Infraestructuras asombrosas

Logro asombroso: China crea un bosque gigante para preservar una carretera de 550 km en el Mar de la Muerte

Tarim, Mar de la Muerte, desierto del Taklamakán
Autopista de Tarim en el Mar de la Muerte. Foto: Hiroki Ogawa en Wikimedia Commons.

En el corazón del desierto de Taklamakán, conocido también como el Mar de la Muerte, surge una de las obras de infraestructura más impresionantes de China. Esta región, caracterizada por sus temperaturas extremas y vastas dunas de arena, supone un reto constante para las construcciones humanas.

En este contexto, una carretera que atraviesa este inhóspito terreno ha requerido soluciones innovadoras para mantenerse operativa.

Así es la increíble carretera de 550 km en el Mar de la Muerte

La autopista de Tarim, con una longitud de 552 km, conecta las ciudades de Luntai y Minfeng en la región autónoma de Xinjiang, al noroeste de China.

Este trayecto no solo es crucial para el transporte de petróleo y gas, sino que también simboliza un impresionante desafío de infraestructura en uno de los entornos más desafiantes del mundo: el desierto de Taklamakán.

Este desierto es el segundo más grande de Asia y uno de los más extremos del planeta, con temperaturas que oscilan entre 50ºC durante el día y -40ºC por la noche. Pese a las condiciones hostiles, esta carretera es esencial para el transporte de recursos energéticos en la región.

Sin embargo, las tormentas de arena y el movimiento constante de las dunas amenazan con sepultar este vía crucial bajo toneladas de arena, un problema que las autoridades chinas han resuelto mediante un ambicioso proyecto de reforestación.

¿Cuál fue la solución del gobierno chino para que se siga usando la autopista de Tarim?

La autopista de Tarim se enfrenta a las constantes tormentas de arena que caracterizan al desierto de Taklamakán. Este problema no solo representa un riesgo para los conductores, sino también para la sostenibilidad de la infraestructura.

Para mitigar este fenómeno, el gobierno chino aprobó en 2003 un plan para plantar más de 2 millones de arbustos y árboles a lo largo de 400 km de la carretera.

Este cinturón verde tiene una anchura de hasta 70 metros a cada lado y ocupa más de 3.000 hectáreas en total. Las especies vegetales elegidas, como sauces y matorrales autóctonos, fueron seleccionadas tras pruebas en parcelas experimentales para garantizar su adaptabilidad a las condiciones extremas del desierto.

El cinturón verde también beneficia a los habitantes del distrito de Maigaiti, situado dentro del desierto.

Cómo los recursos hídricos fueron claves en el Mar de la Muerte

El riego de esta vegetación ha sido posible gracias al descubrimiento de un acuífero subteráneo con una capacidad estimada de 36.000 millones de metros cúbicos de agua.

Para extraer y distribuir este recurso, se construyeron cientos de pozos a intervalos de 1 o 2 km a lo largo de la autopista. Estos pozos bombean agua a un sistema de riego por goteo que asegura la supervivencia de las plantas.

Cada uno de estos pozos es mantenido por trabajadores que viven en estaciones ubicadas cada 4 km. Estas instalaciones, ocupadas por parejas, son el hogar de los empleados que supervisan el estado de la vegetación y los sistemas de riego. Debido a las condiciones extremas del lugar, los contratos son limitados a un máximo de dos años.

Pese a ello, los esfuerzos han dado resultados visibles. Gracias a este cinturón de vegetación, la autopista de Tarim sigue siendo transitable y los costos de mantenimiento de la infraestructura han disminuido. La carretera se ha convertido así en un modelo de solución sostenible para regiones desérticas y un ejemplo de cómo enfrentar los retos del cambio climático.

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