilo personal. Cuando empecé a trabajar con los agujeros tenían un significado que conceptualmente resolvía la obra, y a medida que han pasado los años los agujeros siguen porque son capaces de adaptarse a todas mis necesidades, evolucionando su significado a partir de la metáfora. Por ejemplo, en el inicio de mi carrera mis obras lo explicaban casi todo con una narrativa que se creaba con referentes que interactuaban entre ellos (moscas, autorretrato, agua, etc), el lenguaje siniestro y de extrañeza ya estaba aportando la emoción de angustia necesaria; hoy no ves narrativa en la obra, porque la extrañeza de la obra ya consigue ponerte en estado de atención.

Tienen bastante que ver con lo que esta pasando hoy en el la vida, no nos podemos creer lo que nos cuentan tenemos que experimentarlo nosotros. Los agujeros ahora, quizá por eso, son unos agujeros más grandes por los que sucede una acción, como por ejemplo supurar. La palabra supurar es una palabra también muy siniestra. Cualquier cosa que supure de un cuerpo nos recuerda inevitablemente al peligro, despertando nuestra intuición. La intuición como manera eficiente de poder entender todo lo que vemos, tanta abrumadora información es algo muy importante hoy y eso además lo vemos en arte del momento. Materiales que tienen más presencia que cualquier imagen.

Stand Baró Galería en ARCOmadrid. @Cortesía

Coménteme un poco sobre el origen de la fuerza emocional que desprende su obra. 

La razón por la que la materia, o cualquier cambio en la materia sea importante en mi obra, es precisamente porque como te comentaba es lo que permite evidenciar el cambio frente a nuestros ojos incluso de una manera estática. Imagínate una determinada deformidad en el cuerpo, gracias a la memoria sabes cómo debería ser antes de la deformidad, que ha habido un cambio; o piensa en un mar solidificado como un pedrusco de dimensiones descomunales colocado de una manera que mantiene el equilibrio en dos puntos y tu está situado debajo. Ambos casos nos recuerdan que algo no va bien.  A eso me refiero, todo depende de la sensibilidad del espectador en detectar esos cambios, esos signos.

Antes un crucifijo, por ejemplo, ponía sentido a todo comunicándote con la reveladora palabra de Dios; una verdad absoluta que lo explicaba todo, o la filosofía del todo. Ahora la gente sigue buscando respuestas pero ante tanto fake necesitan experimentarlas, sentirlas, para hacerlas más verídicas. Como si ya no pudiéramos fiarnos de lo que nos cuentan o vemos de ojos para afuera y tuviéramos que recurrir a mirar hacia adentro, hacia las emociones profundas.

«Hoy sentir es la emergencia», como dice Najmanovich. Ella lo menciona porque sentir te permite tomar decisiones de una manera más rápida, frente a tantas avalanchas de información sentimos frente a los errores y vamos creando puentes entre error y error.

‘Indecisión’ de Amparo Sard. @Cortesía

¿Hay simbología en los materiales y en los colores? Es todo bastante neutro.

Una de las definiciones que me ayudó a comprender mi trabajo en los inicios era que “lo siniestro es aquello a lo que no seríamos capaces de aguantar la mirada si no fuera por un velo que se interpone entre nosotros y la imagen que nos angustia”. Mis papeles blancos perfectamente podrían definirse así, ni yo podría aguantar la mirada a mis dibujos si no fueran realizados con papeles blancos inmaculados con perforaciones casi invisibles.

Ese papel ya era una declaración de intenciones sobre lo que sería mi futuro trabajo, o lo que estoy haciendo ahora. De esos agujeros empezó a supurar una masa sin forma negra, como si de bilis negra se tratara. Cuando asociamos enfermedad, emociones y materia que supura o que se deforma, aparecen conceptos muy novedosos que se acercan mucho a lo que quiero describir. Como si la deformidad recayera sobre la humanidad. Hipócrates confundió la saliva expulsada del cuerpo con convulsiones, con una enfermedad del alma.

¿Qué  mensaje quieres transmitir con tu obra a las generaciones futuras?

La idea de provocar las emociones, de exagerarlas en el espectador, vino porque para uno de los apartados de mi tesis estuve trabajando sobre las reacciones precarias de la sociedad frente a los desastres ecológicos y sociales.

Sobre cómo las tecnologías hacen tolerable lo intolerable: exilios, hambrunas, muertes, guerras, catástrofes ecológicas, la aberración del plástico. Como si nuestras pantallas fueran como tamices que dulcifican lo que vemos, como si las tecnologías fueran tan rápidas que nuestro cuerpo fuera incapaz de interpretar correctamente lo que ve y actuar en consecuencia.

@MaríaVillardón

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